El secreto del éxito

Hasta que un día, un buen día, abrió las puertas la Taberna del Porvenir: desde entonces y hasta hoy, las colas se suceden dentro y fuera de este establecimiento esperando una mesa libre, un hueco en la barra, una esquina donde practicar el noble y viejo arte del tapeo.

¿Y cómo se explica esto? Analicemos: ¿es por la profusión de madera en la decoración? ¿será por la amabilidad del personal? ¿es por la calidad de las tapas? ¿o por la cantidad? ¿por la originalidad de la cocina? ¿por la tranquila terraza? ¿por la amplia bodega –con más de 40 vinos-? No lo sé, aunque me inclino a creer que por una vez el viejo aforismo «In medio, virtum est», se cumple perfectamente y es la mezcla proporcionada de todas las razones apuntadas, las que le hacen triunfar.

Pero vamos a tapear ¿no?

A mi me va a poner uno de esos enormes San Jacobo de Solomillo con patatas fritas para empezar a trabajar las muelas. Aunque no, mejor empiezo por una pechuguita bechamel, que tampoco es pequeña la tapa, al igual que ocurre con sus croquetas caserísimas.

Y ya que estamos de carne, sigamos con la «brasa» y prueba uno de los tres solomillos –carbonara, roquefort o whisky- si eres capaz de probar sólo uno y dejas atrás las tapas de secreto, churrasco y presa –nada habituales como tapas y más frecuentes como platos-.

Fríen bien, tres tapas difíciles de puntuar alto: calabacines, tortillitas de camarones y pavía de merluza .

Y no es posible salir de estas paredes sin tomar el revuelto que preparan de habitas baby con jamón serrano: ¡espectacular! Y si sigue con ganas de verde, hay una buena oferta no habitual por nuestros bares: ensalada de col, tomate aliñado, zanahoria, cogollos, champiñones,…

Y hay que ir terminando, ¿y qué tal si acabamos con una de las tablas: salmorejo con jamón, carne mechada, paletilla ibérica o la más solicitada «del porvenir» (¿a que no hay nada como bautizar a una tapa con el nombre del establecimiento que la acoge, para que automáticamente sea la más solicitada)?

A partir de ahora cuando veáis en esa curva de Bueno Monreal, un montón de coches en doble fila, ya sabéis de que se trata: del milagro, del secreto de esta Taberna, que con mucho buen hacer y no poco trabajo y dedicación tiene su nombre ya escrito, con tiza blanca, en la cabeza de muchos sevillanos.