Cuando Francia, Gran Bretaña y la Alemania nazi estudiaron las ventajas de una Cataluña independiente
Varios informes diplomáticos y militares de las principales potencias de Europa analizaron ese escenario cuando comenzó la Guerra Civil en 1936, pendientes de los movimientos de Franco
Israel Viana
Desde que el Gobierno de Estanislao Figueras tuvo que hacer frente a la primera proclamación unilateral de estado catalán , el 5 de marzo de 1873, un mes después de que se estableciera la Primera República, la independencia de Cataluña ha sido siempre uno ... de los temas centrales de la política española. Prueba de ello son los fracasados intentos del entonces presidente de Esquerra Republicana, Francesc Macià, en abril de 1931 , y de Lluis Companys en octubre de 1934, tras acusar al nuevo ejecutivo de «monarquizante» y «fascista».
Pero lo que sí resulta sorprendente es que el asunto de la independencia de Cataluña fuera del interés de la Alemania nazi desde el momento en que estalló la Guerra Civil el 18 de julio de 1936. Hablamos de la Europa previa a la Segunda Guerra Mundial , en la que muchos países especulaban con los posibles escenarios que le esperaban a España y cómo estos podrían influir en el devenir del viejo continente.
Una parte hablaba de una posible revolución anarquista o comunista , lo que no era una idea muy descabellada si tenemos en cuenta que el régimen contra el que se había levantado Franco era la Segunda República. Otra parte veía una futura invasión de Francia, algo con lo que muchos republicanos soñaban, aunque solo fuera porque la victoria de Franco parecía cercana. Pero había una tercera parte que fantaseaba con la posibilidad de que Cataluña se independizara y, sobre todo, que creara un Estado formado por esta comunidad, más Valencia y las Islas Baleares. Es decir, lo que hoy se conoce todavía, y de manera confusa, como los Países Catalanes .
Un escenario posible
No eran pocos los informes diplomáticos y militares realizados por las principales potencias de Europa que apuntaban en este sentido. Algunos, incluso, daban por hecho que este escenario llegaría de manera inmediata, ya que los expertos en geopolítica consideraban a Cataluña una de las regiones más importantes en el Mediterráneo y, como tal, jugaría un papel decisivo en la futura guerra europea. Pero iban más allá y analizaban, también, los efectos que un posible gobierno independiente de Esquerra Republicana (ERC), con Lluís Companys como presidente, podría tener en las fronteras del sur de Europa.
Estos informes defendían que la independencia se produciría, sobre todo, si Madrid caía en manos de Franco . Y que, en ese caso, Cataluña sería protegido por Francia. Esa era la hipótesis que barajaban, al menos, los cónsules de Italia (Carlo Bosi), Gran Bretaña (Norman King) y Francia (Jean Tremoulet), que estaban destinados en España al comienzo de la Guerra Civil. El almirante italiano Vittorio Tur, destinado a Barcelona, llegó a informar de que sus colegas franceses manifestaban continuamente su deseo de que se produjera esta secesión, porque estaba convencido de que así sería más fácil conectar por mar con sus colonias en el norte de África.
Este fue el contexto en el que apareció publicado en la Alemania nazi el libro de Franz Pauser, « Spaniens Tor Zum Mittelmeer Und Die Katalanische Frage » («La puerta española en el Mediterráneo y la cuestión catalana»), que hacía referencia explícita a la independencia de Cataluña. La obra vio la luz en 1938, el mismo año en que Hitler firmó los acuerdos de Munich con Francia y Gran Bretaña. Los primeros ministros Neville Chamberlain y Édouard Daladier regresaron triunfales a casa convencidos de que habían apaciguado las aspiraciones bélicas del Tercer Reich. Se equivocaron, como comprobarán poco después.
La falsa paz
El 27 de septiembre de 1938, un día antes de que se iniciaran los mencionados acuerdos, el consejero de Justicia de la Generalitat, Pere Bosch Gimpera, enviaba al embajador francés, Eirik Labonne, uno de los capítulos de «La puerta española en el Mediterráneo y la cuestión catalana». En concreto, el que analizaba la propensión natural que tendría una Cataluña independiente a establecer una alianza con Francia. Esa hipotética situación era de enorme importancia para controlar el Mediterráneo occidental y a la Italia de Mussolini por parte del Gobierno galo, según defendía autor.
De ahí que Hitler también barajara hacerse con el control de Cataluña en algún momento de los años 30. Se cree que los líderes nazis mantuvieron contactos con la agrupación nacionalista radical catalana Nosaltres Sols! y con el Partit Nacionalista Català (PNC) . Y que hubo una cooperación estrecha entre ambos antes del inicio de la Guerra Civil, hasta el punto de que un grupo de independentistas llegaron incluso a ofrecer al «Führer» que desplegara sus bases militares en el territorio del futuro Estado catalán, a cambio de «recibir entrenamiento en el manejo de aviones y en la preparación de explosivos».
En cualquier caso, cuando se publicó el libro de Pauser en 1938, todavía no estaba descartada la susodicha independencia. De hecho, hasta ese momento se habían producido tres declaraciones unilaterales del «Estado catalán» : 1873, 1931 y 1934. Todas acabaron en fracaso, al igual que el intento de invasión de Cataluña que se llevó a cabo una década antes, durante la dictadura de Primo de Rivera por parte de quinientos independentistas. Un golpe de Estado en toda regla que contó con la ayuda en la sombra de Mussolini y que también fue reprimido.
«La importancia de Cataluña»
Según la traducción al español que hizo el consejero de Justicia de la Generalitat al embajador francés del capítulo de Pauser, el libro decía: «Si no se llegará a constituir la Cataluña grande, sería suficiente con una Cataluña que incluya la isla de Menorca, la cual no se encuentra todavía bajo el poder de Franco. De esta forma se reduciría la fuerza naval que tiene Italia en aguas del mar Tirreno y, en último caso, se amenazaría la posición italiana en Cerdeña. Cataluña es, además, un campo de tensión sobre el cual no todos han dicho aún la última palabra, especialmente Gran Bretaña».
Análisis parecidos serían recogidos por otros autores del bloque democrático europeo en títulos como « Axis planes in the Mediterranean: an analysis of German geopolitical ideas donde Italy, France, Balearic Islands, Gibraltar, Catalonia and Spain » (1939). Un libro en el que el lector podía encontrarse capítulos como «El puente terrestre de Cataluña a África», «El eje contra Cataluña» o « La importancia de Cataluña ».
Al principio de este último podía leerse: « La frontera de los Pirineos es la frontera de Cataluña . ¿Cuál es el papel que los estrategas alemanes atribuyen a ese país? Algunas respuestas fueron dadas en el libro de Franz Pauser, que forma parte de la serie “Poder y tierra”. Discutiendo sobre Barcelona, la capital de Cataluña, el autor comenta: “Aquí yace la principal puerta de España al Mediterráneo. La distancia entre esta ciudad y Marsella es de 200 millas, a Génova, 380; a Alger, 300; a Palma de Mallorca, 150, y al puerto de Valencia, 170. Barcelona es, además, uno de los centros de tráfico más importantes del Mediterráneo occidental».
«Una Cataluña autónoma»
Ambas obras incluían interpretaciones bastante alejadas de la realidad, premeditadamente o no. Una de ellas, incluída en este último, decía: «Pauser entra en detalles para mostrarnos cómo son los países catalanes (Cataluña, Valencia y Baleares), un antiguo reino independiente , y cómo el Movimiento Nacionalista Catalán, que trabaja por la libertad, ha logrado establecer una Cataluña autónoma desde la proclamación de la República española».
Cataluña nunca fue independiente y ni tan siquiera estuvo entre las reivindicaciones de muchos de los presidentes de la Generalitat. Josep Tarradellas , el primero en ocupar ese cargo tras la muerte de Franco, llego a decir: « Yo soy contrario a la independencia igual que no creo en los Países Catala nes». Tampoco el dictador español apoyó a Hitler ni entró en la Segunda Guerra Mundial, de manera que, poco a poco, las potencias extranjeros dejaron de analizar los posibles escenarios de Cataluña.
Pauser, sin embargo, insistía en la importancia que el futuro estatus de los Países Catalanes tendría en Europa. Un argumento que los mismos círculos nacionalistas catalanes ya utilizaron durante aquella época cuando se reuníanirse con los diplomáticos franceses destinados en Barcelona, durante los últimos meses de la Segunda República. A pesar de ello, el libro nunca fue traducido al español.
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