Pasas y vinos de Manilva, sabores en serio peligro de extinción
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Iniciar sesiónEl pasado agrícola de Manilva y de sus gentes lleva ligado al mundo de la uva varios siglos . El cultivo de la vid llegó a ser principal sustento de esta zona y sus productos, primero especialmente los vinos y más tardes las ... pasas de forma predominante, se comercializaban con gran éxito en muy diferentes mercados . Hoy en día la narración –la realidad– es bien diferente: cada vez son menos las hectáreas destinadas a este fruto. Los campos de viñedos han ido cediendo el terreno a las edificaciones, ladrillo y cemento que han enterrado en gran medida unos elaborados que forman parte de la identidad de los manilveños y de la provincia de Málaga en su conjunto.
¿Qué ha ocurrido en las últimas décadas para que esto suceda? Eva Cote Montes, historiadora e investigadora independiente, ha participado en la investigación y redacción de un Atlas del Patrimonio Inmaterial de Andalucía que presta atención, entre otros aspectos, a la agroalimentación y a todo lo relacionado con la gastronomía. En este trabajo, como ella misma explica a GURMÉ Málaga, se recoge cómo la fiebre de la construcción llegó a la Costa del Sol y fue arrasando con numerosas superficies destinados a estos cultivos. Grandes extensiones de viñedos, previamente abandonadas por sus propietarios , “se vendieron a grandes empresas constructoras, llegando en algunos lugares a extremos exagerados”. Manilva , según apunta Cote Montes, es un perfecto ejemplo de esto: Su término municipal cuenta con una superficie de 440 hectáreas de tierras albarizas, una de las más adecuadas para el cultivo de la vid por sus peculiares características. Pues bien, “hasta los años 60, 400 de esas hectáreas se encontraban cubiertas de vides, mientras que las restantes 40 eran suelo urbano. Sin embargo, en la actualidad apenas quedan 150 hectáreas destinadas a la producción de uva mientras que el resto ha sido edificado ”.
Dos de esas hectáreas son actualmente explotadas por Argimiro Martínez Moreno, al frente del proyecto Nilva Enoturismo , de la bodega homónima y del Centro de Interpretación Viñas de Manilva (CIVIMA), esto previa consecución de una concesión municipal en la que ya lleva trabajando cinco años. Argimiro, ingeniero agrónomo albaceteño que llegó a la zona en 2011 para impartir un taller de enología y enotecnia a desempleados de la comarca, quedó sorprendido por lo que se encontró a su alrededor: “Un medio y unos recursos naturales excepcionales, una materia prima de gran calidad y una tradición agrícola que estaba dejándose morir”. Explica que quedó atrapado por el “terroir único” del lugar. Por un lado, “los suelos, la tierra albariza que en la provincia solo se encuentra aquí, que está también en Jerez o en Montilla Moriles, y que permite retener el agua que cae en época de lluvias para soltar en verano, a modo de riego”. Por otra parte, “la climatología, los vientos que aquí confluyen, las corrientes”. A eso se le suma “la cercanía con el mar” y de ello sale “un tipo de uva, la Moscatel de Alejandría, realmente excepcional”, que destaca Martínez Moreno que poco tiene que ver con su ‘hermana’ de la Axarquía, “pese a ser el mismo tipo, ¿eh?”.
Argimiro se hizo con el proyecto en 2014-2015 y se propuso poner en valor estos viñedos de gran antigüedad , apostar por reflotar bodegas de la zona y conseguir elaborar un vino que sea rentable, siempre dando al agricultor lo que merece por una buena materia prima. “Yo ahora mismo pago un precio justo por la uva, el máximo que se merece, porque debemos entender que si para el agricultor esto no es rentable, al final termina por abandonar la tierra y deja el cultivo, que es lo que ha ocurriendo en los años del boom inmobiliario. Vendían las tierras por prácticamente cinco veces su valor real y consideraban que esto no merecía la pena”, comenta en la entrevista mantenida con GURMÉ Málaga.
Su granito de arena va creciendo. En estos momentos, Argimiro Martínez Moreno tiene en el mercado dos referencias vitivinícolas: Nilva 2018 Moscatel Seco y Nilva 2018 Moscatel Seco Ecológico . “Están gustando muchísimo y voy produciendo de momento unas 4.000 botellas al año, aumentando la partida ejercicio tras ejercicio”, nos dice. Y para su promoción y con la idea de transmitir la importancia que tiene el mundo de la uva en Manilva y alrededores, él mismo está tras Nilva Enoturismo, acercando todo sobre estos cultivos, sobre lo que supusieron para la zona y lo que podrían llegar a ser, entre turistas tanto nacionales como extranjeros.
Respecto a las pasas, para él es la asignatura pendiente, pues se trata de un producto que necesita mucho tiempo y dedicación. “Tengo claro que algún día apostaré por estas, porque considero que es un alimento top, gourmet, exclusivo y de gran calidad, que se va a saber apreciar, pero de momento solo se encuentran de forma residual, una producción doméstica de gentes del pueblo que siguen preparando para consumo propio o para vender al que llega al pueblo a pasear. Y lo mismo ocurre con el vino, ¿eh? Aquí prácticamente cualquier manilveño suele hacer su propio vino y en ocasiones lo vende al que llega o se lo queda para sí”, añade Argimiro.
Del vino a la pasa y de la pasa al…
Las pasas llegaron a ser de gran importancia en Manilva. Eva Cote Montes recoge en el informe publicado por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico que, si bien en un principio el vino y los aguardientes habían sido el sustento de la población en la comarca, con la plaga de la filoxera, a finales del siglo XIX, quedaron arrasadas “la práctica totalidad de las cepas, perdiendo el viñedo su anterior importancia y quedando únicamente como cultivo residual”. Tiempo después, “a partir de 1920, se dio un nuevo impulso a la viticultura, introduciéndose aquí la variedad de uva Moscatel de Alejandría ”. Esta se generalizó por Manilva y la orientación productiva cambió radicalmente por las especiales características de este –entonces– nuevo tipo de uva, que era “de grano gordo y salir muy dulce” . Eso hizo, sentencia Cote Montes, que “la cosecha se empezar a destinar principalmente para el fresco y la producción de pasas”.
El responsable de Bodegas Nilva hace hincapié en esas cualidades de las uvas manilveñas . “Las uvas y las pasas que se consiguen con ellas son de mayor calibre, especialmente jugosa, muy vistosa y con una calidad extra”, apunta. ¿Y por qué no se apuesta por su elaboración y comercialización con esa etiqueta de ‘origen Manilva’? “La clave está en que no hay relevo generacional. Fíjate que hay agricultores de la zona que tienen viñedos que no quieren para nada, que estarían deseando venderlos, pero mientras tanto los ceden prácticamente sin alquiler ninguno a personas de la zona de la Axarquía, que vienen con sus trabajadores, las recolectan, las preparan y las venden como si fueran de aquella parte de la provincia. Realmente salen al mercado todas como ‘Pasas de Málaga’, cuando si se las identificara como ‘de Manilva’ tendrían un plus de valor por lo que comentábamos anteriormente”, añade Argimiro. Es fundamental tener en cuenta en todo momento que la uva pasa de Málaga fue declarada Sistema Ingenioso del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM) en 2017, un ‘título’ que reconoce el valor y la importancia que tiene un sistema de trabajo histórico en la provincia.
Respecto al tema del relevo generacional es complicado. Argimiro Martínez ha sido profesor –sigue realizando actividades docentes– de talleres y cursos de enología y enotecnia, pero dice que los intereses de los lugareños están en otras cosas. Hace justo un año terminó una iniciativa formativa de la que se siente muy satisfecho, nos explica, pues de ahí saldrán varios proyectos de pequeñas bodegas muy exclusivas. Él tiene claro que el camino, el futuro de los vinos y pasas de Manilva va por ahí: “Mi objetivo es que en diez años haya en torno a 10 bodegas pequeñitas que absorban gran parte de esa uva que se puede conseguir aquí, y que de ellas salgan vinos singulares y unas pasas que se valoran mucho entre el público gourmet”. Comenta que así “quedaría libre el mercado de la uva en fresco, vendiéndose únicamente los productos realmente notables”.
Imprescindible, hacemos especial hincapié en ello para concluir como en su momento comentó Juan Muñoz (Bodegas Dimobe) a GURMÉ Málaga: “Si queremos futuro hay que apostar por un producto excelente por el que se pague al viticultor lo que se merece y que la bodega sufrague igualmente sus gastos, por supuesto. El equilibrio. No hay más.”
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