APERTURA
Verde Limón abre en El Limonar: el nuevo restaurante del Grupo Perro Viejo en Málaga
Una propuesta fresca que combina raíces mediterráneas y guiños viajeros en una carta pensada para compartir
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Gyozas de pollo con salsa 'japomexicana' de Verde Limón
El Paseo del Limonar vuelve a tener vida gastronómica. Donde antes hubo un bazar –y donde los más veteranos recuerdan a El Cocos–, acaba de abrir sus puertas Verde Limón, la tercera apuesta del Grupo Perro Viejo en Málaga. Un espacio que ... no quiere ser solo un restaurante, sino un punto de encuentro: cálido, luminoso y con ese aire de casa donde quedarse más tiempo de lo previsto.
Una casa que renace con frescura
El edificio, rehabilitado con tonos verdes, luz suave y vegetación discreta, responde a la filosofía de este grupo familiar y joven: elegir ubicaciones con alma y adaptarlas al carácter de cada proyecto. Aquí, el concepto «verde limón» no es un mero guiño estético, sino un discurso en el que tratan de transmitir vitalidad, frescura y cercanía.
Una carta pensada para compartir
La propuesta de Verde Limón tiene mucho de cocina mediterránea y espíritu internacional. Una carta pensada para compartir y probar, que empieza con entradas para abrir boca: ostras –al natural o acevichadas–, gildas en versión clásica y de mar, jamón ibérico, quesos nacionales o ensaladilla casera con gambas a la llama y vinagreta de trufa.
En el apartado de platos para picar, aparecen croquetas de jamón o gambas al ajillo, papas bravas hechas a la brasa, chistorra asada en pan de masa madre o molletes de pringá casera. Hay también opciones frescas como el ceviche de corvina, la porra de remolacha con helado de queso de cabra o ensaladas de temporada.
El capítulo de platos principales combina mar y tierra. Del mar, propuestas como el lomo de lubina a la plancha, el rodaballo al pil pil o el tartar de atún rojo con huevo frito. De la tierra, cortes de carne como la pluma ibérica al PX con patatas fritas, el solomillo de ternera con puré trufado o la presa ibérica con salsa de mostaza antigua.
Entre medias, opciones con guiño internacional como el bao de pollo frito con salsa coreana, el rigatoni con carbonara de pistacho o las costillas de maíz con salsa de ají y lima, uno de los platos que ya sorprende a la clientela.
La sección de guarniciones y extras mantiene el tono del grupo: patatas fritas caseras, verduras de temporada o pan de masa madre que acompaña buena parte de la carta.
Y, para el final, una parte dulce que no se queda atrás: torrija de brioche al estilo tiramisú, tarta de queso al horno, mousse de chocolate intenso bautizado como «muerte por chocolate» y un sundae casero de yogur con amarenas que resume la filosofía de la casa: frescura y sabor reconocible con un toque creativo.
Un lugar para estar
El horario acompaña al plan: de miércoles a domingo, en almuerzos y cenas, la terraza y el interior se convierten en escenarios para una cocina que no busca gritar, sino dejarse notar con calma.
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