La Isla: «Tradición renovada»

Decía Ángel León hace ya muchos años, cuando ni soñaba con las estrellas, que a los restaurantes se vuelve especialmente por el servicio. Y a este se va a poder volver una y otra vez por ese servicio cuidado, maduro -pero no de vuelta-, y atento -pero no insistente-. Una delicia.

En las sucesivas visitas la cocina también nos ha ido conquistando. En ella influye mucho el cuidado con el que seleccionan el producto. La carta es muy sevillana: abundantes entrantes autóctonos, arroces, mariscos, pescado frito, pescados «salvajes» y dos o tres cortes de carnes muy bien seleccionados. Si acaso mencionar su oferta de ostras, caviares y atún. Para empezar, hemos tomado un extraordinario jamón ibérico por sabor y corte, de Joselito y un fantástico queso añejo de don Apolonio. Lo hemos seguido de una ensaladilla de marisco muy conseguida, sabrosa y clásica y de un extraordinario salpicón de langostinos de Sanlúcar. La brocheta de cigala en tempura – inspirada, quizás, en el carabinero en tempura de DCulto, no está redonda, porque el resultado queda insípido. Lo contrario nos ocurre con el tentador salteado de corvina, huevos de choco y langostinos , una idea magnífica pero que aún se puede perfeccionar para que cada ingrediente respire. En el apartado de fritura, sencillamente magníficas las puntillitas y los salmonetitos de Motril. La tortilla de camarones , muy rica pero algo gruesa. Y los calamares…hay que venir de excursión sólo para tomarlos. Finalmente es más que reseñable el bacalao al pil pil, en el que no se sabe si está mejor el pescado o la conseguida salsa.

En esta primavera sevillana que ya tenemos encima, con su Semana Santa, sus Toros y su Feria, es un lujo para la ciudad haber recuperado este restaurante -y su estupenda barra-. Por fin volvemos a divisar tierra en forma de Isla.