Psicólogos de barra
Alejandro Martín (Bar Jota): «A veces necesito un capote como el de Curro Romero»
Lleva décadas tras la barra de este emblemático establecimiento y no le tiembla el pulso tirando cervezas cuando su sediento público se agolpa a la misma hora
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Iniciar sesiónAlejandro Martín, más conocido como «Ale» o como «El peli» (así le llaman sus amigos moteros), está al frente de una de las barras con más historia de Sevilla: la del Bar Jota .
El establecimiento abrió sus puertas en el convulso año 1936 y ... es uno de los puntales del cerveceo en Nervión, un barrio que este negocio ha visto crecer en su casi siglo de historia . No son pocas las leyendas que acompañan a este espacio, como que la cerveza le llegaba directamente por una tubería que conectaba con la Cruzcampo.
Lo cierto es que la lleva un repartidor que, curiosamente, es nieto del que la traía durante los primeros años del Bar Jota. Se llama Mario y aparece con sus barriles en el transcurso de la entrevista para dejar su mercancía con la que poco después se aplacará la sed de los parroquianos.
Pero hoy quien nos ocupa es el personaje que lleva décadas tras su barra y que también encierra su propia leyenda: tiene un secreto para mimar los barriles y que el preciado líquido que contienen saque todo su potencial una vez que cae en los denominados «tanques», como llaman al típico vaso de 33 centilitros que utilizan en este establecimiento.
Alejandro es todo un experto en horas puntas y en calmar la sed de las decenas de parroquianos que se agolpan en su barra. A muchos de ellos los conoce bien, aunque cada vez para más gente joven por esta orilla de Luis Montoto.
¿Ha cambiado mucho la clientela del Bar Jota en las tres décadas que lleva tras su barra?
Antes era más de barrio, venían muchos trabajadores de la zona porque esta parte de Nervión era como un gran polígono y había talleres de coches, concesionarios o las naves de los trenes de Renfe. Ahora la clientela es más diversa y viene mucha gente joven.
¿Conserva clientes de toda la vida?
Siguen viniendo muchos parroquianos que ya lo hacían hace años, incluso ahora traen a sus hijos o sus nietos. Yo he visto crecer a muchos de ellos.
¿Cómo es el trato que se da aquí al cliente?
Es un trato familiar y cercano. Aunque me gusta ser serio y correcto, también hay momentos para las bromas cuando ya tengo más confianza con la clientela, porque lo cierto es que la primera impresión que doy es de camarero serio. No regalo sonrisas, sobre todo cuando no conozco al cliente. Ser serio es como mi protección ante el desconocido, y una vez que ya hay un trato habitual me abro más sin problema.
¿Cree que la figura del típico camarero seco sevillano está en peligro de extinción?
Puede llegar a desaparecer, porque ahora cada vez hay más extranjeros en los puestos de camareros. Es un trabajo muy duro y la mayoría de jóvenes de hoy día no están dispuestos a sacrificarse.
¿Ha hecho amistades trabajando detrás de la barra?
Sí, sobre todo moteros. Aquí paran socios de un motoclub con los que salgo de ruta de vez en cuando.
¿Cuáles son las mejores armas que tiene para trabajar en el bar?
La paciencia y la constancia. Detrás de la barra hay que ver, oír y callar. Hay que ser muy discreto porque al final te acabas enterando de todo. Si tuviera que contar las cosas de las que me entero detrás de la barra... sobre todo cuando la gente se pone “calentita” con la cerveza... ¡tendría para escribir un libro!
¿Se generan tertulias espontáneas entre los parroquianos?
Se habla mucho de fútbol pero en buen rollo. Aquí vienen tanto béticos como sevillistas y todos se sienten a gusto. Yo solo le doy caña al que me la da, pero siempre en tono de broma. También se forman muchas tertulias de motos.
¿Tiene clientes solitarios?
Algunos hay, que llegan y se toman sus cervezas sin hablar con nadie. Yo tengo por costumbre que si el cliente no me habla yo tampoco le doy conversación. Alguna vez llegan y se ponen a hablar, se desahogan, pero yo estoy aquí para poner cervezas no para hacer de psicólogo...
¿Qué hace si algún cliente se pone pesado?
Más que mano izquierda necesito un capote tan grande como el de Curro Romero. La clientela suele ser muy buena pero es cierto que a veces se necesita un cursillo de diplomacia. Si alguno se pone pesado le explico que tengo que seguir atendiendo y la mayoría lo comprende. Cuando se acerca la medianoche comienzo a apagar porque aquí se cierra a las doce.
Quién es
Tenía 25 años cuando empezó a servir cervezas en el Bar Jota. Acababa de tener un accidente trabajando en los astilleros y su tía, Mercedes Martín Falcón, le ofreció un puesto en el bar. De ella aprendió las claves del oficio que desempeña cada jornada desde aquel 10 de septiembre de 1989, una labor que ejecuta con desenvoltura, puesto que las horas puntas del Bar Jota precisan de templanza y mucha veteranía.
Además de Cruzcampo bien despachada, en este establecimiento de Luis Montoto son famosas las conservas y los frutos secos, aunque en los últimos tiempos se han apuntado a la moda gourmet con alguna que otra delicatessen enlatada. En los ratos libres que le deja el bar, Alejandro sueña con beber kilómetros con la misma sed con que sus clientes beben cerveza. No ve el momento de reponer su moto robada para lanzarse de nuevo a la carretera.
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