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Entrevista a Rodríguez de la Peña

«En crisis de conciencia nacional se multiplica la tergiversación de la historia»

La pasada semana tuvieron lugar las jornadas de «La Reconquista a debate», organizadas por la Universidad CEU San Pablo y la Fundación Villacisneros, donde se combatieron muchos mitos sobre este episodio

Batalla de Navas de Tolosa, pintura de Augusto Ferrer-Dalmau
César Cervera

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En los ochocientos años que duró la Reconquista en ambos bandos se vivieron fases radicalmente diferentes donde el discurso fue mutando al ritmo de los acontecimientos internacionales. De cómo se convirtió aquella guerra territorial, de retórica neogoticista, en una auténtica cruzada internacional versó la intervención el pasado jueves del historiador Manuel Alejandro Rodríguez de la Peña en las jornadas «La Reconquista a debate», organizadas por el Instituto de Estudios Históricos de la Universidad CEU San Pablo y la Fundación Villacisneros . «España es una realidad histórica que nace en la Edad Media», recuerda en una entrevista a ABC Historia Rodríguez de la Peña, profesor y uno de los organizadores de estas jornadas.

–Su conferencia «La Reconquista como guerra santa» contextualiza cómo se convirtió la Reconquista en una cruzada del Papa.

–Sí. Trato de explicar cómo a finales del siglo XI, la Reconquista empezó a adquirir un tono y un discurso distinto, de modo que se pasó de una retórica neogoticista, de guerra santa no internacional, a una cruzada en todos los sentidos. Con la cristiandad como foco y no solo la España goda. Desde Roma se irá introduciendo en España esta idea de cruzada, lo que implica unas claves distintas, como la remisión de pecados, la espiritualidad de los combates y el creciente papel del Papado. Se pasa, en definitiva, de una lucha territorial en España a una universal de toda la cristiandad.

Manuel Alejandro Rodríguez de la Peña

–Se suele dar por hecho siempre que la religión jugó un papel predominante desde el principio en ambos bandos. ¿Es cierto?

–En el lado musulmán está clarísimo que hay un factor de guerra santa sin lugar a duda, pero con los cristianos, en cambio, hay controversia entre historiadores sobre cuándo aparece el componente religioso en el conflicto. Hay un debate sobre en qué medida en los cuatro primeros siglos pesaba la religión en el periodo bajomedieval asturleonés por encima de otros factores. No está clara la respuesta. Desde luego si queremos hablar de guerra santa antes del siglo XI está claro que sería en clave neogoticista. El referente no era la cristiandad universal y el papado no jugaba ningún papel. Esa espiritualidad de guerra santa es más tardía. Hasta 1143 no se puede afirmar con rotundidad que hubo cruzadas en España.

–¿A partir de cuándo y por qué se puede hablar de cruzada?

–El Papa Eugenio III incluyó las operaciones de la Reconquista en su llamada a la segunda cruzada, que, a diferencia de la primera, no se limitó solo a Tierra Santa. En esta segunda cruzada, las indulgencias y los beneficios espirituales se extendieron también a los cruzados que actuaran en la Toma de Almería o en la Conquista de Lisboa. A partir de 1143 se puede hablar ya de que las operaciones de los reconquistadores eran parte de una cruzada internacional dirigida por el papado. Ese fue el punto de inflexión.

–Un mito persistente es el de la tolerancia religiosa en el Al-Andalus frente a unos cristianos fanáticos, cruzados sin escrúpulos. ¿Se sostiene históricamente el mito?

–No se puede afirmar que hubo tolerancia religiosa en un sentido general, ni entre cristianos ni entre musulmanes, porque estamos hablando de un episodio de ochocientos años con muchas fases y episodios diversos. Depende del momento y del lugar . En Al-Andalus hubo expulsiones masivas de cristianos y de judíos con los almohades, pero también hubo momentos de tolerancia como en los reinos taifas. Lo mismo ocurre con los cristianos. No obstante, hay que entender esa tolerancia en un sentido romano y medieval, es decir, toleraban algo que no les gustaba, que les parecía mal y al que daban menos derechos que a los de su credo. Tanto los cristianos como los musulmanes daban al diferente un estatus inferior. Ningún bando otorgó nunca un estatus de igualdad.

–¿Esa tolerancia se perdió en la Edad Moderna?

–Si comparamos esa tolerancia con la de la Edad Moderna desde luego que en la Edad Media fueron más tolerantes. La España medieval de la Reconquista fue, sin lugar a dudas, mucho más tolerante con otras religiones de lo que será más tarde la Europa de la confesionalización por la Reforma protestante. En cualquier caso, ya digo que no valen las generalidades. Incluso en la Edad Media hay que ver siglo por siglo.

–Los almorávides y los almohades, venidos del norte de África, agitaron el odio religioso en el bando musulmán, algo parecido a lo que hicieron los francos en el cristiano. Todos ellos vinieron de fuera a radicalizar los ánimos.

–Sin duda. Los francos y en general los ultrapirenaicos tenían una mentalidad más fanática, más intolerante hacia los musulmanes y judíos que la que tenían los cristianos peninsulares. Lo mismo ocurría en Al-Andalus. Los andalucíes tenían una mentalidad más tolerante que los fanáticos norteafricanos como almohades o almorávides. No se suele recordar que los almohades fueron expulsando a su paso a la población cristiana y judía que encontraron, de modo que cuando volvieron los reconquistadores apenas había nadie que no fuera musulmán.

–¿Por qué consideráis tan necesario unas jornadas sobre la Reconquista hoy en día?

–Porque en momentos de crisis de conciencia nacional, como la que vivimos hoy, el interés por la historia se multiplica y la gente tiene más interés por el pasado y sus raíces. Con ello se multiplica la tergiversación de la historia y los mensajes confusos. Hoy en día, hay una cacofonía de voces discordantes con todo lo relacionado con la Reconquista, por lo que creíamos necesario desde la comunidad académica establecer con rigor un consenso historiográfico básico sobre este episodio fundamental de nuestro pasado. Creíamos que era importante hacerlo ahora.

«Los andalucíes tenían una mentalidad más tolerante que los fanáticos norteafricanos como almohades o almorávides»

–¿Por qué cree usted que algunas personas dudan de la idoneidad del propio concepto?

–Es incómodo el término Reconquista para algunas personas por el uso político que se le ha dado a lo largo de los siglos, tanto con ánimo de elogiarlo como de desprestigiarlo. Hoy en día, a los historiadores nos preocupa ese uso, que a veces conlleva que al emplearlo historiográficamente se te pueda catalogar de una cosa u otra. Nosotros pensamos que es un término con el suficiente consenso académico para que su uso sea neutro. Hemos llegado al punto de que si alguien lo usa debe adscribirse a una u otra ideología, lo cual es un despropósito. Queríamos reivindicar que se pueda usar más allá del debate ideológico.

–Sostiene Roca Barea en su último libro que los historiadores españoles han preferido centrarse en la Edad Media para evitar meterse en épocas más conflictivas.

–No estoy de acuerdo en eso, creo que hay otra razón más importante. España es una realidad histórica que nace en la Edad Media. El interés de los españoles por su identidad ha llevado a sus historiadore hasta ese periodo clave. No se puede entender quiénes somos si no comprendemos la Edad Media española. Además, los nacionalismos periféricos también han buscado y justificado su identidad ficticia en la Edad Media, lo cual ha centrado la atención allí. En consecuencia, sí, tenemos una de las escuelas medievalistas más brillantes de Europa.

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