«Challenger, acelerando» «Roger, acelerando» «¡Oh, oh!...»
Se cumplen 25 años de la mayor tragedia espacial de la historia. Una explosión que conmocionó al mundo entero y puso en duda los avances tecnólogicos de EE.UU.
Estados Unidos acababa de concluir un informe que preveía la colonización de la Luna y Marte, e incluso Ronald Reagan estaba a punto de dar luz verde a la construcción de un nuevo transbordador espacial de 3.000 millones de dólares. La carrera espacial parecía ir viento en popa para el «Tío Sam» hasta que el 28 de enero de 1986, hace hoy justo un cuarto de siglo, el transbordador Challenger saltaba por los aires tan solo un minuto después de despegar. Es, hasta el día de hoy, la mayor tragedia espacial de la historia.
– «Los motores están acelerando. Los tres motores están ahora al 104%».
– «Challenger, acelerando»
– «Roger, acelerando».
– «¡Oh, oh...!», exclamó el piloto y astronauta Michael Smith , según las conversaciones transcritas por la NASA , antes de que el cielo de Florida se viera sorprendida por una enorme bola de fuego. Después, vino el silencio.
«Fue como una granada que explota para convertirse en bengala», describía José María Carrascal para ABC . Se apreció una pequeña explosión en la parte central del cohete lateral derecho que, cuando alcanzó el gran tanque central que almacenaba el combustible líquido, en apenas fracciones de segundo, se convirtió en una gigantesca llamarada. Además de Smith, fallecían cinco cosmonautas y la considerada primera profesora del espacio , Christa Corrigan McAuliffe , que había sido seleccionada para dar una clase desde el espacio a 25 millones de niños.
¿Negligencia de la NASA?
Un informe realizado por una comisión presidencial resumió la catástrofe como «la historia de un accidente que no tuvo porque ocurrir». Una expresión que no hacía sino esconder lo que muchos calificaron de negligencia de la NASA, producido por un fallo en el funcionamiento de los «anillos O», unas juntas que debían asegurar la perfecta estanqueidad de los dos cohetes aceleradores que explosionaron.
«Un carámbano de hielo puntiagudo a altas velocidades puede ser tan peligroso como una bala»
Esta deficiencia podría haberse evitado si la NASA hubiera tomado las precauciones necesarias, sobre todo después de las bajísimas temperaturas que se habían registrado la noche anterior. El frío, al parecer, hizo que las juntas no cerraran bien, que cogieran cierta holgura, por donde se produjo un escape de gas. Esta fuga de gas perforó el depósito principal de combustible, que terminó ardiendo.
Pero hasta llegar a estas conclusiones tuvieron que pasar cuatro meses. Y, aunque se llegó a barajar incluso la hipótesis de un sabotaje, lo cierto es que las primeras sospechas recayeron sobre el hielo que se había formado durante la noche. «Un carámbano de hielo puntiagudo a altas velocidades puede ser tan peligroso como una bala», afirmaba Carrascal.
Catorce astronautas muertos
El informe de 200 páginas no hizo sino poner de manifiesto las limitaciones tecnológicas de la primera superpotencia del planeta, que, tras la tragedia, decidió no retrasar sus proyectos de una carrera espacial que tenía 25 años de antigüedad y que, junto a la URSS, se había cobrado la vida de un total de 14 astronautas . Las primeras: Virgil Grissom, Edward White y Roger Chaffe, quienes el 27 de enero de 1967 morían carbonizados en una cápsula «Apolo» a punto de ser lanzada al espacio.
«Estabamos acostumbrados al éxito, sin darnos cuenta de que tarde o temprano algo así tenía que ocurrir. La Historia es así, triunfo y tragedia, y el avance del hombre se hace sólo a costa de golpes como este», dijo John Gleen, el primer norteamericano que fue al espacio , sobre una suceso que conmocionó al país tanto como el asesinato de Kennedy.
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