El día que ABC hundió el Viaducto de la calle Segovia
«A las cuatro y media, cuando nuestro número estaba para entrar en máquina, recibimos aviso telefónico de que el Viaducto de la calle Segovia se ha hundido ». Así anunciaba ABC la catástrofe ocurrida en Madrid el 28 de diciembre de 1905, cuando uno ... de los puentes más robustos y emblemáticos de la capital se hundió inesperadamente durante la madrugada… o más bien destrozado y demolido por unos cuantos redactores «despiadados», que tuvieron la idea de publicar semejante «catástrofe» en las páginas del periódico. Era la primera inocentada de ABC en su larga historia .
En sus páginas se informaba a los lectores, que acudieron inmediatamente en masa a contemplar el siniestro, que rápidamente se personaron en la calle Segovia varios redactores y fotógrafos para dar fe del suceso. Los primeros enviaron, supuestamente, los datos que se publicaron, mientras los segundos varias fotografías, de las cuales se publicó sólo una «por el apremio del tiempo».
La imagen publicada es la que se puede ver aquí, un perfecto montaje, de una calidad impresionante para la época, realizado por el «Sr. Medina Vera, que compuso la fotografía, cortó y echó abajo el viaducto», tan visitado ese día, y recibiendo, «en vez de protestas y maldiciones por su obra destructora, muchas felicitaciones».
El relato, perfectamente construido, hablaba de unos guardias que, desde las 12 de la noche escucharon ruidos extraños, «como crujidos de un árbol que se desgaja, pero que no dieron importancia a la cosa, creyendo que los producía el viento que reinó toda la noche».
Tras el estruendo producido por el hundimiento del viaducto, añadía el periódico, la alarma rápidamente cundió entre los vecinos, que salieron asustados a los balcones. «Miles de personas contemplan el triste cuadro que ofrece el hundimiento. Hoy desfilará todo Madrid por el mismo sitio para lamentar esta nueva desgracia, que priva a la corte de una de las más bellas y atrevidas construcciones modernas».
Y así fue, para mofa del periódico, pues no fueron pocos los que acudieron de verdad, nada más enterarse de la noticia, a contemplar las ruinas del monumento sobre el suelo… pero no encontrando allí nada más que el Viaducto de siempre, y como siempre.
Para que la cosa no pasara de la cruel broma a la muerte por taquicardia, se informó de que no ocurrieron desgracias personales, de que nadie encontrara «su sepultura al pie o entre los hierros del Viaducto», pues «la hora intempestiva en que el siniestro ha ocurrido no es la más a propósito para el tránsito de personas ni de coches». ¡Menos mal!
Tesoro oculto en plena Castellana
No tuvo tampoco compasión ABC al año siguiente, cuando anunció el « tesoro descubierto en las obras de desmonte del Obelisco de la Castellana ». El mismo monumento que iba a ser trasladado a la plaza de la Alegría, para colocar en el sitio la estatua de Castelar.
«Ayer a última hora de la tarde levantaron los operarios unas losas del basamento y observaron que bajo ellas había, recubierta de tierra, un arca de madera como de un metro de larga y medio de ancha, con herraje y aplicaciones que aparecían medio destruidas por el óxido y la humedad», contaba ABC lo que quería hacer creer que era, otorgándole a la historia algo de intriga, una caja sin importancia. Sin embargo, los transeúntes observaron, al saltar uno de los tableros del arca, que en el fondo había «un montón de monedas de oro entre doblas y onzas, cuyo número no bajaría de trescientas, pudiendo calcularse su valor en día, habida cuenta del premio de oro, en unas treinta mil o cuarenta mil pesetas».
Y se la hicieron de nuevo a los madrileños, que acudieron al palacio de Bellas Artes a ver los documentos y las monedas halladas en arca… que nunca existió. Y peor fue para los obreros, para quienes ABC consideró que deberían haber correspondido las monedas, de haber existido.
A partir de ese momento, tomar el pelo a los lectores, cada día de los Santos Inocentes, se convirtió en una tradición para ABC, una costumbre que se ha repetido en la prensa española durante el siglo XX y en la que el periódico de Torcuato Luca de Tena fue uno de sus pioneros. «Al salir hoy a la calle, todo español despabilado llevará una fuerte preocupación entre una y otra ceja. Hoy es el día de los Santos Inocentes… ¡Por Dios, que no nos engañen!», reivindicaba en ABC, el 28 de diciembre de 1908, el escritor español del Regeneracionismo, José María Salaverría . ¡Ándense hoy, pues, con mucho ojo!
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