Así fueron las ofensivas militares que le dieron a los musulmanes el control de España

El doctor Josep Suñé Arce está a punto de publicar una investigación donde analiza las razones por las que Al-Ándalus perdió su hegemonía militar ante los reinos y condados del norte peninsular

El Imperio romano del siglo I o el del siglo IV, por poner un ejemplo, es representado exactamente igual en el cine llueva o truene. Para la gran pantalla todo es un mismo periodo, con mismas armaduras, mismas ropas y mismas ciudades. La Edad Media ... es también un enorme bloque compacto e inmutable y el Antiguo Egipto, que vivió tres milenios, es siempre el de las piramides y los faraones de perfil griego. No obstante, la historia de verdad está repleta de matices, de cambios, de fases, de renovación… Así lo evidencia el caso de Al-Ándalus , que se fue trasformando a golpe de espada y de imperios fallidos en algo radicalmente distinto a lo que comenzó siendo el califato tras la caída de la Monarquía visigoda .

Entre los años 711 y 715, los generales del Califato Omeya conquistaron una parte de la península ibérica y fueron extendiendose por el país hasta conformar una poderosa entidad. En el 773 Abderramán I, de la dinastía Omeya, creó el Emirato de Córdoba y se independizó política y administrativamente del Califato de Damasco. No en vano, en el año 929 Abderramán III estableció directamente el Califato de Córdoba, declarando la independencia religiosa de Bagdad, capital del Califato Abasí .

El califato se resquebrajó en una guerra civil, a principios del siglo XI, que dio lugar a la creación de hasta 39 pequeño taifas o reinos, cuya debilidad fue aprovechada por los cristianos para ganar terreno en la Península. La llegada de los almorávides, un grupo de monjes-soldados provenientes del Sáhara, revitalizó el empuje musulmán a finales de ese siglo y devolvió la unidad a Al-Ándalus.

Entre victorias y descalabros, los almohades establecieron un imperio que se extendía desde la mitad sur de la península Ibérica hasta Trípoli (Libia).

Una serie de revoluciones internas contra los almorávides, con epicentro en la Córdoba de 1121, puso fin al dominio de estos guerreros con una visión rígida del Islam . Entre 1140 y 1153 se formaron de nuevo un grupo disgregado de reinos taifas. Los cristianos otra vez aprovecharon la coyuntura para medrar tierra, hasta que llegaron refuerzos de África para aporrear sus esperanzas. De las entrañas del imperio declinante de los almorávides surgieron los almohades, una dinastía bereber marroquí que desembarcó en la Península hacia el año 1145 con la promesa de defender la pureza religiosa y unificar por enésima vez las taifas.

Entre victorias y descalabros, los almohades establecieron un imperio que se extendía desde la mitad sur de la Península Ibérica hasta Trípoli (Libia). El dominio de los almohades empezó a debilitarse tras la batalla de Las Navas de Tolosa en 1212, donde una coalición de reinos cristianos de la Península provocó la derrota del imperio africano y marcó el principio del fin de la supremacía islámica en la Península Ibérica. Como consecuencia de la decadencia almohade, la taifa de Granada se reconstituyó como Reino plenamente independiente, formando el reino nazarí de Granada.

Batalla de Las Navas de Tolosa, óleo de Van Halen expuesto en el palacio del Senado (Madrid).

Durante el resto del siglo XIII, castellanos, leoneses, aragoneses y portugueses llevaron la Reconquista a su punto culminante, lo que supuso la toma de ciudades icónicas de Al-Ándalus. Con la pérdida de Córdoba (1236), se aceleró la descomposición política del territorio musulmán. Ibn Hud , rey andalusí que conquistó casi la totalidad de los territorios de Al-Ándalus entre 1228 y 1238, logró ganar tiempo firmando treguas con los castellanos a cambio del pago de tributo a los cristianos, pero con su asesinato en 1238 acabó en el desagüe la última intentona de la sociedad andalusí por superar las viejas rivalidades étnicas y tribales. Jaén y Sevilla pasaron a manos cristianas pocos años después. En cuestión de un siglo, Granada se convirtió en una isla musulmana rodeada por un océano cristiano.

Mapa de la guerra en Al-Ándalus

Jordi Pérez , investigador de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Barcelona, ha elaborado un mapa interactivo con más de 500 batallas del periodo en el que se puede ver el avance del Estado musulan y de los reinos cristianos del Norte a lo largo de cinco siglos.

La fuente de datos tiene su origen en el trabajo del doctor Josep Suñé Arce , que está a punto de publicar la síntesis y revisión de su investigación en la editorial La Ergástula con el título de «Guerra, ejército y fiscalidad en al-Andalus (ss. VIII-XII): De la hegemonía musulmana a la decadencia». El objetivo de su investigación es hallar las razones que explican cómo Al-Ándalus perdió su hegemonía militar ante los reinos y condados del norte peninsular y entró en un proceso de decadencia que siglos después comportaría su desaparición.

Estatua de Almanzor colocada en Algeciras.

A través del mapa se vislumbran las campañas emprendidas por cada una de las entidades políticas de los musulmanes y su ámbito de actuación. Se puede ver así que las operaciones más norteñas, tanto en el sur de Francia como en la zona de Asturias y Galicia, proceden del periodo de los gobernadores, emirato y califato. La acometida sobre Asturias, con el mítico episodios de Covadonga, la batalla de Poitiers o la campaña de Almanzor en Santiago de Compostela, que terminó con las campanas de esta ciudad camino al sur, están representadas en el mapa en esta primera fase de la conquista.

Las sucesivas pérdidas de territorio y posteriores contraataques musulmanes estuvieron condicionados por una menor capacidad de movilizar recursos militares. «Cuando los andalusíes recuperaban la unidad territorial, se mostraban impotentes para recuperar el terreno perdido, en gran medida porque se enfrentaban a una Cristiandad reforzada con las tierras adquiridas y porque la inversión militar seguía siendo insuficiente. Almanzor significa una notable excepción en todo este proceso, aunque la incidencia de sus éxitos en la evolución del conflicto fue anecdótica», destaca Josep Suñé Arce .

Las campañas realizadas por almorávides y almohades muestran en el mapa los límites territoriales que alcanzaron sus respectivos imperios, incapaces de restaurar el poder pasado a pesar de su empuje inicial. Lo que hoy es el norte de España, desde Castilla y León, señala la frontera militar que los almorávides trataron de traspasar, con suerte dispar, en su auge como imperio.

«Los gobernantes musulmanes podían contrarrestar su menor inversión militar con el hecho de ejercer su autoridad sobre un territorio mucho más extenso y poblado que el de sus rivales, lo cual les permitía obtener en ingresos absolutos una cifra mayor que sus enemigos, pero cuando las disputas internas se manifestaban y Al-Ándalus perdía su unidad territorial, los diferentes estados islámicos tenían serios problemas para detener a los cristianos y perdían territorios. Esto ya sucedió a finales del siglo IX y principios del X, y volvió a ocurrir con mayor intensidad tras la disolución del Califato omeya de Córdoba y en la sustitución de los almorávides por los almohades», apunta este investigador.

Al principio de su investigación, Josep Suñé Arce esperaba, en línea con las teorías dominantes, demostrar que la sociedad andalusí se fue desvinculando de la actividad militar a causa de factores culturales y haciendo que hubiera pocos efectivos musulmanes defendiendo las fronteras. Sin embargo, los resultados del análisis no sólo cuestionan «esta hipotética desvinculación», sino que también muestran que cuando mayor fue la participación popular, los resultados militares no fueron positivos.

«Al contrario de lo que se cree, la pérdida de la hegemonía musulmana en la Península Ibérica viene provocada por una inversión militar insuficiente y esta escasez, a su vez, se origina en la búsqueda y conservación del poder absoluto por parte de los diferentes emires y califas. Los ingresos destinados a tesoros, regalos y palacios tienen la culpa de que los ejércitos musulmanes no pudieran competir en igualdad de condiciones con los cristianos», explica Suñé Arce sobre las principales conclusiones de su tesis.

«La idea principal que se debería retener en este estudio es que los mitificados éxitos de los cristianos peninsulares frente a los musulmanes se explican sobre todo porque disponían de un "presupuesto" militar mejor que el de sus adversarios. Más que un mérito cristiano, la Reconquista fue un demérito de los gobernantes musulmanos, que antepusieron el poder absoluto a la eficacia de su maquinaria bélica», concluye este doctor en Historia.

El mapa interactivo sirve también para comprender qué lugares, por acumulación de combates, jugaron un papel más estratégico en lo que la historiografía tradicional ha llamado Reconquista. Pamplona y Álava , con 13 y 10 batallas en su territorio respectivamente, fueron los lugares donde más campaña se realizó en los 500 años estudiados. Todo ello campañas acometidas por el Emirato en su intento por domar también el norte cristiano. En un segundo plano aparecen ciudades como Toledo, Córdoba, Zamora, Barcelona o Zaragoza , donde se produjeron más de cinco batallas en cada una, lo que muestra la enorme importancia histórica de estas urbes, en muchos casos, venidas a menos con el paso de los siglos.

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