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Cuando Valle-Inclán criticó a la «dictadura socialista» de España y fue tachado de «fascista»

El famoso escritor gallego, un republicano convencido que incluso se presentó a las elecciones de 1931 con el Partido Radical de Lerroux, sorprendió con sus elogios a Mussolini tras regresar de una estancia en Roma

Valle-Inclán, en una imagen de 1925 ABC

Israel Viana

Ramón María del Valle-Inclán llevaba solo cinco meses viviendo en Roma como director de la Academia Española de Bellas Artes cuando, cuando sorprendió con varias reflexiones a favor del fascismo en una polémica entrevista publicada en el diario «Luz» , el 9 de agosto de 1933. En ella, el famoso escritor gallego decía que Mussolini estaba haciendo «una gran obra» en Italia y que «si existieran unos Estados Unidos de Europa, la capital no podría ser otra que la Roma fascista». Pero lo que más no debía gustar al Gobierno de la época y sus seguidores es que también dedicó una serie de críticas contra la Segunda República , a la que tachó de «dictadura»: «España sufre ahora la dictadura socialista. Los egoísmos de esta clase esclavizan a las otras», aseguraba.

No hay que olvidar que el autor «Divinas palabras» se había presentado en las listas del Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux en las elecciones de 1931. Por eso, hasta el mismo Federico García Lorca se extrañó y cargó contra él en 1933, en la que no dudó en tacharle de fascista en otra entrevista: «Valle-Inclán se nos ha vuelto fascista en Italia y esto es para indignar a cualquiera. Algo así como para arrastrarlo de las barbas».

Aquel giro de Valle-Inclán contra los republicanos podía calificarse de asombroso si tenemos en cuenta que, a sus 66 años, llevaba un tiempo radicalizando sus posturas hacía la izquierda. De hecho, tiempo atrás se había entusiasmado con la Revolución rusa y aproximado al marxismo, hasta el punto de pedir para España «una dictadura como la de Lenin» cuando Primo de Rivera llegó al poder. A finales de la década anterior, incluso había participado activamente en la huelga estudiantil de 1929, lo que le valió multas, semanas de encierro en la cárcel Modelo de Barcelona y la censura de algunas de sus obras de teatro.

Once años de fascismo

No todo el mundo entendía en España que el escritor hubiera virado de tal manera contra la República y hubiera vuelto su mirada hacia Italia. Este mismo periódico insistía en esa misma sorpresa en 1933, en un artículo titulado «La personalidad internacional de Mussolini» : «Inteligencias tan superiores y hasta izquierdistas como la de nuestro eximio escritor han regresado de Roma muy impresionados, haciendo partícipe al público español de la grandeza de la obra realizada por el fascismo en escritos que rezuman sinceridad».

Retrato de Valle-Inclán, poco antes de morir, en la década de 1930 ABC

En el momento en el que Valle-Inclán elogió la figura de Mussolini, hacía ya una década que el fascismo había asaltado el poder en Italia con la famosa Marcha sobre Roma , dejando varios muertos, heridos y edificios públicos destruidos por el camino. En aquellos días de 1922, España se preguntaba quiénes eran aquellos fascistas y qué quería su líder. Ramiro de Maeztu lo definió en «El Sol» como «un movimiento político inclasificable dentro de los casilleros del siglo XX», mientras el escritor Manuel Bueno se preguntaba en «El Imparcial»: «¿Cómo una fuerza que era considerada hasta ayer un elemento de desorden ha podido conquistar el poder en Italia?». Se refería a que, en las elecciones de 1919, dos años antes de la violenta marcha, el partido fascista había obtenido solo 5.000 votos de los 270.000 de Milán, la ciudad por la que se presentó, y ni un escaño en el Parlamento.

Aquel Mussolini encumbrado por Valle-Inclán el 9 de agosto de 1933 en la «Luz», tres años antes de que estallara la Guerra Civil española , había puesto ya la primera piedra para que surgieran en Europa otras muchas dictaduras (Bulgaria, Turquía, Portugal, Alemania) y marcado el camino para que los nazis desarrollaran su posterior política de exterminio en la Segunda Guerra Mundial. «Los camisas marrones probablemente no hubieran existido sin los camisas negras. La marcha de 1922 sobre Roma fue uno de los hitos de la historia y nos llenó de ánimo. Si a Mussolini le hubiese vencido en velocidad el fascismo, no sé si nosotros hubiésemos podido resistir. El nacionalsocialismo era en esta época una planta muy débil», reconoció el «Führer» estando ya al frente del Gobierno.

«¿Según usted, por lo tanto, el pueblo italiano se siente satisfecho?», le preguntaba el periódico republicano que había sido impulsado por José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala. La respuesta estaba bien clara: «Indudablemente, sí. Esto depende de que las dictaduras en Italia han sido siempre personales, de un hombre solo, no de una colectividad, y esas estas dictaduras pueden ser beneficiosas. En cambio, las dictaduras de una clase sobre las demás ya no lo son, porque nada consiguen los egoísmos de la clase dictatorial, como es el caso de España. Los españoles han sufrido por parte de los cuatro brazos tradicionales: el brazo noble, el brazo militar, el brazo eclesiástico y el brazo popular».

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