Cucharadas de calor

El interior cuidado y a dos niveles está presidido por el logo que les pintara su vecino, y sutil pintor de lo abstracto, Ignacio Tovar y todo el local agradable y acristalado combina los tres colores de Sevilla: blanco, almagro y el calamocha (albero) que da nombre a este restaurante.

Y con tanta ensoñación se nos ha olvidado contar lo más importante… ¡cómo se come!. Calamocha es la versión rural de las Casas de Comida de las que hablábamos hace unos días. Según llegamos y preguntamos que qué podemos tomar nos acercan una olla, la abren, y nos hacen meter los ojos y los sentidos en un cocido de calabaza que aún podemos volver a padalear, mentalmente, cucharada a cucharada.

Después hemos seguido tapeando con un pisto , dulzón, contundente por su sabor y por ir rematado con un huevo de codorniz. A continuación ternera en salsa picante , que justifica por si sola la visita, unos buenos champiñones a la plancha y quizás pinchamos con la hamburguesita que de “ita” sólo tiene el precio.

Cerramos con un bacalao dorado de los de incluir al principio de cualquier ranking y una presa ibérica al ajo que nos recuerda que hemos hecho bien en venir aquí y quizás mal en contárselo a ustedes. Aunque lo que de verdad deberíamos mantener en secreto es la tarta de galletas , no la prueben que desengancharse es tan imposible, que ríanse de la nicotina.