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Las 6 armas que convirtieron a la Guardia Pretoriana en los soldados más letales de las legiones romanas

Aunque en la práctica portaban las mismas que los legionarios, se valieron de otras como el pugio y se esforzaron por demostrar, mediante una rica decoración, su posición dentro del estamento militar

Manuel P. Villatoro

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La imagen que tenemos de los pretorianos es la que se asentó tras la reforma motivada por César Augusto . Él fue quien cogió aquel pequeño grupo que formaba la escolta personal de algunos líderes locales y moldeó, en el año 27 a. C., un nuevo cuerpo permanente de 4.500 soldados de élite dispuestos a dar su vida por él. Así nació la Guardia Pretoriana que hoy han mitificado las películas. Mejor retribuida que el resto de combatientes, diestra en el arte de la lucha y con cierta influencia política, esta experimentada unidad contaba, cuando combatía a pie, con un armamento similar al de los legionarios . No obstante, sus miembros se cuidaban de modificarlas para demostrar que su poder adquisitivo era mucho mayor.

1-Pilum (jabalina)

La función del pilum, a pesar de su característica apariencia de lanza, no era su uso en el combate cuerpo a cuerpo. Por el contrario, expertos como el doctor en Historia Raúl Menéndez Argüín o el divulgador Stephen Dando-Collins son partidarios en sus respectivas obras de que se correspondía con el arma arrojadiza más básica de la infantería romana. Más allá de que su elevado peso constituía una molestia durante las largas marchas que los soldados llevaban a cabo, la realidad es que sus ventajas fueron tantas que las legiones se valieron de él durante nada menos que cinco siglos. La Guardia Pretoriana, de hecho, fue de las últimas unidades en abandonar su uso allá por el siglo III.

En la práctica, y a pesar de que las medidas variaron mucho a lo largo de las décadas (Dando-Collins afirma en «Legiones de Roma» que el «más corto era de 152 centímetros y el más largo de 213»), el pilum constaba de dos partes bien diferenciadas. La estructura básica del mismo (la inferior o asta) era una pieza de madera circular cuya parte superior estaba elaborada, según afirma el Conservador-Restaurador del Museo de Palencia Carmelo Fernández Ibáñez en su dossier «Equipamiento armamentístico del legionario altoimperial» , en forma «troncopiramidal». A su vez, contaba con «funciones de tope para la mano».

En su extremo inferior, la estructura de madera estaba rematada por un pequeño cono de hierro ( cupis ) cuya finalidad era que el arma se quedase clavada en el suelo de forma vertical cuando el legionario así lo necesitase. No obstante, Fernández es partidario de que, en la actualidad, no existen evidencias arqueológicas de ello.

Pilum

La zona superior del pilum, la moharra , era la peligrosa. En «La guardia pretoriana I. Equipamiento» , Argüin explica que era metálica y que contaba, a su vez, de dos elementos diferenciados. Una larga parte metálica (de entre 60 y 90 cm) y, a continuación, la punta (de 5 cm).

Al igual que con el cupis, tampoco existen vestigios arqueológicos de la esfera metálica que, según la mayor parte de los expertos, se incluyó entre la moharra y la estructura de madera. «Se ha creído ver en ella un contrapeso para que el arma ganase peso en su caída parabólica y fuese, así, más efectiva y mortal», desvela el experto.

El resultado era un arma con gran poder de penetración que su portador arrojaba desde una distancia de entre 5 y 20 metros al enemigo. Su peligro era doble. Por un lado, tenía la capacidad de superar las armaduras e incrustarse en la carne humana. Por otro, causaba un gran problema al contrario si este lograba detener el impacto con su escudo. Y es que, era casi imposible extraer el pilum si se clavaba en él debido a la forma de pirámide que tenía su punta. Lo mejor, llegado ese triste momento, era deshacerse de esa importante defensa de madera.

Los pretrorianos incluían filigranas con forma de águila en sus jabalinas para distinguirse del resto de soldados

Según el historiador Plutarco , durante la época de Cayo Mario las legiones introdujeron un curioso cambio en el pilum. Al parecer, se sustituyó uno de los pasadores metálicos que unía la estructura con la moharra por uno equivalente en madera. ¿La razón? Se buscaba que, cuando la jabalina impactase contra los escudos enemigos, esta pieza se partiese y el enemigo no pudiese reutilizar el arma. Con todo, los historiadores no se ponen de acuerdo sobre si este truco fue real o no.

Como pretorianos que eran, nuestros protagonistas incluían elementos que diferenciaban sus pila de los del resto de la tropa. Lo habitual era que decorasen el lastre de estas armas con una filigrana en forma de águila , en lugar del característico escorpión. Tal y como afirma Arturo Sánchez Sanz en «Pretorianos, la élite del ejército romano» , esto les permitía también recuperar las jabalinas tras la contienda y llevarlas a un herrero local para que «rehabilitara las puntas dobladas».

2-Lancea (jabalina ligera)

El hasta o lancea era un arma arrojadiza utilizada, al menos en principio, por la infantería ligera y la caballería. Sin embargo, sus ventajas en combate terminaron por generalizarla y terminó por sustituir al pilum. La Guardia Pretoriana , reticente a los cambios, evitó adoptarla hasta el siglo III.

En la práctica, la hermana pequeña del pilum contaba con unas dimensiones y un peso menor, lo que se tradujo en un menor coste de fabricación y en una comodidad mucho mayor para el portador. A pesar de que estas características limitaban su capacidad de penetración, su alcance era mucho mayor. De hecho, se potenciaba gracias a un propulsor de tiras de cuero llamado amentum .

Guardia pretoriana

Fernández deja patente en su dossier que su diseño era mucho más sencillo que el del pilum: «Constaba de tres partes: la punta o moharra de hierro, la parte central de o asta confeccionada en madera de sección circular y, en el extremo opuesto, un cono también de hierro llamado regatón o cupis». La función de este remate era mantener el arma en posición vertical cuando se requería, equilibrar el peso total de la lancea, servir de estoque si la punta contraria se partía y, por último, controlar a las multitudes en el caso de que se produjeran disturbios. «Era muy útil contra unidades que habían perdido la formación o se batían en retirada», añade Sánchez.

Este autor es partidario de que la Guardia Pretoriana, aunque reticente, se valió de la lancea para llevar a cabo sus labores de escolta y seguridad dentro del palacio.

3-Gladius (espada corta)

El gladius fue, junto al pilum , el arma de dotación básica de cualquier soldado romano. Ya fueran infantes o jinetes, durante siglos los legionarios portaron, orgullosos, esta espada corta en su cinto.

Fue en el siglo III a. C. cuando las legiones se toparon por primera vez con este curioso utensilio. Por entonces vieron su efectividad en las manos de los mercenarios celtíberos que se habían alistado en el ejército de Aníbal . El resto, como se suele decir, es historia. En poco tiempo, la denominada gladius hispaniensis se ganó un hueco entre las unidades más letales de la antigüedad.

Aunque el gladius contó con multitud de evoluciones y hasta cuatro modelos destacados (cada uno con sus propias particularidades y medidas), todos tenían una serie de características comunes. «Constituía un objeto muy manejable , contundente , con doble filo y afilada punta , que en principio podía utilizarse como estoque e instrumento de tajo», explica Fernández. Tan cierto como esto es que estaba diseña principalmente para ser clavada. En la práctica, la hoja solía medir entre 40 y 50 cm a los que sumaban los 30 de la empuñadura.

Gladius

Desde el siglo I d. C., el modelo favorito entre la Guardia Pretoriana fue el Pompeya . Instaurado a partir del reinado de Tiberio , contaba con una hoja de 50 centímetros, más estrecha que su antecesora, y filos rectos y paralelos. «Resulta una espada más manejable, tanto en el estoque como en el tajo», añade Fernández.

La vaina, de madera, contaba con ricas filigranas en el caso de la Guardia Pretoriana, lo que demostraba su mayor sueldo y su acceso a artesanos con mejores capacidades.

Su estructura constaba de cuatro partes. «La hoja se encontraba fabricada completamente en hierro, siendo la empuñadura de hueso con forma anatómica o estriada con dibujos elipsoidales para impedir que resbalase con el sudor y la sangre. A ambos extremos los "topes" formados en primer lugar el pomo semioval fabricado en metal, hueso o más raramente en marfil. Y en el lado opuesto un guardapuños normalmente de madera recubierto por una lámina de bronce», desvela Fernández en su dossier.

Sobre el lado en el que se portaba el arma existe mucha controversia. La idea más extendida gracias a los relieves hallados en Italia es que, antes del siglo III, los legionarios la llevaban en el costado derecho. Pero también se sabe que, cuando el recién nombrado emperador Severo cargó contra su nueva guardia por haber acabado con la vida de Pértinax (quien nació y falleció en el siglo II d. C.), les espetó lo siguiente: «Como soldados escogidos para custodiar al emperador, lleváis vuestras espadas a la derecha, no a la izquierda».

4-Spatha (espada larga)

A partir del siglo III d. C., y tras las reformas impulsadas por el emperador Séptimo Severo , arribó a Roma una nueva arma que cambió por completo la forma de entender los combates. Esta fue la spatha , de una extensión más considerable que el gladius.

Aunque las causas de que se implantara fueron varias, parece que la más determinante fue el uso de lanzas por parte de los bárbaros germanos. Eso obligó a los legionarios a portar armas más largas para poder acabar con los jinetes e impulsó la llegada de la esgrima de corte en sustitución de la de punta.

La hoja de la spatha era casi el doble de larga que la del gladius (entre 90 y 100 cm) y, como es lógico, más cara de fabricar que su hermana mayor. Eso hizo que los primeros en valerse de esta espada fueran los pretorianos y los oficiales . De hecho, y tal y como desvela Sánchez, lo habitual durante los primeros años era que «fuera un regalo del propio emperador».

5-Pugio (daga)

La daga ( pugio ) era la última arma con la que los ejércitos de Roma contaban dentro de su arsenal. En origen, este puñal fue utilizado por los soldados de la era republicana. Sin embargo, cayó en el olvido entre los legionarios debido a que su escaso tamaño y poca capacidad ofensiva. Pero no sucedió lo mismo con la Guardia Pretoriana. Esta lo adoptó en el siglo I a. C. y lo mantuvo durante quinientos años. Aunque, eso sí, más como un elemento de distinción y ornamento .

«El apego de los pretorianos por sus tradiciones, la necesidad de participar en muchos más eventos protocolarios o, incluso, por su utilidad para determinadas tareas como cortar alimentos, eliminar ramaje, tallar madera, etc., no solo lo mantuvieron en uso sino que con el tiempo se elaboró con extrema riqueza», desvela Sánchez.

Pugio

En palabras del mismo autor, el origen de este puñal se halla también entre las tropas hispanas. «Los reglamentarios contaban con un ancho mínimo en la hoja de entre 3 y 6 centímetros y entre 18 y 36 centímetros de largo. La zona de la nervadura central en la hoja era un poco más gruesa que en el gladius para reforzarla, con una espiga ancha y plana que debía facilitar el agarre a la empuñadura. Esta última no varió mucho a lo largo del tiempo, inspirada en las dagas biglobulares de los celtíberos del siglo II a. C.», completa.

6-Coraza

La coraza fue uno de los signos más distintivos de la Guardia Pretoriana durante algunas épocas. Aunque tan cierto como que en los relieves es posible disfrutar de pretorianos ataviados con ricas armaduras es también que muchos fueron a la batalla equipados con las mismas que utilizaban los legionarios. A lo largo de la historia de Roma existieron cuatro ligadas a la guardia personal de los emperadores.

La primera, y de hecho la más espectacular, fue la lorica thorax (coraza musculada). Su nombre no daba lugar a equívocos y representaba un torso escultural.

En segundo lugar se halla la lorica hamata (cota de malla), cuyo empleo se habría extendido, en palabras de Argüín, durante la primera etapa de esta unidad. «Estaba elaborada mediante pequeños anillos de metal enlazados entre sí y protegía por completo el tronco del portador; a veces podía prolongarse por debajo de la cintura hasta los muslos», añade el experto. Sus características la convertían en una defensa ideal contra cortes y flechas. Sin embargo, su considerable peso (entre 8 y 15 kilos) y su alto coste de fabricación terminaron por condenarla al olvido.

El tercer tipo era la lorica segmentata . Esta es la que las películas han popularizado y la que resulta imposible no asociar a los legionarios romanos. Consistía en una armadura formada por placas de metal rígidas unidas entre sí por trozos de cuero. Más barata de producir que la anterior, protegía de forma formidable contra los golpes de espada gracias a los refuerzos que se añadieron a los hombres. Tampoco era desdeñable para evitar cortes y detener flechas y dardos. Su reducido peso (hasta 9 kilos) era todo un activo.

«La última protección empleada masivamente por los pretorianos fue la coraza de escamas o lorica squamata », añade el experto. Su uso por los pretorianos habría que datarlo a partir de la segunda mitad del siglo II d.C., cuando empezó a extenderse entre las tropas auxiliares y, a la larga, saltó también hasta la guardia del emperador. «La cota de escamas se elaboraba mediante la aplicación de pequeñas piezas de metal, con forma de escamas más o menos grandes engarzadas entre sí, a una pieza inferior (de lino o cuero), que actuaba como base para mantenerlas en posición», desvela.

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