Psicólogos de barra
Lucía Blanco (Blanco Martín): «El trato con el público hace que mi trabajo sea distinto cada día»
Está al frente de una de las cervecerías con más tirón de Nervión, un negocio que acaba de estrenar nueva imagen con la intención de actualizarse y ofrecer un espacio más acogedor
Blanco Martín: el bar famoso por sus setas rejuvenece tras una profunda reforma
Sevilla
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Iniciar sesiónBlanco Martín abrió sus puertas en 2017 en los bajos del edificio de oficinas Sevilla 2. Era la continuación de un concepto de cocina que había arrancado ocho años antes a pocos metros de allí: Martín Blanco, un establecimiento en el que el desaparecido ... hostelero José Blanco consiguió llamar la atención del público sevillano con su pasión por las setas y su sabroso arroz.
Aunque la cervecería original ya no existe, Blanco Martín sigue guardando la esencia de esa cocina de aires extremeños que tanto gusta en Sevilla y son Lucía y su marido los que están al frente del bar, aunque su hermano y su madre siguen siendo socios del negocio familiar. José Blanco murió el verano de 2020 tras una rápida enfermedad, pero su carisma y su don de gentes quedó en el adn de su hija, que atiende en el establecimiento con la soltura y la hospitalidad que ha heredado de su padre.
Trasuna reforma hecha este verano, el establecimiento ha regresado con una nueva imagen en la que ha ampliado la barra, ha unido los dos locales que integraban el negocio y ha abierto el espacio con puertas correderas que fusionan la terraza con el interior.
Nos sentamos a charlar con Lucía de su día a día, de su manera de atender al cliente y del gusanillo que le ha enganchado a esta profesión.
¿Qué aprendió de los años trabajando junto a su padre?
De él lo aprendí todo: desde su constancia en el trabajo a cómo se desenvolvía con el cliente. Cuando decidí entrar en el negocio sé que a mi padre le dio pena porque quería que siguiera estudiando, pero en el fondo se alegró de que optara por seguir sus pasos.
Al abrir el nuevo bar, él decidió ponerme al frente, aunque siempre estaba ahí como una figura omnipresente. Me dejaba hacer lo que yo quisiera pero siempre podía consultarlo todo con él. Me daba libertad y al mismo tiempo me guiaba.
A la hora de tratar con el público, él siempre recordaba todos los nombres y tenía mucha facilidad, le gustaba desde su anterior trabajo en Purina. Más que camarero, él era un relaciones públicas nato. Yo, sin embargo, empecé como camarera, un poco más en la sombra, y ya con el tiempo he aprendido a desarrollar también esa faceta sociable, aunque me gustaría seguir mejorando y parecerme más a mi padre en ese sentido.
Aún hoy, cuatro después de que falleciera, cada vez que me enfrento a un reto o a una situación difícil me sigo preguntando cómo reaccionaría él ante eso o qué consejo me daría.
¿Qué herramientas utiliza en su día a día con la clientela?
Lo principal es ser agradable y saber lidiar las situaciones difíciles. Ya venga el cliente de buenas o de malas, siempre hay que tener una sonrisa. Mi padre siempre tenía buenas palabras con las personas que llegaban.
¿Sintió vértigo cuando se sintió al frente del negocio?
Realmente no, porque cuando yo empecé al frente del bar él estaba a mi lado y pude trabajar con él tres años antes de que se fuera. Cuando ya no estaba tuve algo de susto pero ya tenía mis herramientas para gestionar el personal, los proveedores y el público. Quizás lo que más me haya costado haya sido tratar con el equipo, saber ponerme seria cuando tengo que hacerlo y al mismo tiempo generar un buen ambiente de trabajo.
¿Cuáles son sus funciones en el bar?
Básicamente me encargo del personal y hago trabajo de campo en la barra. Los proveedores y la cocina los lleva mi marido, Manuel Martín. Es una suerte tenerle ahí porque así nos comprendemos y nos apoyamos en momentos de estrés.
¿Qué es lo que más le gusta y lo que menos de su día a día?
Me gusta mucho el trato con el público, me parece que es algo muy ameno porque hace que cada día sea distinto al otro. Lo que más me pesa, cuando alguien te hace un comentario negativo. Es otra de las cosas que mi padre siempre me decía, él quería que me quedara con todo lo bueno que me había pasado ese día, no con lo malo, pero me costaba porque quería corregirlo y mejorar. Al final, es el público el que me da lo mejor y lo peor de mi trabajo: me gusta tratar con el cliente pero me afecta mucho cuando alguien se va descontento.
Lo de echar muchas horas, no suele pesarme si todo ha salido bien, porque me voy con una sensación gratificante.
¿Cómo es el trato que se da al cliente de Blanco Martín?
Intentamos ser respetuosos y cercanos, sin pasarnos en las confianzas. Pero nuestro público de diario ya son conocidos y sabemos cómo son y lo que quieren.
¿Cómo se gestionan las horas puntas en el bar?
Nosotros trabajamos con reserva y eso nos ayuda mucho a organizarnos, aunque la barra no se reserva pero es pequeña y manejable. La clave para superar con éxito las horas puntas es tener personal y mucha organización.
Además de público de las oficinas cercanas, ¿van también parroquianos a Blanco Martín?
Los hay, buscan su esquinita y sabemos lo que van a tomar. Los camareros saben sus nombres, eso les hace sentir como en casa y les agrada. Conocemos a sus familias, les preguntamos por ellos… es un trato más cercano.
También los hay que te cuentan su vida o te hablan de sus nietos, de si su mujer está enferma o cualquier detalle de su familia.
¿Y cómo actúan cuando llega algún cliente engorroso?
Lo mejor es mantener la distancia con esa persona. Si fuese grosero con alguien, ya sea cliente o empleado, me acerco y le pido que se marche. Hay que pararles los pies porque estamos trabajando, aunque es necesario tener mano izquierda y no ser muy grosero al plantearle que no moleste a los demás o que se tiene que marchar.
La gente viene al bar a estar bien, en un ambiente distendido, y los hosteleros debemos proporcionar eso: que el cliente pueda desconectar en familia, con amigos o solo.
¿Se ha arrepentido alguna vez de haber cogido el camino de la hostelería?
Me siento muy realizada como hostelera. Obviamente cuando tienes un mal día te lo planteas, pero nunca me he arrepentido de dejar mis estudios y meterme en el bar. Tengo mi negocio y es un buen sitio que me hace sentir realizada cada día. Me permite tener cerca a mi hijo los días que tengo que trabajar y, aunque el horario es intenso, tengo flexibilidad.
Quién es
Lucía Blanco asumió la responsabilidad de continuar el legado de su padre cuando éste faltó. Lo que era el bar familiar donde José Blanco y Charo Martín volcaron sus ilusiones (dándole sus apellidos como si fuera un tercer hijo) es hoy un renovado establecimiento con un próspero futuro. Siendo apenas una adolescente vio cómo sus padres transformaron el local donde probaron suerte con una agencia inmobiliaria en un bar que no tardó en conquistar al público. Esa hazaña quedó grabada en su retina y con el tiempo declinó terminar sus estudios de ingeniería electrónica para subirse al barco que daba de comer a su familia.
Las circunstancias hicieron que acabara ella al frente del negocio, aunque no está sola. Su marido, su madre y su hermano la acompañan en su día a día para que Blanco Martín siga siendo un referente del buen tapeo en el barrio de Nervión.
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