La Cuchara, por la ruta del recuerdo
La familia Montes, desde antiguo, ha tenido un nombre importante dentro de la gastronomía de esta ciudad. Lugar emblemático fue el bar Montes, frente a la estación , abierto hasta altas horas de la noche, y por donde deambulaban, en perfecta armonía, estirpes de ... lo más variopintas y canallas. En 1995 el pequeño de la saga Montes, Tony, inauguró La Cuchara en pleno centro de la ciudad . Siempre ha sido un restaurante discreto, sin grandes resonancias dentro de los comilones de esta ciudad pero ahí está impertérrito al paso del tiempo con llenos a diario y doblando mesas.
Tras el fallecimiento prematuro de Tony Montes sus empleados se hicieron cargo del negocio manteniéndolo tal y como lo recibieron. En la sala oficia con maestría Manolo Portero, curtido en mil batallas, simpático y convincente que con comedido gracejo encamina a sus clientes, incluso a los más dubitativos y quisquillosos, en la acertada elección de su comanda. El local rememora a los típicos mesones , no de los años noventa cuando fue creado, sino de la década de los setenta. Salvo por las sillas algo incómodas, el conjunto da bienestar ; mesas amplias con manteles de tela y una insonorización que no afecta a los conversaciones incluso con la sala a rebosar.
Su ensaladilla casera con gambas y salmón es simplemente redonda; buenos ingredientes y con la mahonesa justa para compactarla de forma adecuada. La verdura de temporada está representada, en esta ocasión, por un salteado de habas naturales con huevo que vienen con su vaina. Un plato muy rico y gustoso, lástima que no alcance su redondez por un exceso de agua de la cocción de las verduras. Resulta sabroso su plato de choto al ajillo con papas fritas ; guisado a la antigua usanza, receta, sin duda, más allá del devenir de los tiempos. Llama la atención que con un tipo de comida que incita a mojar sopas se sirva un pan tan blanduzco y poco sugerente.
En la carta de vinos están todos los que un día fueron y aún hoy permanecen ; puro rigor y academicismo de décadas atrás. En conjunto, un restaurante agradable, de hechuras tradicionales, sin sorpresas modernistas, que podría mejorar adaptándose de forma mesurada a los tiempos actuales. Aunque para qué… si con su fórmula el lleno diario lo tienen garantizado .
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