Destrucción y lenguas de fuego en la España de Felipe II: «Se creó un puerto de lava cerca de Tazacorte»

En el siglo XVI, Leonardo Torriani dejó patente en un atlas elaborado para el monarca una de las erupciones más devastadoras del Tazacorte

Mapa elaborado por Torriani

Las imágenes que dejó el martes el volcán de La Palma fueron estremecedoras. A eso de la media noche, la colada de lava alcanzó el mar en la costa de Tazacorte y provocó una nube tóxica cargada de sustancias nocivas para el ser humano. Algo ... habitual, según los expertos, en más del 50% de las erupciones de la isla. Lo que se suele obviar son los cambios que se producen en el terreno tras este choque de temperaturas. Y algunos, como el nacimiento de puertos de lava , ya se dieron en la época de Felipe II .

La obra, redactada entre 1588 y 1592, incluía 67 dibujos y otros tantos planos. «Destacaban el diseño de las siete islas y el de las diez ciudades y puertos más importantes de entonces», explica Juan Tous en ‘Guía histórica del Museo Militar de Canarias’. Como el estallido se sucedió mientras el cremonés llevaba a cabo su investigación, dejó constancia de él en un apartado específico de la obra. Así la ha traducido Saga:

«Caía [la lava] como una solapa que cubría el monte alrededor [...], cayendo hacia abajo con punta de pirámide [...] se veían grandes piedras en mitad del monte [...]. En algunas fisuras las piedras se separaban [...] y se veían dentro grandísimas llamas. El horror y el estrépito que caía sobre nosotros no sabría con qué compararlos sino consigo mismos. […] De día se veían estas cosas, pero de noche no más que fuego, llamas, que creciendo con formas variables desde el monte (como ninguna maravilla de nuestro tiempo) se podría llamar el monte nuevo y prodigioso Proteo».

En el mapa, que cuenta con casi cinco siglos de antigüedad, se observa cómo las lenguas de lava bordean el puerto de Tazacorte hasta llegar al mar. Allí desaparecieron, aunque a costa de dejar tras de sí una destrucción que el propio Torriani describió de forma pormenorizada. En sus palabras, la tierra « parecía un espectáculo tan lúgubre como el fin del diluvio » y el humo « ahora negro, ahora blanco, ahora amarillo, ahora azul claro, ahora rojo » copaba el ambiente. Dos de las muchas corrientes de fuego llegaron al mar, donde se solidificaron y formaron una suerte de puerto tan grande que se podía caminar sobre él, aunque sin ninguna entrada.

El evento debió ser lo suficientemente llamativo para que Torriani, un ingeniero militar, le dedicase algunas páginas. Después del suceso, volvió al que era su trabajo inicial: describir y documentar las fortificaciones de las islas. «Su trabajo fue el que más hondo caló. Aunque, tras él, fueron muchos los ingenieros que se dedicaron al diseño y la construcción de las fortificaciones, participando en los reconocimientos que efectuaban los Capitanes Generales de las Islas, que iban acompañados de mapas de ellas y planos de las ciudades», explica Tous en su obra.

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