Mayo: «Tradición y buen hacer por bandera»

La cocina tradicional que ha llevado a la casa de Los Palacios a ser uno de los sitios más reconocidos de la provincia también es seña de este nuevo establecimiento, que ofrece todos los clásicos de Loli Rincón, su chef. Añaden un vasto fuera de carta donde presentan una cocina de mercado estacional que se va renovando. Bodega pequeña, con unas 30 referencias que apuestan por vinos de la zona. Disfrutamos de un magnífico Cocolubis de 2017, uno de mis favoritos entre los tintos sevillanos.

La comida empieza con su trilogía de ensaladillas: tradicional, de gambas y de pulpo. Sabor casero de una elaboración clásica que no busca tanto sorprender como que el comensal disfrute con un sabor completamente reconocible. El milhojas de salazón y ahumados es uno de los platos más emblemáticos del grupo, elaborado con láminas de tomate, anchoa, melva y lechuga que cubre una capa de pollo ahumado.

Otro clásico que probé fue el pionono de esturión con crujiente de camarón, un pan especiado y una mahonesa cítrica. Siendo un plato un tanto barroco, como muchas elaboraciones aquí, es un éxito gustativo. El canelón de rabo de toro es una de las referencias más clónicas, lo encontramos en muchas cartas de gastrobares, pero en esta cocina donde los guisos se hacen con la paciencia de antaño merece la pena probarlo.

Una divisa de Manolo Mayo son sus arroces, de los mejores de la provincia desde que tengo uso de razón, y como no, aquí también disponen de ellos. El de perdiz, generoso en cantidad como, esta vez, en la cantidad de pimienta utilizada para su elaboración, es un imprescindible que debemos celebrar que encontremos en Sevilla.

La comida termina con unos postres tradicionales, casi de pastelería. Milhojas de hojaldre con crema pastelera, yema confitada y piñones, que es un dulce que saciará los paladares más almibarados. En esta ocasión lo acompañamos de un crujiente de praliné con crema y helado de mango.

Aunque no goce del encanto de su casa madre, Mayo es un restaurante a destacar. Una cocina bien resuelta, sabores que evocan recuerdos de la mejor comida casera y un servicio que ayuda a disfrutar de la cita hacen de esta casa un lugar recomendable.