El enorme pasado español de EE.UU. a través de quince personajes desconocidos de la Ruta 66
Mario Garcés acaba de publicar ‘La huella española en la ruta 66’ (Pinolia), un libro para poner en valor los gigantescos vínculos compartidos entre ambos países
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónHay quien no recuerda que la primera comida de acción de gracias la celebraron unos conquistadores españoles. Que el primer libro que se publicó en lo que hoy es EE.UU. lo escribió un jesuita español. Que la primera obra de teatro en este ... territorio fue también de un español. Que el dólar toma su símbolo de las muy hispánicas columnas de Hércules . O que hasta avanzado el siglo XIX el 53% del territorio norteamericano era español.
Noticias relacionadas
«En vez de reivindicar este pasado magnífico lo ignoramos dentro de un proceso constante de autodemolición de nuestra historia», señala Mario Garcés, escritor, diputado del PP, jurista, académico y actor, que acaba de publicar ‘La huella española en la ruta 66’ (Pinolia), un libro para poner en valor los gigantescos vínculos compartidos entre EE.UU. y España a través de quince episodios reales, ficcionados para hacerlos más atractivos al público.
Garcés conoció Nueva York en 1983, cuando estuvo actuando en Broadway de la mano de José Antonio Labordeta , y allí comprendió la importancia de la Ruta 66, una carretera mítica que recorre el país de este a oeste. Su sueño es subirse algún día a un Ford Thunderbird de color nácar y recorrer de punta a punta un continente donde las huellas de la conquista y la exploración siguen visibles, pero de momento se ha contentado escribiendo este libro, «una especie de donde –bromea el escritor– quien acaba tirandose por un precipicio son los que denostan nuestra historia».
Una imagen distorsionada
Los primeros en desdibujar la huella española en América fueron los anglosajones, interesados durante el siglo XIX en expulsar a aquella nación católica y monárquica de sus fronteras, rivalidad que eclosionó en la guerra del 98, donde la propaganda estadounidense presentó a los españoles como seres abyectos. Luego le tocó el turno a los propios españoles a la hora de borrar su largo historial en Norteamérica.
«Hay en España una especie de autodestrucción que requeriría un estudio antropológico. En la actualidad, persiste una visión negacionista desde la izquierda y desde una historiografía vinculada a ellos para borrar nuestra historia», explica el autor de ‘La huella española en la ruta 66’ (Pinolia) . A estos esfuerzos contemporáneos se han sumado, desde el otro lado del charco, los de «un indigenismo totalitario que ofrece una imagen de España salvaje y bárbara, muy alejada de la realidad».
Entre unos y otros, han solapado historias increíbles como la del ventrílocuo español, tío de José Luis Moreno , que triunfó en EE.UU., las vivencias en Hollywood de Enrique Jardiel Poncela, el exilio de Ramón J. Sender en Albuquerque o la odisea de Marcelino, nacido en Jaca, el payaso más famoso de su tiempo. Un saco de aventuras caídas en el olvido que ha hecho que los propios españoles desconozcan que un arquitecto español, Rafael Guastavino, fue el responsable de patentar un sistema de arco de baldosas presente en ocho de los diez edificios más representativos de Nueva York .
«Hay que restablecer los vínculos por una necesidad cultural, económica y lingüística sin la necesidad del torpe y falso dilema de que las relaciones de un lado influyen a las del otro»
Garcés viaja incluso al siglo XVIII para sacar de la leyenda negra a fray Junípero Serra , evangelizador en la Alta California cuyas estatuas han sido atacadas en los últimos años. «Es sorprendente que se esté masacrando la imagen de este gran mallorquín, el único español propuesto por un estado, el de California, para formar parte de la iconografía del Capitolio de EE.UU. Una persona que avanzaba evangelizando en nombre de Dios, con los pies llenos de llagas», recuerda este escritor aragonés.
A pesar de sus numerosos vínculos comunes y de unos personajes que forman parte de la memoria de ambos países, las relaciones de EE.UU. y España han oscilado con demasiada frecuencia entre la indiferencia y el recelo. Todo ello bajo la premisa falsa, en opinión de Mario Garcés , de que llevarse bien con el norte de América significa llevarse mal con el sur del continente, y viceversa. «Hay que restablecer los vínculos por una necesidad cultural, económica y lingüística sin la necesidad del torpe y falso dilema de que las relaciones de un lado influyen en las del otro. Dar a conocer nuestra historia puede mejorar las relaciones tanto con EE.UU. como con Hispanoamérica», afirma el autor de un libro con prólogo del exministro José Manuel García-Margallo.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete