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La España que deja Sánchez, contra la España de sus predecesores

¿Qué ha hecho el actual presidente del Gobierno como aval para hacerse con el voto de los ciudadanos? ¿Cómo está el país en comparación a cómo estaba con los anteriores mandatarios?

Sánchez, en el centro, juto al resto de preisdente de España ABC

Israel Viana

El 1 de junio del año pasado, Pedro Sánchez se convertía en el séptimo presidente del Gobierno tras culminar con éxito la moción de censura contra Mariano Rajoy. Diez meses después, el secretario general del PSOE está a punto de enfrentarse a sus primeras elecciones generales desde la Moncloa, con la intención de revalidar un cargo al que no accedió por medio de las urnas. Pero, ¿qué ha hecho Sánchez en este tiempo como aval para hacerse con el voto de los ciudadanos? ¿Cómo deja España en comparación a como la dejaron los otros seis presidentes que ha tenido el país desde la muerte de Franco en 1975?

La valoración realizada por el Banco de España hace dos semanas a través de su director general de Economía y Estadística, Óscar Arce , no es desde luego una buena carta de presentación para el líder de los socialistas. Según el organismo estatal, el presidente español no ha hecho nada por controlar la desviación presupuestaria, lo que traducirá en otro año perdido en lo que respecta a la consolidación fiscal. Asegura que el déficit será superior al que había previsto en diciembre y se disparará hasta el 2,5%. El Banco de España dejó meridianamente claro que está «insatisfecho» con la labor del Ejecutivo.

Sánchez, en 2018 Oscar del Pozo

A esto ha llegado el presidente del Gobierno a través de una serie de medidas aprobadas a través de decretos en los últimos Consejos de ministros, a pesar de que no ha sido capaz de aprobar los Presupuestos, como el incremento del permiso de paternidad a ocho semanas o la ampliación del subsidio de desempleo para mayores de 52 años. Medidas con marcado carácter electoral de cara al 28-A, a pesar de no contar con las partidas presupuestarias necesarias para hacer frente al incremento de gasto que provoquen.

Esta situación dista mucho de las previsiones que hizo Sánchez a finales de año. El presidente aseguró que «en siete meses España ha cambiado a mejor y en 2019 se va a consolidar ese cambio». E insistió en su «vocación de agotar la legislatura», algo que no va a cumplir, a pesar de proyectar un descenso del paro hasta el 13% al final de 2019 y que el crecimiento económico sería del 2,2%. De momento, las cosas tampoco andan bien en este sentido, puesto que en el último dato de marzo la caída que estaba experimentado el paro se frenado bruscamente hasta registrar el peor dato desde 2014.

Además, según un informe sobre el impacto de las próximas elecciones generales en la Bolsa elaborado por XTB, de los cinco presidentes del Gobierno que ha tenido España desde la creación del IBEX 35 , Pedro Sánchez se sitúa como el peor para los inversores y cierra el ranking con una rentabilidad negativa de -1,99%. De hecho, es el único que ha ofrecido rentabilidad negativa dentro del periodo analizado. El segundo menos rentable, aunque con saldo positivo, sería José Luis Rodríguez Zapatero, con 4,98%. A este le seguirían Mariano Rajoy (7,15%), José María Aznar (12,31%) y Felipe González, que sería el más rentable con 12,68% en los cerca de 14 años que estuvo en la Moncloa.

Rajoy: del 21 al 16% de paro

Se puede decir que Mariano Rajoy accedió al cargo, el 21 de diciembre de 2011, con una crisis económica mucho peor que la que el líder del PP le dejó a Pedro Sánchez. En aquel momento, sobre los españoles sobrevolaba la posibilidad de un rescate a la griega. Aunque finalmente se produjo únicamente el rescate de la banca, lo cierto es que siete años después le dejó al líder de los socialistas un país con crecimiento económico , una reseñable creación de empleo, una fuerte reducción del déficit y una prima de riesgo lejos de las cotas pasadas

Rajoy, en 2018 ABC

Cuando Rajoy aterrizó en la Moncloa, por ejemplo, el Producto Interior Bruto (PIB) español cayó un 1%. Pero después de 35 trimestres recuperando su nivel, en el verano de 2018 crecía a una altura superior a la que tenía antes de la crisis y mantenía una velocidad de crucero que doblaba a la de la Eurozona. Lo constató el Banco de España, asegurando que el PIB había repuntado un 0,7% en el segundo trimestre del año, frente al 0,3% que creció la Eurozona en el anterior periodo.

El capítulo que más impacto tuvo en la gestión de Rajoy fue, posiblemente, la recuperación del empleo. El entonces presidente recibió un país con una tasa de paro de nada menos que un 21,4% de la población activa. Éramos el país de la UE con mayor desempleo, más incluso que el que tenía Grecia aquel año. Sin embargo, de 2013 a 2017 se crearon en España 1,65 millones de puestos de trabajo. Al final de la legislatura del líder del PP, el país se encontraba a medio camino de recuperar los tres millones de puestos de trabajo destruidos durante la crisis. El paro bajó a su media histórica de 1980, el 16,7%, aunque ese dato supusiera el doble que antes del estallido de la burbuja inmobiliaria.

El ejecutivo de Rajoy también destacó por su esfuerzo en una materia tan sensible como el déficit, que en 2011 cerró en el 9,64% (103.214 millones de euros), muy por encima de lo que había afirmado José Luis Rodríguez Zapatero. A partir de ahí, comenzó un periplo que le llevó, en 2012, a tocar techo en el 10,47% (108.847 millones), en el año del rescate, y que fue progresivamente descendiendo forma continuada hasta el cerrar el año 2017 con un 3,07%, menor que el objetivo fijado por Bruselas (3,1%). Es decir, 35.758 millones de euros, lo que representa una considerable reducción del 26%.

A este logro habría que unir el sector de las exportaciones, que se convirtió durante la legislatura de Rajoy en algo así como el motor de la recuperación. Si en 2011 España exportaba casi 230.000 millones de euros, representando el 20,57% del PIB, en sus seis años de Gobierno antes de la moción de censura, el popular lo multiplicó hasta más de 283.000 millones de euros, el 24,38% del PIB al cierre de 2017. Esto representó un crecimiento del 8,27%.

Zapatero, ¿el peor de la democracia?

Cuando José Luis Rodríguez Zapatero abandonó la presidencia en noviembre de 2011, la una economía se encontraba al borde del rescate de la Unión Europea (UE). En españa no se recordaba un momento peor desde el fin de la dictadura. El socialista dejaba al país con casi cinco millones de parados, muy cerca de la recesión y con un déficit público que se situaba cerca de los 80.000 millones de euros. Esa fue su herencia tras perder las elecciones anticipadas del 20-N. El balance era tan negativo que una gran parte de la opinión pública le llegó a calificar como el peor presidente de la democracia, mientras otros, en cambio, defendieron que aquello se debía a que le tocó lidiar con la peor crisis que se recuerda.

Zapatero, en 2004 J. García / I. Gil

Cuando ascendió al poder en 2004, ZP representó la renovación del PSOE al frente de una nueva generación de líderes dentro del partido que lo primero que hicieron fue aceptar los derechos históricos de los territorios por encima de la igualdad de la ciudadanía española. Eso llevó a la famosa revisión del Estatuto de Autonomía de Cataluña en 2006. Y pronto dejó su sello también en temas sociales como la igualdad de género, la ampliación de los derechos cívicos de los ciudadanos, la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, la reforma de la ley del aborto o del divorcio.

Pero en lo que respecta a la economía, no le fue tan bien. Al acceder a la Moncloa, se encontró con un país en pleno auge en lo que respecta a la producción, la inversión y el empleo. Ese modelo de crecimiento se agotó pronto y la crisis empezó a castigarnos con la destrucción de millones de puestos de trabajo. Ese fue su principal problema. En julio de 2011, poco antes de ser sustituido por Rajoy, la Encuesta de Población Activa (EPA) situaba la tasa de paro en el 20,89%. Es decir, 4.833.000 parados, un dato escandaloso si se tiene en cuenta que cuando Zapatero fue elegido presidente apenas se superaba los dos millones.

Entre 2001 y 2004, además, España crecía alrededor del 3% y al final de la legislatura no era capaz de llegar al 0%. No hay que olvidar que tampoco supo enfrentarse a la recesión que comenzó en 2007 y no reconoció la crisis hasta el verano del 2008. Al año siguiente, la economía española perdió un 3,7%, la mayor caída en dos décadas. A esto hay que unir que, cuando llegó a la Moncloa, el déficit para el conjunto de las Administraciones Públicas era tan solo del 0,28% del PIB, que creció hasta el 11% seis años después. Y lo mismo con la deuda, que en el primer trimestre de 2004 España registraba un crecimiento del 1,7% del PIB y, en el cuarto trimestre de 2010, se saldó con un 13,8%. A raíz de ello, cuando Zapatero dejó de ser presidente se debían 640.000 millones de euros, el 60% del PIB.

Aznar: 1,3 millones más de empleos

Los especialistas suelen coincidir en que José María Aznar , presidente del Gobierno hasta 2004, recuperó la maltrecha economía que le había dejado Felipe González en 1996. En su primera legislatura, la tasa de crecimiento se mantuvo en más de un 3%, el déficit público se redujo hasta el 0,3% y, sobre todo, la tasa de paro bajó hasta el 13,6%, tras crearse más de 600.000 empleos.

Aznar, en 2004 Jaime García

Aunque lastrado por su decisión de apoyar a George Bush en la invasión de Irak , los ocho años de Aznar se caracterizaron por un crecimiento constante y continuo del empleo, además de por pasar de una economía en decadencia a una economía que crecía de manera importante. Al final de su mandado, ese crecimiento era del 2,6% y los parados sumaban poco más de 2.200.000 (un 11,50%), muy por debajo de los 3,5 millones dejados después por Zapatero. Se pasó de 12.626.700 de ocupados en el primer trimestre de 1996 a 17.865.800 en el segundo trimestre del 2004.

A pesar de los datos, los sindicatos se quejaron de que el empleo era precario a causa de la flexibilidad laboral y de la moderación salarial, pero si atendemos a las cifras, Zapatero recibió la mejor herencia de cualquiera de los otros presidentes del Gobierno. Dejó 2.227.000 de parados que su sucesos amplió hasta los casi cinco millones.

Felipe González: una Seguridad Social en quiebra

Al llegar los socialistas al poder por primera vez, en 1982, González realizó una serie de reformas económicas y laborales que mejoraron las cifras del Estado durante gran parte de las dos primeras legislaturas. Sin embargo, la recesión económica que se produjo entre 1993 y 1995 afectó considerablemente a la estabilidad del país. Hasta un año antes de que González adelantara las elecciones, en España se produjo un hundimiento importante en las cifras del paro. En solo tres años, se destruyeron más de un millón de puestos de trabajo, convirtiéndose en una de las peores crisis de la historia reciente.

A Aznar le dejó 3,5 millones de parados (20,04% de la población activa), un 5,5% de déficit público, una deuda de 60 billones de pesetas (360.000 millones de euros) y una Seguridad Social en quiebra. Una última legislatura la del socialista en la que, además, se produjo la mayor presión fiscal de la democracia (un 36% por las subidas de impuestos). Si a esto sumamos el hartazgo de la población por los casos de corrupción y el terrorismo del GAL, a González no le quedó más remedio que adelantar las elecciones.

Calvo Sotelo: 400.000 parados más

En el año y diez meses que estuvo en el poder, Leopoldo Calvo Sotelo apenas tuvo tiempo para mejorar la situación que había dejado Adolfo Suárez. Suficiente tuvo con manejar la situación tras el golpe de Estado y con otras crisis de por medio, como la del aceite de colza . Es más, según el dato del paro en el último trimestre de 1982, el último de su legislatura, el número de parados ascendió hasta los 2.234.800 (17,06%), casi 400.00 más que los dejados por Suárez.

A estos problemas, Calvo Sotelo tuvo que sumar un repunte en el precio del petróleo, sin que hubiera podido controlar la inflación, además de una desbocada tasa del déficit público, que pasó del 1,1 al 5,5%. Esto provocó una larga etapa de recesión y estancamiento económico que no se detuvo hasta 1984. González tuvo que asumir la difícil tarea de consolidar definitivamente la democracia, concluir la construcción del Estado de las autonomías y superar la crisis economía.

Adolfo Suárez: los pactos de la Moncloa

El legado que Aldolfo Suárez recibió del Franquismo tras las elecciones de 1977 no fue precisamente boyante. A los problemas políticos y sociales tuvo que añadir una grave crisis energética que puso fin al periodo de expansión económica que venía experimentando España. Los pactos de la Moncloa, firmados por Suárez y los principales partidos, trataron de estabilizar la transición democrática, así como adoptar una política económica que contuviera la galopante inflación del 47%, que incrementara la renta per cápita (un 20% inferior a la de la media europea) y que atajara el paro (que crecía por el retorno de los exiliados).

Los pactos lograron cierta mejora en la inflación, pero lo cierto es que Suárez no lo tuvo fácil. Su herencia estuvo lastrada, además de por las críticas dentro y fuera de su partido y por los años más sangrientos de ETA (210 asesinados entre 1979 y 1981), por el acoso de los poderes económicos ante una gestión deficiente que afectó a la inflación y un desempleo desmesurado. Poco antes de dimitir, España contaba con 1.741.000 de parados, un 13,5% frente al 12,6% del cuarto trimestre de 1980. Eso suponían 121.000 parados más.

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