El truco del aliño para que las «papas aliñás» aguanten perfectas 3 días en la nevera

No es simplemente cuestión de echar aceite y vinagre y listo. La clave está en cuándo, cómo y con qué se aliñan. Porque si lo haces bien, no sólo no se estropean: ganan en sabor con el paso del tiempo. Como esos platos que «reposados» están aún mejor.

El momento en el que se aliñan las patatas lo cambia todo. El truco está en añadir el aceite de oliva virgen extra cuando las patatas aún están templadas, recién cocidas y escurridas. De este modo, absorben mejor el sabor del aliño, se sellan y retienen la humedad sin empaparse ni reblandecerse.

Después, se dejan enfriar a temperatura ambiente antes de meterlas en la nevera, bien tapadas. Al llegar el momento de servirlas, basta con removerlas suavemente para que se suelten y añadir, si se desea, un chorrito más de aceite en crudo.

Otro error común: pasarse con el vinagre o usar limón. Aunque el punto ácido es clave en las papas aliñás, el exceso puede «cocer» de más la patata y hacer que se deshaga al día siguiente. Lo ideal es un vinagre de Jerez suave, y añadirlo también mientras las patatas aún están tibias para que lo absorban sin exceso.

El aliño es clave no sólo en las patatas aliñadas sino en otros muchos platos fríos. Toma nota de cómo aliñar correctamente las ensaladas, por ejemplo.

Sí: cebolla fresca, perejil picado, huevo duro y atún en conserva bien escurrido. Todo esto aguanta perfectamente en la mezcla si se conserva tapado.

No: ingredientes con alto contenido acuoso como tomate fresco, pepino o encurtidos si están muy húmedos. Sueltan líquido con el paso de las horas y pueden aguar el conjunto.

Un buen truco es mezclar solamente las patatas con la cebolla y dejar el resto de ingredientes para añadirlos justo antes de servir si se van a guardar más de un día.

No necesitas complicarte para conseguir unas papas aliñás de campeonato. Basta con patata de buena calidad, aceite de oliva virgen extra, vinagre de Jerez suave, sal, cebolla o cebolleta fresca, perejil y huevo duro. El truco está en el equilibrio del aliño, en no pasarse con el vinagre y en tener la paciencia de dejar que repose bien en la nevera antes de servir.

Este plato, como otras recetas, por ejemplo, con arroz, admite la preparación anticipada. Es más, incluso lo agradece. Si lo preparas por la mañana para comer por la noche, el resultado será incluso mejor. Y si te sobra, no te preocupes.

Guardadas como es debido (tapadas y lejos de fuentes de humedad), al día siguiente estarán igual de buenas. Sólo tendrás que removerlas un poco y, si quieres, añadir unas gotas más de aceite para realzar su jugosidad.