Fernando Alcalá: “¿Un lujo para mi? Un espeto de sardinas con una botella de champán en El Saladero”

Fernando compagina sus días entre Coxino, el bar que ideó “pensando en ese sitio al que me gustaría poder ir”, y Kava Marbella, que es su casa y donde sigue dando mucho que hablar… y que comer. Afronta el otoño con ganas de seguir remando y vivir y disfrutar al máximo de su pasión: la gastronomía.

Pues tengo varios favoritos y decido según el día, en función de lo que me apetezca. El primero de ellos es para esas jornadas en las que quiero empezar con algo dulce. No lo dudo: Maleva (calle Pablo Casals, 11, Marbella). Su pan de chocolate o los cruasanes. Si se me antoja algo salado, La Casita (acera de la Marina, 42, Marbella). Sus molletes… ¡Cualquier combinación me vale! ¡Con lo que sea! Y por último Mi Casa Tu Casa, donde ponen un café sobresaliente. El mejor que puedes tomar en el centro.

En el mercado de Marbella, la carnicería Cristóbal y la pescadería Agustín. Para las frutas y las verduras, el puesto de Flores. Son esos sitios que recomiendo al que me pregunta. De hecho, a mi madre siempre le digo que vaya a estos puestos porque dan calidad a un precio razonable.

En Marbella han ido cerrando muchas tiendas especializadas. Para encontrar eso especial que dices recurro a sitios como Pepper&Co.

No hay duda, o Paquito El Limpio o, aunque suene mal, Coxino. Voy mucho a este porque lo monté pensando en ese bar al que poder ir con los amigos. Suelo empezar con una caña o manzanilla.

Llevamos mucho tiempo yendo los domingos a El Campanario de Manolo Marín.

Pues la mente viaja a Estados Unidos, no lo puedo remediar. Me parece que es uno de los mejores lugares para conocer cosas diferentes. Cuando estoy buscando conceptos distintos, salir algo de la norma, siempre tiro hacia allí, a sus restaurantes y bares.

Ufff, ¡los piquitos! Me encanta y me conozco casi todas las marcas. Me gusta los que fabrica una empresa sevillana, los reventaitos. También los pequeños de El Peñón, los que llaman ‘Peñoncitos’. Busco siempre los más tostaos…

Pues para mi es un auténtico lujo ir en verano a El Saladero, comerme un espeto de sardinas a pie de playa y tomarnos una botella de champán. Eso es para mi un lujazo y lo tenemos aquí al lado. Y si nos referimos al lujo en otro término, un concepto más estricto de este, pienso irremediablemente en Frantzén, en Estocolmo. Sin palabras.

Café. Lo tengo claro. Me he vuelto muy especial para tomarlo porque el torrefacto me sienta fatal. Los cafés comerciales dejé de consumirlos hace un tiempo y por eso suelo fichar los sitios donde sí cuidan el café, pues lo disfruto muchísimo. Lo tomo solo, si es de calidad, o sino con un poco de leche.

El Saladero. Lo tengo claro como imaginarás.

Un arroz o calamares en su tinta. Las dos opciones seguro que estarían a la mesa.