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Así vació Mussolini el gigantesco lago Nemi en 1929 para rescatar el barco de las orgías de Calígula

El «Duce» dio luz verde a un proyecto impresionante y único de ingeniería para vaciar el lago Nemi y recuperar la galera del famoso emperador, que más tarde destruyó Hitler

Mussolini, junto a un dibujo antiguo del barco de Calígula que se hundió en el lego Nemi ABC / Vídeo: Las galeras de Calígula

Israel Viana

« Mussolini ha dispuesto que se emprendan los trabajos necesarios para desaguar el lago Nemi , en el fondo del cual reposan, desde hace dos mil años, a 25 metros de profundidad, dos galeras de recreo que pertenecieron a Calígula », anunciaba ABC el 30 de septiembre de 1926. La noticia se refería a los dos gigantescos barcos con los que el famoso emperador quiso dejar claro al mundo que la grandeza del Imperio Romano superaba con creces al esplendor del Antiguo Egipto de los faraones.

Las dos medían más de 70 metros de eslora y más de 20 de manga. Eran dos auténticas villas flotantes que Calígula mandó construir sobre el lago para dar rienda suelta a sus orgías de sexo y alcohol , por un lado, y rendir culto a la diosa Diana , por otro, con los que multiplicó su fama de excéntrico y megalómano. No hay más que ver los materiales y la tecnología empleadas para la construcción de sus suntuosos salones y los dos templos dedicados a la diosa, alzados sobre columnas de mármol. Todas sus habitaciones, además, estaban decoradas con pan de oro, ricos mármoles, techos dorados, mobiliario lujoso, suelos de mosaico romano y hasta jardines. Todo ello repleto de grandes estatuas y objetos de incalculable valor para la época, a lo que añadió para su comodidad y la de sus invitados la tecnología más puntera: conducciones de agua fría y caliente.

Ambas embarcaciones llevaban hundidas en el fondo de este lago cerca de Roma —con 1,67 kilómetros cuadrados de superficie y 33 metros de profundidad máxima— desde el 41 d. C, el año en que Calígula fue asesinado en su palacio por sus pretorianos, cuando tenía 28 años. También mataron a su esposa Cesonia y a su hija pequeña, a la que rompieron la cabeza a golpes. Una forma escabrosa de acabar con la estirpe de aquel loco, con la que se puso punto final a aquellos 1.400 días del terror. Poco después, sus asesinos, tras apoderarse de los objetos más valiosos de ambos barcos, ordenaron que se hundieran en el lago para no dejar ni rastro de su antecesor.

Ilustración del siglo XVIII de una nave como las de Calígula. CORBIS / HULTON ARCHIVE

El año en que Mussolini decidió que era el momento de recuperarlos, dijo en la Sociedad Histórica Romana : «Siempre que se han hecho esfuerzos, durante los últimos cinco siglos, para penetrar en el misterio de las galeras imperiales que yacen en el fondo del lago Nemi, todos aquellos que veneran el nombre de Roma y rinden culto a su antigua grandeza, han sentido palpitar sus corazones, presa de una emoción infinita. Y es lógico que así sea. Esos bajeles sumergidos son algo más grande y significativo que dos meros barcos del siglo primero».

El dictador italiano se refería a los intentos por reflotarlos que se habían producido, sin éxito, desde la Edad Media. El primero, el del cardenal Prospero Colonna en 1477. En 1535, el ingeniero Francesco Demarchi , que se valió de una ingeniosa escafandra que le permitía sumergirse durante más de una hora, pero «cuando volvía a la superficie, de su boca y oídos manaba sangre copiosamente como consecuencia de la presión. Y varias veces fue atacado y morido por grandes peces [...], hasta que renunció a su empresa», contaba este periódico en 1929 . En 1827, el arqueólogo Annesio Fusconi se sumergió usando una campana creada por Edmund Halley con capacidad para ocho buzos, pero únicamente consiguieron rescatar algunos pedazos y dañar una parte del armazón. «Los objetos que se han podido sacar a lo largo de estos siglos han tentado a muchos arqueólogos e ingenieros —añadía—. Hay noticias de que el arzobispo Alberti realizó también esfuerzos inauditos en el siglo XV. Muchos pescadores de perlas, atraídos por la fama, realizaron exploraciones que no pudieron continuar por la extraordinaria frialdad de las aguas».

Veinte siglos permanecieron así los barcos de Calícula, no muy lejos del alcance del hombre. El primero, a 50 metros de la orilla y 20 metros de profundidad. Y el segundo, a 20 metros de la orilla y 12 de profundidad. Se dice que incluso los pescadores de las aldeas vecinas, en los días despejados y con el agua en calma, podían incluso distinguir sus armazones y «pescar» algunos restos de mosaicos, columnas, clavos de diferentes medidas, objetos de terracota y hasta una bellísima cabeza de león en bronce.

40 millones de metros cúbicos de agua

Mussolini, con cierta querencia hacia la megalomanía como muchos dictadores, no iba a permitir que semejantes palacios flotantes, procedentes de una de las épocas más gloriosas de la historia de Roma, permanecieran más tiempo en el fondo del agua. En abril de 1927 anunció su decisión de recuperarlas con toda solemnidad. «Y ahora, a trabajar. Pero recordad que, si no lo lográis recobrar las galeras, debéis preparaos a hundiros junto a ellas en el lago», amenazó el «Duce» al ministro de Instrucción Pública, Pietro Fedele. Para no llegar a ese extremo, se contrató a una empresa milanesa y se dispuso un imponente proyecto de ingeniería que se basó vaciar el lago con una prodigiosa bomba hidráulica. Se extrajeron nada menos que 40 millones de metros cúbicos de agua que fueron canalizados hasta el mar a través de viejos acueductos romanos.

Mussolini, en una imagen de 1926 ABC

La revista « Blanco y Negro » publicó las impresiones de un enviado especial que fue testigo de cómo, poco a poco, ambas embarcaciones fueron apareciendo bajo el lodo. «En la visita anterior apenas estaba visible parte de una de las galeras, presentando una confusión de plataformas y maderos en excelente estado, a pesar de su inmersión en el agua durante dos mil años. En el momento actual, la sección visible, de unos 30 metros de longitud, da una magnífica idea de los arquitectos navales de la era precristiana», explicaba este.

Una vez vaciado el lago, los cascos de las naves fueron llevados a un gran museo construido en sus orillas para exhibirlos, y el lago vuelto a rellenar. Allí permanecieron expuestas hasta que, la noche del 31 de mayo de 1944, en plena Segunda Guerra Mundial fueron quemadas por orden de Hitler . Fue durante la huida de las tropas nazis ante el avance aliado sobre Roma. De aquel incendio sobrevivieron tan solo unos pocos trozos de madera y algunas monedas. Se perdía así una obra arquitectónica única en su género, una estructura gigantesca concebida expresamente en función de su uso recreativo en un espacio de tan solo dos kilómetros de largo.

¿El tercer barco?

Después de la guerra, las dos naves fueron reproducidas a una escala menor (1/5) y se encuentran en el Museo de las Naves Romanas , en el que también se conservan algunos elementos originales que había a bordo: ancla, tuberías de plomo con el nombre de Calígula, porciones de mosaicos y de pavimentos con incrustaciones de mármol, cuatro columnas de mármol, cerámicas, ladrillos, decoraciones de arcilla y monedas.

Los últimos estudios realizados consideraron hace un año que podría haber una tercera nave de Calígula en el lago Nemi . Justo en una de las zonas del lago que no fueron desecadas por Mussolini. Esta es la hipótesis que defiende el ayuntamiento de la localidad, la cual empezó a recabar fondos para encontrarla y sacarla a la superficie como ya hiciera el «Duce» en 1929. «Se trata de una operación de gran importancia. Estamos convencidos de que en el fondo del lago se encuentra la tercera nave. Las evidencias nos empujan a intentar esta posibilidad y creo que es un deber hacerlo», aseguraba el alcalde de Nemi, Alberto Bertucci, aunque advertía de que «no existía ninguna evidencia científica».

Desde entonces se rastrea el lago Nemi sin que haya trascendido ninguna noticia al respecto.

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