Arara, el lado más desenfadado de la cocina de Diego Gallegos
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Míster Espeto
La mente inquieta de Diego Gallegos anda siempre buscando cómo dar una vuelta de tuerca más a su propuesta gastronómica. Y más ahora que el Hotel Higuerón está a punto de ser reinaugurado como Curio Collection by Hilton después de una reforma que ... lo va a convertir en el centro de convenciones más importante de la Costa del Sol. Allí, junto a su galardonado Sollo y su cocina sostenible basada en la acuicultura, gestiona Arara desde hace un par de años. Un espacio más desenfadado que poco a poco ha ido ganando en calidez y consolidando una oferta que cada vez resulta más interesante.
En Arara el cocinero pone la mirada en la cocina callejera latinoamericana. Música y ambiente exóticos, cervezas transatlánticas y una coctelería trabajada acompañan una oferta muy atractiva de platillos agradables, de raíz humilde, sabores frescos y punzantes, aunque aún demasiado tímidos en ocasiones. Resulta comprensible que a la clientela del hotel no se le pueda asustar pero el público de paso quizás agradecería algo más de audacia en los aliños.
Resulta realmente asombroso el menú que se ofrece por 28 euros. Comenzando por unos generosos aperitivos: causa limeña de pollo, “kimchee” de col con lima, pan de queijo con salsa huancaína, una sabrosa empanada de Sao Paulo de mejillones y carne. Para acompañar, buen pan y buena mantequilla y un pan de gambas con mayonesa de kimuchi y shichimi togarashi.
Para continuar, el estupendo ceviche de corvina con té negro y ras el hanout y un sorprendente aguacate de la Axarquía frito con langostinos que dan bien la medida de hasta qué punto Gallegos es capaz de sacar partido a productos modestos. Concluye esta parte salada con el bacalao a Bras, revisitado con criterio, y un gran canelón de pato con salsa tandoori, tinta y palmito que podría estar perfectamente en la carta de su restaurante de vanguardia . Riesgos bien medidos y combinaciones acertadas. En los postres, algo dulzones, el quibebe y el plátano con cacao .



En definitiva, versiones refinadas de platos de inspiración latinoamericana –brasileña y peruana especialmente– con una óptica malagueña y pequeños toques asiáticos. Cocina sabrosa y desenfadada, producto humilde pero cuidado y un resultado dónde sólo se puede echar de menos algo más de atrevimiento en los ácidos y picantes . Servicio cumplidor y amable. Y todo ello por lo que cuesta un plato principal en muchos restaurantes.
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