Sol y Sombra: «Hay vida más allá del lomo al ajo»

Lo primero reseñable es que casi nada ha cambiado: el mismo ambiente de carteles taurinos, cartulinas a modo de pizarra con los platos, sillas de enea y botellines de tercio de Cruzcampo Especial. En cuanto a la carta, han añadido algunas cosas nuevas, principalmente arroces, pero lo fundamental sigue siendo lo de entonces.

Comenzamos pidiendo su lomo al ajo , merecido santo y seña de esta casa, tan bueno como recordábamos y más abundante de lo que recordábamos. Así que volvimos otro día y nos desquitamos con otras cositas. Las gambas al ajillo siguen siendo buenas de tamaño, pero no es lo que más recomendaríamos aquí, las hay mejores. Un revuelto de cola de toro , en el que lo principal -el toro y el revuelto- estaban estupendos y al que sobraban unas patatas fritas tipo bastón. Lo siguiente en caer fue un acertadísimo pisto -muy sabroso- aderezado con taquitos de jamón y gambas que lo remataban perfectamente. Rematamos con unas excelentes espinacas con garbanzos que te reconcilian con ese plato que últimamente tantos ponen y tan pocos saben hacer.

En los listados de espacios sevillanos que no se han dejado vencer por los tiempos modernos, debe figurar con letras de molde Sol y Sombra. No es fácil resistir tentaciones teniendo a la puerta turistas por castigo -turistas que ahora vienen solos y antes iban acompañados de guías locales- y mantener calidad y precio razonables.

Dicho lo cual es preferible apoyarse en la barra de siempre, en la más pegada al Cachorro que sentarse en el local de al lado, donde si la comida no te la dan los guiris a golpe de preguntas, te la da una mesa larga celebrando lo que sea que haya pasado. Pero eso son otras manías y de ello la culpa no la tiene la dirección.