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La sinestésica seducción de Mind

Mestizaje mediterráneo y asiático es lo que nos proponen los apasionados chefs Wido y David en pleno paseo marítimo de Torre del Mar. Su carta es pura sinestesia, de una estética bastante trabajada

Tiradito de vieira con jugo de manzana verde, cremoso de gamba roja y huevas de arenque, uno de los platos del restaurante Mind
La Pupila Gustativa

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En el paseo marítimo de Torre del Mar, l os chefs Wido y David se entregan a su propuesta de mestizaje mediterráneo y asiático. Una casa con sello de autor(es) que rompe con la oferta colindante de marisquerías y tabernas y abraza un elemento siempre estimulante en la cocina: la sinestesia. La estética y la presentación de los platos es uno de sus rasgos distintivos.

Mind ofrece una experiencia ambivalente en sala y terraza. Fuera se disfruta la cercanía del mar, aunque el suelo de baldosas clásico del paseo resta esencia. Dentro, la estancia luce más trabajada y coqueta. La última reforma ha incorporado una bonita barra donde ver a su bartender trabajar es de agradecer. No es un hecho aislado, sino definitorio: todo entra muy bien por el ojo aquí. Porque la cocina acristalada deja ver en acción a los chefs sin trampa ni cartón. Y la mimada y colorida presentación de los platos resulta una máxima insoslayable.

Su elenco de entrantes lo reafirma. Como el tiradito de vieira. Con un concepto más vertical, le echamos en falta algo más de potencia en boca. Pero nos encantó su maridaje: puré de coliflor, jugo de manzana, cremoso de gamba roja y huevas de arenque. O el panipuri de salmorejo thai con tartar de gamba roja y huevas de tobiko.

Lo que fusionan las gyozas de pringá es tradición y vanguardia: sobre caldo de puchero, van coronadas de chili. Los brioches los encontramos algo menudos, aunque sabrosos. El de pulled pork, por cierto, será el sacrificado en el inminente cambio de carta.

Panipuri de salmorejo thai con tartar de gamba roja y huevas de tobiko
Gyozas de pringá sobre caldo de puchero

Nos recreamos en uno de sus mejores pases: las croquetas . Por ese complejo triunfo de lo sencillo. Un gran crujiente de panko, una bechamel cremosa que no opaca el sabor principal y una variedad muy satisfactoria; a día de hoy, las de cecina con su papada, las de berenjena al kamado con mayonesa de miso y las de jibia con mayonesa de lima y salsa kimuchi. Sobresalientes.

Entre los principales, nos llamó la carrillera de cerdo en su jugo de chocolate y vino. Siendo correcta, esperábamos más de ese riesgo. Y de las cuatro opciones de atún, probamos el tataki. Notable género bien contrastado y enriquecido con un ajoblanco de anarcado, chutney de mango y piña al tomillo.

Croqueta de berenjena asada al carbón, miso rojo y vinagre balsámico

De la carta de postres degustamos la tarta de cinco quesos , la cual no satisfizo mucho la potencia que prometía, y el pastel de Yuzu, una notable explosión cítrica con sablé de lima y merengue italiano.

Carrillera de cerdo en su jugo, chocolate y vino

Los caldos son un punto a favor. Hay una bodega dinámica que rompe con el circuito convencional, cócteles con buena mano e incluso un limoncello casero sorprendente.

El ticket es medio-alto en su segmento , si bien la sofisticación de su carta bien merece conocer esta propuesta.

VALORACIÓN:

Comida 4/5

Servicio 3/5

Ambiente 3/5

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