Especias El Reloj, calidad grano a grano
Más de 200 condimentos, sazonados y fórmulas magistrales conforman el especiado catálogo de El Reloj, una empresa familiar que sabe reinventarse y seguir avanzando tanto cuando el mar está en calma como cuando azota la tempestad. Este mayo de 2020 parece que empieza ... a arreciar la más reciente tormenta. El Reloj, como la gran mayoría de empresas de alimentación de nuestro país, se ha visto torpedeada por la irrupción del covid-19 . “La gran mayoría de nuestros clientes son hosteleros, por lo que nuestro negocio ha caído de manera importante”, nos comenta Francisco Roldán mientras visitamos, mascarilla y guantes de por medio, sus instalaciones en el polígono San Luis, en Málaga.
Este complejo fue inaugurado en 1998. Sí. El tiempo vuela. Han pasado más de dos décadas desde entonces, han superado alguna que otra crisis económica especialmente virulenta y siguen al pie del cañón. Desde que la empresa diera sus primeros pasos a mediados del siglo pasado, con Antonio Moraleda al frente, las directrices han sido las mismas: cuidar al máximo la calidad de la materia prima que manejan y escuchar al cliente , conocer qué necesita e incluso anticiparse a lo que pudiera buscar a medio o largo plazo. “A día de hoy vendemos por toda España, no solo en la provincia, e incluso gestionamos pedidos para países como Dinamarca, Francia y portugal, entre otros”, dice Roldán.
Y es que el que confía una vez en El Reloj , acaba repitiendo. Ellos tienen claro que su quehacer comienza desde el origen, moviéndose por todo el mundo para seleccionar aquel producto que satisface el estándar de calidad que están acostumbrados a ofrecer. El 90% de las compras las realizan en países de Asia y Sudamérica , entre otras zonas. En India, Sri Lanka, en Perú… “Nos movemos entre varios productores, pues puede suceder que uno determinado no tenga mercancía, que haya que esperar la cosecha o que no haya obtenido el resultado esperado. Esto es clave para mantener la excelencia y de ahí que colaboremos con un número importante de agricultores según el origen”, puntualiza Antonio.
La mercancía llega al polígono San Luis, en el 39 de la calle Veracruz, y comienza el proceso. Desembalan, procesan y envasan para su comercialización. De esta nave industrial salen los pedidos tanto para clientes profesionales –hostelería y tiendas especializadas en alimentación– como público final . Este les sigue comprando mucho y bien tanto en la tienda que tienen en el Pasillo de Santa Isabel como en el Mercado de Atarazanas, donde están desde que este se inaugurara. La venta directa es muy importante y valorada por el equipo de El Reloj y entre los asiduos a este puesto 252 del mercado se encuentran cocineros tan prestigiosos como José Carlos García , que tiene claro a dónde ir para comprar el condimento que necesita para su restaurante con estrella Michelin.
El chef malagueño conoce a la perfección las diferencias entre una especia ‘buena’ y un sucedáneo pero no es este el caso del ciudadano de a pie, al menos no de todos. Francisco Roldán señala que hay mucho engaño en temas de condimentación y sazonadores y que se vende gato por liebre . Ellos tienen claro que no están dispuesto a bajar la calidad para abaratar el producto y llegar a más usuarios. “Hay mercado para todos, para el que es exigente con lo que se lleva a casa o a su establecimiento y el que prefiere lo barato y desconoce además por completo qué es exactamente lo que está comprando”, sentencia.
El orégano, el pimentón o la pimienta son algunas de las referencias que tienen más salida pero con el tiempo están repuntando otras nuevas, o cuanto menos no tan conocidas en relación a años atrás. La pimienta sichuan es una de ellas, especialmente indicada para cazuelas, cocidos, potajes y estofados, para elaborar salsas y para arroces, carnes y pescados. Otro caso es el de la vainilla, que “la gente suele creer que es amarilla y para nada. Es lo que se está acostumbrado a comprar en según qué sitios y grandes superficies. La vainilla en rama es una vaina negra, como una judía, y ahora nos llegan clientes que la piden para preparar flanes y bizcochos. El sabor no tiene nada que ver, de verdad. Mucho mejor a lo que se está habituado”, añade Francisco.
Esta se puede encontrar y comprar tanto en tienda como a través de la web. La tienda online es, a día de hoy, uno de los canales de venta más interesantes y con mayor potencial para El Reloj. Están dedicando recursos específicos a potenciarla como herramienta, incorporando un mayor número de referencias y apostando por su usabilidad. En tiempos de coronavirus , y ante lo que esté por llegar, internet difumina los límites a la hora de vender y justo el día en el que visitamos las oficinas de la empresa se encuentran realizando una sesión de fotos. Hay que poner el caramelo por delante para animar a quienes no se deciden a probar.
Los precios de los productos de El Reloj distan de manera significativa de los de otras marcas que ocupan los lineales de las principales grandes superficies y cadenas de alimentación. Sin embargo, esa diferencia es con fundamento: la calidad a la que hemos hecho alusión anteriormente. “ Se nota en el sabor, en el aroma, en lo saludable de la materia prima con la que trabajamos y en los rendimientos . Es que no tiene nada que ver”, puntualiza Roldán. Él no duda en denunciar que actualmente se hace de un solo producto un subproducto, mezclando varios ingredientes y sustancias que dan como resultado un sucedáneo que la gente mete en la cesta de la compra por el desconocimiento que se tiene. “No podemos hacer de una referencia una mezcla para llegar, supuestamente, a ese original. Un ejemplo de esto son los sazonadores de pimienta, por citar alguno. Pueden llevar sal, harina, carbón vegetal, colorantes… El rendimiento de ese frasco, así como el sabor y el precio, por supuesto, es totalmente distinto a lo que envasamos aquí. Lo que sí está permitido es preparar sazonadores para comidas específicas –de pinchito, para paella, para cuscús– mezclando diferentes especias. Así sí. Y siempre informando de todo ello en la etiqueta”, especifica Francisco Roldán.
Especias El Reloj, casi un siglo condimentando en la cocina
En 1940, Antonio Moraleda se dedicaba a vender especias a domicilio. Con unas alforjas y en bicicleta, se dedicaba a recorrer la ciudad para ir llevando condimentos a casas y tiendas modestas. Llegó el momento de abrir un punto de venta y se decidió por un local en calle Sagasta y así comenzaba esta empresa, con apenas un saco de pimentón y otro de orégano a los que, con el tiempo, se fueron sumando otros con diferentes referencias.
Llegó la hora de seguir creciendo y se mudaron al mercado de Atarazanas , donde a día de hoy forman parte de lo que en Gurmé Málaga hemos querido llamar ‘ la resistencia de Atarazanas ’, esos puestos que siguen apostando por la calidad y la excelencia frente a la ‘turistificación’ a la que está asistiendo este ecosistema comercial. En los 80 llegaría el turno del establecimiento del pasillo de Santa Isabel , en el 98 la fábrica y venta al por mayor desde el polígono San Luis y así hasta el día de hoy, donde con internet y las redes sociales están llegando a otros países.
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