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La Hispanidad para el poeta que toda la izquierda cita: «España ha sido siempre poca cosa para un español»

Si bien el pensamiento crítico, heterodoxo y hasta revolucionario de Machado se suele encasillar en el espectro político de izquierdas, lo cierto es que su ideología es complicada de convalidar con postulados actuales

Primer desembarco de Cristóbal Colón en América
César Cervera

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Cuando se celebran cien años de la muerte de Pérez Galdós , su nombre ha aparecido recurrentemente en los discursos de los representantes políticos, de distintos signos, durante el debate de investidura de este sábado. Si Pablo Casado citó esta mañana al escritor canario, esta tarde ha sido Pablo Iglesias quien de forma grosera recomendaba: «Un consejo Sr. Casado, más Pérez Galdós y menos Pérez Reverte ». El otro escritor más citado es un referente habitual de la izquierda, Antonio Machado , poeta sevillano que murió en el exilio a finales de la Guerra Civil.

Si bien el pensamiento crítico, heterodoxo y hasta revolucionario de Machado se suele encasillar en el espectro político de izquierdas, lo cierto es que su ideología es complicada de convalidar con postulados actuales. Sin ir más lejos, su elogio, poco conocido, a la Hispanidad entendida por Ramiro de Maeztu , referente de las fuerzas conservadoras a principios del siglo XX, se encuentra en las antípodas de lo que hoy defienden PSOE, Podemos o los partidos separatistas que se disputan con las fuerzas derechas la figura del poeta.

En defensa de la Hispanidad

El escritor vasco Ramiro de Maeztu, que desempeñó el cargo de embajador español en Argentina, publicó en la revista Acción Española por entregas varios trabajos que luego se agruparían en un libro bajo el título «Defensa de la hispanidad» donde elogiaba las virtudes de la monarquía hispánica, a la que atribuye la cualidad fundamental de ser católica (universal), misionera, mestiza e igualitarista. El libro fue elogiada por personajes tan variados ideológicamente como Azorín, Josep Pla, Ortega y Gasset, Gabriela Mistral , Eugenio D’Ors, Pérez de Ayala y Antonio Machado. El poeta, nada sospechoso de derechismo, envió a Maeztu una nota de agradecimiento en la decía lo siguiente:

Ramiro Maestu, hacia 1934.

«Querido Maeztu: Con todo el alma le agradezco el envío de su hermoso libro Defensa e la Hispanidad, que he leído y releo con deleite. Sigo su obra con gran interés desde los días en que todos pecamos algo contra la hispanidad. Lo que juzgo difícil, querido Maeztu, es que se despierte en España una corriente de orgullo españolista parecida al patriotismo de los franceses o de otros pueblos.

Cuando el Cid Campeador de nuestro poema se dispone a combatir con los moros que tienen cercada Valencia, llama a su mujer y a sus niñas para que vean –dice él- “cómo se gana el pan”. El heroísmo español suele tener esa elegancia de expresión. Y es que el español, y especialmente el castellano, tiene “el orgullo modesto”, quiero decir, el orgullo profundo, basado siempre en lo esencial humano, que no puede ser español, ni francés, ni teutón. En esta opinión, me confirma la lectura de su libro. Sólo un español es capaz de pensar como nuestros conquistadores de América, que un indio no sea un ser superior.

“Nadie es más que nadie”, reza un proverbio castellano, y lo que se quiere decir en el fondo es esto: por mucho que valga un hombre, nunca tendrá valor más alto que el valor de ser hombre. También es cierto que esa sobreestimación de lo humano tiene el fondo religioso cristiano que usted señala. Pero por eso mismo no es fácil que salgamos por el mundo a darnos pisto de españoles; y si sacamos la espada, antes será por Dios o por el diablo que por España. Porque España ha sido siempre muy poca cosa para un español. Tal vez sea ésta la causa de nuestra decadencia actual y de nuestra pasada grandeza. Aun todavía, si habla usted de las banderas de Cristo, encontrará usted quien le siga; con la bandera española no entusiasmará usted a nadie. No quiero molestar más su atención, sino expresarle el placer con que leo sus obras, mi creciente admiración y mi antigua amistad. Siempre suyo, Antonio Machado».

El propio Ramiro de Maeztu era prueba viva de que no todo es blanco o negro. El escritor experimentó una evolución que le llevó de su socialismo inicial hasta el conservadurismo de sus últimos años. Si en «Hacia otra España» (1899) Maeztu se sumaba al conjunto de escritores que reflexionaron sobre la crisis del 98 en los términos muy críticos sobre la historia de España, con los años fue evolucionando hacia un tradicionalismo de estirpe claramente católico y español .

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