Caobana: una propuesta actual
Llevaba extrañamente cerrado más de cuatro años uno de esos locales que, a primera vista, cumple todos los requisitos para albergar un exitoso negocio de hotelería: la antigua estación de ferrocarril en la Avenida de América . Un local amplísimo, en distintas alturas, con ... una envidiable terraza y mucho espacio alrededor libre de coches y de ruidos. Hace apenas unos meses se inauguró Caobana , con nuevos propietarios, nueva dirección y, lo más evidente a la vista: nueva y muy espectacular y exuberante decoración , basada en la madera y en una magnífica vegetación elegida y colocada con mucho gusto y acierto.
Caobana responde a una tendencia actual en la hostelería, la del local en el que cabe todo, divertido, desenfadado , en el que lo mismo se puede ir a comer o cenar que a tomar unas copas o unos cócteles o a escuchar música. Locales que proliferan en todas las capitales españolas y en las que el acento está más en el ambiente y en la decoración que en la oferta gastronómica. No quiere decir, por supuesto, que en este tipo de locales no se pueda comer bien, pero sí que no es su prioridad.
Tiene Caobana una carta correcta y equilibrada , con diversas opciones frías para compartir, entre las que destaca la abundantísima ensalada del bienestar, con brotes verdes, mango, pepinillos, olivas, lascas de atún, tomate, cebolla morada, yemas de espárragos y picatostes; y otras calientes, como el contundente y no muy logrado volcán de patatas con lava de huevos fritos y gulas salteadas con chile y las agradables habitas salteadas con chistorritas (sustituidas por chorizo).
Entre los platos principales es recomendable el pulpo a las tres cocciones terminado a la brasa con papas revolconas con sal negra y pimentón de la vera, así como las diferentes carnes, especialmente la de vaca pinta cántabra a la brasa, sabrosa y muy por encima de la media de los platos de la carta. Hay también interesantes opciones fuera de carta, entre las que no hay que perderse el wok con tiraditos de carne y verduras salteadas , de generosas proporciones y buena factura.
En el debe de la parte de restaurante está, sin apelación, la carta de vinos, inexistente. La oferta se reduce a la mínima expresión. Por el contrario los postres tienen un buen nivel , especialmente, el tocino de queso y los helados de chocolate y turrón.
En suma, un lugar muy agradable, con fantástico ambiente y buena decoración, con buen y agradable servicio, en el que comer sin mayores pretensiones a un precio razonable.
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