Bar Restaurante Damián: «Siempre nos quedarán sus huevos fritos»

Cuenta con una pequeña barra, varias mesas pequeñas y un comedor multifuncional que incluso pueden cerrar como semi-reservado. Todo de un gusto peculiar , con una decoración recargada, casi estilo remordimiento. Las lámparas de araña, paredes de pizarra negra, sillas blancas y techo de oficina no se corresponden a las tapas clásicas que sirven.

Tienen unos productos muy curiosos y poco habituales como el cangrejo real de Alaska . Esta enorme pata de cangrejo, a 22,50€ el cuarto de kilo, es más un show que otra cosa. Su sabor es como el del cangrejo solo que más salado y algo más jugoso, pero no llega a merecer la pena. En cambio algo que si lo hace son los huevos fritos con deliciosas papas fritas, cortadas redondas y con el punto justo.

Estos pueden ir acompañados de trufa, foie, jamón o boletus ?o el especial que es con trufa, foie y boletus que me parece pasarse un poco. Sólo pude probarlas con trufa y estaban deliciosos aunque la trufa no fuese de la mejor. Los huevos con papas fritas de Damián son para mí el plato estrella de los que aquí he probado. Son para dos personas a no ser que se venga con hambre.

La mini hamburguesa de buey tenía ingredientes frescos como el tomate o la lechuga y un rico pan, pero la carne era «mini mini» aunque sabrosa. En este restaurante de Los Remedios las huevas de Maruca son un viaje directo al mar con un potente sabor que con un poco de buen aceite de oliva virgen extra va fenomenal.

La ensaladilla está bien pero no da para meterla en ninguna clasificación, como tampoco sus croquetas , con una bechamel poco cuidada. Las alcachofas con vieira y gambas son una pena porque estaban muy buenas y si hubieran sido más generosos con las vieiras y gambas hubieran alcanzado nota. También probé la fabada que de aspecto estaba para cantarle Asturias patria querida, pero se me quedó corta de sabor, quizás por aguada.

Como no me quiero ir así con este regusto, me animo a probar una chuletita de cordero lechal , que aparte de estar buena es reseñable que las sirvan por unidades y culmino, mientras apuro mi copa de vino, con el intenso sabor de una tapa de un magnífico roquefort papillon, no sin antes valorar la atención que hemos recibido.

Los camareros muy serviciales en todo momento y el propietario aún más, porque ganas de agradar no les faltan, quizás sólo tengan que definir más su tipo de cocina y su estilo. Pero siempre nos quedarán sus huevos fritos.