Araboka: «Su cocina de herencia ya es legado en Málaga»
Ocho años después, la casa de Antonio Fernández se ha consolidado como uno de los grandes faros del centro histórico. Su receta tradicional huye de ínfulas y ofrece honestidad. Su atractiva bodega completa una propuesta para comer a la que es difícil encontrarle pegas
Han pasado 8 años desde que naciera la obra de Antonio Fernández. La definió como 'Cocina de Herencia'. Ahora se ha consolidado en la ciudad como legado y faro gastronómico. Es de esos sitios que siempre aparece en las quinielas cuando se plantea comer bien en el centro sin que el bolsillo sangre.
Araboka t iene la venia del paladar mayoritario. Óptimo para una cita romántica, una cena de empresa, una reunión de viejos amigos o una recomendación al visitante. Con la luz bohemia de su terraza en invierno. En sus acogedoras y frescas mesas de verano. Y muy importante: un sitio que destila profesionalidad pero a la vez se siente la cercanía de su personal.
Ningún proyecto se consolida sin darwinismo. En este caso, y en esta casa, ha servido para refinar el recetario clásico. Sin ínfulas, con una carta muy viva armada en torno a productos autóctonos y de temporada. Ahí está, como exponente, una ensaladilla rusa incuestionable. Gambas, ventresca, atemperada... ideal para los amantes de su tradicionalidad. O la cuchara, capaz de dejarnos un ajoblanco con helado exquisito en agosto y unos guisos del día enérgicos en enero.
En la carta no hay literatura; hay honestidad. Asoman propuestas más originales, como su boquerón victoriano relleno de queso con piñones y albahaca, y sobreviven viejos amigos: los fideos tostados con mahonesa de coral y langostinos; el tartar de salchichón de Málaga o sus c roquetas de jamón ibérico.

Otro de los éxitos de Araboka está en la calidad de sus proveedores. Dehesa de los Monteros, Embutidos Peláez, Pescadería Matías Soler... Es apreciable en platos como el flamenquín , donde la presa ibérica y el queso cheddar dan una dimensión más florida a este clásico andaluz, o el canelón de rabo de toro y cremoso trufado, equilibrado en boca.
Se evidencia igualmente en los postres, donde Candy's tiene su protagonismo con propuestas originales. En clave golosa, una de ellas es su particular Ferrero Rocher, una mousse de chocolate con leche y avellana muy apetecible.
Y qué decir de la bodega, una de las más potentes por el casco histórico. Antonio Fernández mima tanto la linterna que pone en las referencias locales como en la búsqueda de selectos caldos internacionales. Tanto en botella como para copear. V inos bien defendidos por el jefe de sala, con el sabor primando sobre la dialéctica.
Sin ser pluscuamperfecto, cuesta verle máculas a Araboka, esa maravillosa evolución de Eboka que tiene su esquina reconocible en Pedro de Toledo y que deja a su trasunto, Araboka Plaza, algo más de protagonismo para las brasas.
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