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OPINIÓN

Restaurante Argus: Cocina y servicio de alta escuela

A dos pasos de la Mezquita-Catedral, destaca por sus platos creativos y ricos en matices

Felipe Barbancho y su mujer, la francesa Charlotte Potteaux, abrieron Argus en 2021 Rafael Carmona

Rolandino

En Córdoba se come bien. Más que bien, muy bien. Nunca está de más repetirlo. En estos días de elecciones cercanas e inicio de campaña electoral, en la que los candidatos discuten, hay algunas cosas, pocas, en las que están todos de acuerdo: el potencial de la ciudad es extraordinario y en ello tiene mucho que ver la oferta gastronómica. Y si es evidente que se come muy bien, y así lo reconocen quienes nos visitan, quienes aquí vivimos podemos decir que cada vez se come mejor.

En esa mejora constante tienen mucho que ver hosteleros de toda la vida que desde hace años defienden sus negocios con abnegación y trabajo duro y toda una nueva generación que completa y mejora la oferta. A todos se nos vienen a la mente los estrellados Kisko García o Paco Morales, pero no están solos. Entre ellos destaca un chef y empresario joven, de sólida formación y experiencia. Es Felipe Barbancho que con su mujer, la francesa Charlotte Potteaux, abrió en 2021 (bravo por los valientes) el restaurante Argus, a dos pasos de la Mezquita-Catedral en la calle Cardenal González. Si la ubicación es formidable, no lo es menos el local. Una casa típica cordobesa de tres plantas en la que conviven una estupenda barra, una espectacular bodega a la vista del cliente y una zona de bar, terraza y restaurante decoradas de modo sobrio y elegante.

Tanto Felipe como Charlotte tienen, pese a su juventud, una larga experiencia. Formado en la escuela de Berasategui, el más estrellado de los chefs españoles, ha pasado por las salas de sus restaurantes emblemáticos, ha ejercido como organizador gastronómico de las temporadas de caza al más alto nivel y ha dirigido la sala del restaurante Azurmendi, un indiscutible tres estrellas al mando de Eneko Atxa, en la que dio el testigo a Charlotte, convertida en la más joven jefa de sala de un restaurante tres estrellas.

El elegante interior del Restaurante Argus de Córdoba Rafael Carmona

La de Argus es una cocina creativa, rica en matices, en la que no se esconde la influencia de la cocina vasco francesa. Si algo prevalece es la atención y el respeto a la materia prima, con atención al momento óptimo de cada producto. El servicio de Argus, no podía ser de otro modo con Felipe y Charlotte, Charlotte y Felipe —que tanto monta, monta tanto— es profesional y discreto, de alta escuela. La bodega contiene una esmeradísima selección de denominaciones de origen y de vinos internacionales a precios sensatos que invitan a probar vinos difíciles de encontrar en otros restaurantes, y llama la atención el catálogo de vinos franceses.

La carta es generosa y ofrece clásicos que no debe dejar de probar el visitante. Tiene un soberbio salmorejo y una estupenda ensaladilla con gamba blanca de Huelva, cúrcuma y mango, y platos magníficos en su concepción, presentación y factura como un picante Chili Crab o el bacalao a la vizcaína y el calamar en su tinta entre los pescados. Para los más carnívoros la chuleta de vaca madurada es una opción perfecta, pero la visita merece arriesgar un poco y lanzarse al pichón asado sobre foie de sus interiores.

Un futuro clásico, si no lo es ya, de la ciudad. Una óptima relación calidad—precio y un lugar que mejora aún más la oferta gastronómica cordobesa. No es descabellado decir que puede ser una estrella michelín en no mucho tiempo.

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