Barrabar's: «Dar en la diana»

El local, manteniendo la impronta de sus antecesores en Triana y Plaza del Museo, tiene una larga barra y mesas altas en un primer espacio que está separado, con un rotundo y bien integrado botellero acristalado, de un salón comedor con mesas bajas. El espacio es luminoso con grandes cristaleras a la calle donde cuentan con una maravillosa terraza en la que disfrutar de las noches que vienen. Además de una buena Cruzcampo de barril en vaso de sidra, cuentan con una amplia bodega que ofrecen, en un buen porcentaje, por copas. El equipo está formado por chicos jóvenes que, frente lo que a veces ocurre, están bastante bien coordinados y dirigidos, con un original delantal al estilo profesor de escuela infantil que los presenta en perfecto estado de revista sin dejar rastro del pantalón “cagado” ni a la camisa por fuera que tantas veces nos choca. Se nota el gusto de quien está detrás.

Comenzamos con una tapa de ensaladilla de langostinos, presentada al estilo clásico bien acompañada de mayonesa y realmente conseguida. Seguimos con mejillones gigantes, excesivo el tamaño y presentados algo fríos pero correctos, y un aliño de alcachofas con tallo confitado y mayonesa de Lustau, un plato fresco y agradable.  En el apartado de guisos probamos su tapa estrella Barrabás, a base de tomate casero, langostino y chorizo ibérico, impecable el tomate, aunque quizás excesivo comparado con la cantidad de los otros dos ingredientes, pero que con pan se resuelve pronto; y unos gambones al ajillo, muy buenos y aptos para “barquitos”. Y por si fuera poco, también fríen considerablemente bien No remata el wok de verduras y pluma ibérica, conseguido de sabor, pero en el que echamos de menos la verdura, pues solo tiene pimiento y cebolla en cantidades quizás excesivas. Nos despedimos con sus ya reconocidas croquetas de chistorra, originales, sabrosas y con una cremosa masa que crea adicción.

Un espacio muy agradable, donde tapear bien a precios ajustados y con una buena oferta de vinos y un servicio correcto que constatan que no por mucho abarcar -es ya su tercera apertura- se tiene que apretar menos. Y, por si fuera poco, todo ello en una esquina que decían “maldita” pero que han demostrado que han dado en la diana, pues sólo había que gestionar con cabeza, buen gusto y mejor letra.