Gastrotaberna Macsura: A la sombra del Cardenal

Durante décadas la calle Cardenal González fue, junto con su entorno, una zona oscura y de mal vivir. Hace unos años la intervención urbanística sobre el Paseo de la Ribera y colindantes, ha convertido esta calle en un animado eje turístico que conecta la Mezquita con la Plaza del Potro. Esto ha propiciado la aparición de numerosos y renovados establecimientos con ofertas de uso muy variadas para los visitantes de nuestra ciudad.
En un chaflán de una pequeña plazoleta, que provoca la intercepción con la calle Horno de Porras, se encuentra la Gastrotaberna Macsura. En la misma plazuela ya podemos encontrar una pequeña terraza, muy acogedora, rodeada de flores, con mesas para degustar sus propuestas. A la entrada se encuentra la barra con una parte de mesas altas para un tapeo más informal. Al fondo la sala de comedor presidida por un gran mural de tema cordobés, quizás un poco ostentoso, pero que encuadra con una decoración de estilo indefinido que da más calidez que estridencia. Las sillas son muy cómodas y las mesas lo suficientemente separadas para que el bullicio de los fines de semana no resulte molesto. La acogida es muy correcta y el servicio profesional y amable con perfecta delimitación, de funciones,
apariencia, y trato, del jefe de sala y los camareros que se encargan del servicio directo.
En esta casa se aborda al cliente, dejándole respirar, sin el atosigamiento y la imposición tan característicos de los sitios turísticos. Es bueno que los profesionales entiendan que resulta bastante improbable que se salga contento de un restaurante si la atención no es del todo correcta.
La carta es de tipo contemporánea, apta para satisfacer los diversos requerimientos de un público básicamente turístico. Te reciben con un pequeño aperitivo que siempre es de agradecer. El salmorejo, imprescindible en los lugares de esta zona, es suave y delicado, con un lejano sabor a pan, tan propio de esta crema. Son aceptables los saquitos de crema de marisco con mahonesa de curry. Están ricos los canelones de rabo de toro aunque la crema de queso ahogue su sabor.
Se puede prescindir del steak tartar de solomillo de ternera macerado con encurtidos y wasabi, donde la carne aparece excesivamente triturada lo que hace que se pierda su sabor.
Los postres pasan sin pena ni gloria pero la carta de vinos está bien elegida con precios correctos. En resumen un lugar agradable y simpático donde hacer un alto en el camino en la dura vida del turista.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete