José Soto Chica: «Negar la conexión entre la Hispania visigoda y España es esperpéntico»
El profesor de la Universidad de Granada publica el monumental libro «Los visigodos: Hijos de un Dios furioso» (Desperta Ferro), donde llama la atención sobre la «modernidad» cultural y política de la que hicieron gala los bárbaros que vinieron del norte

La famosa lista de los reyes godos, que en su día memorizaban los escolares de cabo a rabo, de Ataúlfo a Don Rodrigo, se ha quedado en el imaginario colectivo como sinónimo de conocimiento innecesario, un lujo memorístico sin relación con la actual España. Sin ... embargo, basta acercarse un poco a la historia visigoda para saber la enorme influencia que tuvo esta primera España sobre los siglos venideros y que, en contra de la imagen tradicional de pueblo oscuro y frágil, allí brotó la civilización que creó el reino más poderoso y culto de la Europa de su tiempo, solo comparable a lo que suponía Constantinopla en Oriente. El profesor de la Universidad de Granada José Soto Chica acaba de publicar el monumental libro «Los visigodos: Hijos de un Dios furioso» ( Desperta Ferro Ediciones), donde llama la atención sobre la «modernidad» cultural y política de la que hicieron gala estos antepasados españoles nada remotos.
–¿De dónde salen los godos y cómo acabaron en España?
–Una de las cosas en las que insisto en mi libro es sobre la diferencia entre godos y visigodos. Los godos con toda seguridad provienen de lo que hoy es el sur de Suecia, donde hay una región que se llama literalmente «la tierra de los godos». Desde allí pasaron a lo que era la costa báltica de Polonia y, a partir de finales del siglo II, migraron muy lentamente a lo que es Rumania, Ucrania y Moldavia . Allí se mezclaron con otros pueblos para formar un nuevo pueblo godo. Y esa va a ser una de las peculiaridades de los godos: el mestizaje. Esa idea tradicional de un pueblo homogéneo, étnicamente puro, lingüísticamente unificado es falsa. Son pueblos muy diversos, con una gran capacidad de generar nuevas identidades allí por donde pasaban. Nada tienen que ver los godos de un siglo con los de otro. Están en constante transformación.

–Luego conocieron a los romanos y cambió su mundo, ¿cómo se produjo la colisión?
–En el siglo IV entraron en colisión con el Imperio romano en el Bajo Danubio, esto es, la frontera entre Rumania y Bulgaria. A finales de ese siglo por diversas causas mantuvieron una gran guerra, junto a otros pueblos, contra los romanos, que desembocó en la famosa batalla de Adrianópolis, que se suele emplazar como el principio del fin del Imperio romano. Es justo ahí donde podemos empezar a hablar de visigodos, que son la creación de un hombre genial llamado Alarico, destinado a ser un general romano, pero que, por distintos vericuetos, acabó encabezando a los bárbaros en uno de los saqueos a Roma. Ese pueblo migrante creado por Alarico tuvo casi que saquear Roma a la fuerza, sin otra posibilidad de subsistir, pues las autoridades imperiales se negaron rotundamente a integrar a esta masa de refugiados y a concederles un estatus legal.
–¿Usted también emplaza en Adrianópolis el principio del fin de Roma?
–En parte, sí. La batalla de Adrianópolis fue decisiva porque los romanos en un solo día perdieron a entre 20-25.000 hombres. Eso en un imperio de 70 millones de almas parece poco, pero piensa que estamos hablando de legionarios, tribunos y generales de alto rango y experiencia. Un soldado romano no se hacía en un año ni en cinco… Lo paradójico es que siendo una batalla que se libró en Oriente, quien sufriría sus consecuencias iba a ser Occidente. En cualquier caso no fue tan decisiva en los acontecimientos posteriores la batalla en sí como la actitud de los romanos al negarse, una y otra vez, a integrar a esas gentes, que nunca pretendieron destruir el Imperio, solo vivir en él.
Roma, además, sufrió un problema existencial en esas fechas: las elites comenzaron a no querer pagar impuestos y el ejército fue menguando frente a la conquista de provincias periféricas por parte de los bárbaros. Roma se vió de pronto sin recursos profesionales frente a un pueblo ejército como eran los godos.
«Las elites romanas comenzaron a no querer pagar impuestos y el ejército fue menguando frente a la conquista de provincias periféricas por parte de los bárbaros».
–Lo que sí llegaron fueron las alianzas con los bárbaros, que algunos definen como auténticos pactos con el Diablo.
–Totalmente. Los pactos se hacen mal y siendo conscientes muchos senadores de que no son alianzas, sino servidumbre. Durante siglos, Roma fue introduciendo a individuos foráneos en su administración con gran éxito, pero a partir del 378 empezaron integrar a pueblos enteros con sus estructuras incluidas. Se permitió que mantuvieran su independencia, sus propios jefes, sus leyes, sus ejércitos y hasta sus costumbres dentro de las fronteras romanas. Eso era meter al enemigo en casa. Un grave error.
–¿En qué circunstancias entran los visigodos en Hispania?
–Este pueblo, al servicio de Roma como soldados a sueldo, entró en torno a 411 en Galia y luego en Hispania, la diocesis Hispaniarum , que era la creación administrativa que englobaba toda la Península ibérica, Baleares y parte de lo que hoy es Marruecos. Lo hicieron de forma puntual para limpiar a otros bárbaros en nombre del imperio, pero, tras ser derrotados por los francos en la Galia, no les quedó más remedio que trasladarse definitivamente a la península. La convirtieron así en el centro de su nuevo reino, el centro de los pueblos de España, hasta el punto de que ya Gregorio de Tours lo llamó Reino de Hispania. Esta sinonimia entre Hispania y Reino de los Visigodos es algo que marcó toda la Edad Media, pues tanto en la zona musulmana como en la cristiana todos reivindicaron para sí ese pasado glorioso romano y visigodo.

–¿Cómo lograron convertir esta masa de refugiados a Hispania en un reino pujante?
–Después de una fase muy crítica, en torno a 568, cuando nadie hubiera apostado por la supervivencia de los visigodos, apareció un rey brillante, Leovigildo, que lo convirtió en el reino más poderoso, rico y culto de Europa Occidental. Ni la Francia merovingia, ni la Inglaterra anglosajona, ni la Italia lombarda se podían comparar. Para buscar un nivel así de civilización hay que irse hasta Constantinopla. Los textos que se escriben en España del siglo VII, de San Isidoro a San Julián de Toledo, fueron la base de la cultura europea hasta el 1200. El esplendor cultural fue imponente, con reyes poetas, geógrafos, astrónomos, de una cultura enciclopédica, frente a los monarcas de países vecinos que ni siquiera sabían escribir en esas fechas.
–En el imaginario popular aparecen como un pueblo primitivo, ¿por qué no es conocida su gran cultura?
–Los visigodos no nos dejaron grandes obras arquitectónicas, que son muy visuales y alimentan el recuerdo de civilizaciones pasadas. Sí nos dejaron un gran patrimonio literario gracias al cual la cultura romana sobrevivió a la Edad Media . Son los grandes olvidados de entre las culturas que copiaron y salvaguardaron los conocimientos del mundo clásico. Sus textos luego pasaron a los musulmanes de la península y corrieron por toda Europa. La hispania visigoda ha sido muy mal explicada y lo único que le suena a la gente es lo de la lista de los reyes godos. Es un reino portentoso, sin igual en Europa, que de haber vivido en lo que hoy es Inglaterra o Francia los tendríamos hasta en la sopa. Habría miles de películas y novelas. Por desgracia, no cuidamos nuestra historia.
–No tiene usted problema en hablar del Reino Visigodo como la primera España. Siempre es un tema controvertido para algunas personas.
–Nadie se asusta si hablas de la Francia merovingia o la Inglaterra anglosajona, pero si se habla de la España visigoda algunos en este país se escandalizan. Es una controversia estúpida, ideológica únicamente, no historiográfica. Cualquiera que conoce y estudia la historia sabe que está formada por muchas capas y que nuestro trabajo es ir retirándolas una a una para tener una comprensión mayor de lo ocurrido. Cada capa se apoya en la anterior... La Hispania visigoda está relacionada directamente con la España posterior, por lo que es lícito historiográficamente hablar de una primera España protagonizada por este pueblo. Eso no significa que sea la misma España actual, pero desde luego las conexiones son indudables. Desde el siglo IX en adelante, los reyes cristianos buscaron siempre su legitimidad enlazando con la Hispania visigoda. Ni ellos ni los autores medievales tuvieron nunca problemas ideológicos para moverse en esos términos. Negar la conexión directa entre la Hispania visigoda y España es esperpéntico.

–¿Qué legaron los visigodos de su cultura a la España actual?
–El mundo visigodo condicionó totalmente la Edad Media española. Fue el referente a imitar y quien dio lugar a la concepción de los reyes como personas sujetas a las leyes y a las cortes. Nuestros reyes medievales siempre necesitaron convocar cortes para realizar guerras o construir sus obras, y eso fue por influencia visigoda. Ellos tenían muy claro que el rey no era un jefe supremo, sino alguien subordinado a las leyes, y el objeto político sobre el que ejercía el poder eran los «pueblos de España», representados en la asamblea conciliar por nobles y obispos. Si el rey no cumplía la ley, podía ser depuesto por la asamblea, lo cual es muy moderno para la época y no hay nada parecido en Occidente. Por cierto que la Legislación española, hasta 1834, se basó en parte en un código de leyes visigodas.
El mundo visigodo condicionó totalmente la Edad Media española. Fue el referente a imitar y quien dio lugar a la concepción de los reyes como personas sujetas a las leyes y a las cortes
–¿Por qué merecen los visigodos volver a ser estudiados en los colegios en pleno siglo XXI?
–La historia de los godos es la de un pueblo mestizo, inmigrante, muy moderno, pero además es una aventura apasionante. Llena de dramas y de cimas culturales. ¿Quién sabe que aquí se escribió una enciclopedia, mil años antes que los enciclopedistas franceses, en veinte libros que abarcaba todos los saberes conocidos? Eso no se sabe y es una pena. Es un reino con una historia que deja en mantilla a Juego de Tronos.
–Para algunos, por influencia de la famosa lista de reyes godos, los visigodos como otros episodios de la historia de España siempre serán algo «franquista». ¿Qué se puede hacer para remediarlo?
–Es ridículo. A mí cuando viajo por Europa me da verguenza en los congresos internacionales contar lo que hemos hecho con nuestra historia, convertida en un campo de batalla ideológico. Una parte de la sociedad española ha renunciado a su pasado, lo cual es como si una persona renuncia a su infancia y a su adolescente. Es prácticamente analfabetismo funcional, no solo con los visigodos, sino con todo. Provoca sonrojo. Es hora de superar el intento de una dictadura de apropiarse de la historia y de volver a colocar la historia en su sitio, lejos de la política.
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