Rosa de San Gil
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Resulta que unos gachós de la prensa internacional han ido a dar, nada más y nada menos, que en Panamá, con un hato de mangantes sin papeles pero con muchos documentos. Ojú, uno aquí trabajando más que el chapista de Fernando Alonso para pagar a ... Montoro (hasta el rabo todo es toro) y esta lista de listos llevándose la tela para no tener que dar de cara a la hacienda pública. “Hacienda somos tontos”, ese sí que debería ser el lema del organismo tributario.
En fin, si de Panamá hay que hablar que sea de los sombreros, el canal y Rosita, la tabernera de la Macarena. Porque Rosita es una sevillana nacida por allí porque a ella le dio ese avenate. Después de pasar por los peroles de El Manijero, nuestra tabernera ha ido a poner la era y su sonrisa caribeña en plena Macarena, en los bajos del hotel Alcoba del Rey de Sevilla – al que le ha quitado de golpe toda su cuidadosa decoración a base de cartelería varia y desorden de taberna buena-. Ahora que llegan las calores fiscales nada mejor que un refrescante tomate aliñao en esta casa. En pocos sitios lo ponen mejor, despellejados como un contribuyente y acompañados de un tronco de bonito la mar de ídem. Échenle un ojo a sus fideos con almejas -a los que por ponerle un pero les cambiaría el cuenco en que los sirve para que estén más jugosos- y a su marisco fresco, en especial las gambas a la plancha y las cigalas que tanto gustan a nuestra clase política. Políticos, periodistas y famosos frecuentan este paraíso cabal del buen tapeo. Y es sorprendente ver como políticos de distinto signo conviven mesa con mesa sin tirarse los platos a la cabeza. Prueben sus voluminosas croquetas y sus albóndigas de choco y en su tiempo, que es ya mismo, el atún fresco . Raro será que Rosa no se pare con usted para indagarle el parecer. Siempre con alegría y clase que si de algo puede presumir esta Rosa de San Gil es de buena pescaera. Le tiene cogido el punto al frito y sus boquerones o sus pijotas son la muestra: exactos de tiempo y aceite. Esa buena mano también le acompaña en los garbanzos con acelgas y la cola de toro . Porque aquí se guisa a diario y conviene estar aliquindoi de lo que la panameña tiene para acucharar. No se equivocan tampoco pidiendo su sabroso secreto con patatas fritas auténticas a las que sólo le faltan un poco menos de prisa en la cocina. Cartita cortita de vinos donde les aconsejo el Martínez Lacuesta para superar esta cuesta fiscal y si anda usted a la cuarta pregunta empadrónese con unos pimientos de Padrón . No lo digo más: confíen y dejen administrar a esta panameña el bien más preciado que nos va quedando: el paladar.
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Comida
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