Bar Carrasquín, la vuelta de un emblema hostelero de Córdoba
Laura Ruiz
El mítico bar reabre sus puertas y encara su 50 aniversario con algunas mejoras
El cordobés Miguel Eguidazu, que se formó como cocinero en Bilbao, ha asumido muchas y distintas responsabilidades en el mundo de la hostelería llegando a tener, incluso, un restaurante propio en Bruselas, pero finalmente optó por volver a Córdoba y abrir un negocio pequeño que pudiera disfrutar. Así nació Tollín en la calle Málaga. Y allí se fue fraguando poco a poco la nueva etapa de Carrasquín. La cordialidad de buenos vecinos entre Miguel y Rafael Carrasco se reforzó hasta convertirse en amistad. Cuando Rafael contemplaba la jubilación comenzó a insistirle a Miguel en que se pusiera él al frente de Carrasquín. Han tenido que pasar otras manos entre medias, ... pero finalmente las aguas se encauzaron y los que fueran vecinos de barrio y de bar, son ahora también arrendador y arrendatario y, por supuesto, grandes amigos. El pre-contrato estaba firmado desde octubre de 2019 , pero los trámites administrativos y el confinamiento alargaron el proceso hasta agosto de este año, cuando pudieron comenzar las obras de reforma que culminaron a tiempo para poder abrir el pasado 30 de octubre . Una reforma con la que el local ha ganado , entre otros, el espacio del antiguo almacén como comedor y una gran cocina.
Ahora, poco a poco, la clientela fiel de Carrasquín se está reencontrando de nuevo con la que fue su taberna de cabecera y no duda en agradecérselo a Miguel, quien se ha esmerado en conservar el sabor de siempre. Para ello Rafael le ha presentado uno a uno a sus proveedores de embutidos, chacinas y conservas, que ahora han vuelto al lugar que les corresponde. También continúa en carta la afamada ensaladilla rosa de merluza, que inventara en los inicios del negocio Inmaculada, la mujer de Rafael. Pero también hay lugar para lo nuevo, siempre en la misma línea del concepto de éste emblemático negocio, eso sí. Ahora hay pinchos de tortilla, de sardina ahumada con mazamorra y cebolla roja encurtida o de foie a la plancha; también platos de cuchara como el potaje de garbanzos con manitas y boletus o el estofado de callos sobre tortilla de papas al momento, verduras como sus champiñones gratinados rellenos de morcilla y carnes como las mollejas de cordero lechal salteadas con ajetes tiernos o el entrecot gallego con patatas y pimientos del piquillo. Y todo ello se puede aderezar con la habitual caña de cerveza, cualquiera de los buenos vinos de sus carta que incluye distintas referencias de vinos blancos y tintos, y por supuesto el popular vermut de casa Tollín que se incorpora ahora también a Carrasquín, con el aliciente de que además, aquí, te lo sirven directamente del barril. Un barril, que como otros detalles del local, han conservado y recuperado de la pila de recuerdos y objetos que han aflorado durante las obras. A los más avispados les encargo la tarea de que encuentren algunos de ellos: un trozo de la barra de madera original del Bar Correo, un copero antiguo y el primer tique de Carrasquín, con fecha del 5 de febrero de 1971. Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete