Algunos de los mejores establecimientos de cocina creativa de la provincia de Córdoba

A principios del 2019 abría en la plaza de la Constitución de Pozoblanco el proyecto personal de Carlos Fernández. El nombre del sitio por cierto es la combinación de Carlos y Andrea, su pareja. En el año 2020 ganó el premio Gurmé al mejor restaurante de la provincia. Su cocina está basada en la tradición, pero con toques vanguardistas. Todo ellos muy ligado a la zona de los Pedroches. Cuenta con dos tipos de menú degustación y al margen la opción de carta. El restaurante tiene además casi 80 referencias de vinos. Su cocina se pasa en productos de temporada, de kilómetro cero, y en su frescura.

Con un estilo «canalla» e incluso «sinvergüenza» define Alfredo Dueñas al proyecto que empezó en el 2012. Procedía de una negocio que tenía junto a sus hermanos, La Casona de la Abuela, reconocido con el Big Gourmand de la Guía Michelín del 2009 al 2012, pero malogrado por la crisis económica de entonces. Dueñas se embarcó de inmediato en el Restobar Pozoblanco junto a su esposa Gloria Fernández. Tienen una carta fija de 15 platos a los que se añaden cada semana cinco nuevos. Cuentan con un jueves de pinchos al estilo del País Vasco, pues sus responsable se formó en el Basque Culinary Center. El 80% de la carta está basado en productos del Valle de los Pedroches.

Premio Gurmé al mejor restaurante de la provincia en este 2021 y recientemente recomendado por la Guía Michelín. Y eso siendo un pequeño restaurante en Puente Genil de solamente seis mesas. Se abrió a finales del 2019. Su propuesta se basa en las peripecias vitales y profesionales de Montilla, que trabajó en Inglaterra y Marruecos. Cuatro años y medio en Londres y dos en el país vecino han desembocado en una cocina fusión que viaja por Europa, España y Marruecos. Como suele ser habitual en multitud de restaurantes creativos, la carta cambia con frecuencia.

Nominado a los premios Gurmé del ABC Córdoba este año y ‘Solete’ de la Guía Repsol (nuevo reconocimiento para establecimientos más informales) su nombre ya lanza pistas sobre el concepto, que no es otro que tapeo hispano-japonés. Para entenderlo ponemos el ejemplo de uno de sus platos estrella, el flamenquín roll. Se trata de un flamenquín tradicional, pero se rellena de tocino ibérico y anguila ahumada. Y luego va marinado con ajo, perejil y yuzu, un cítrico japonés. Está rebozado con panko y acompañado de la salsa unagi. El proyecto une a lucentino Luis Contreras -que ha trabajado con David Muñoz o Paco Morales- y la venezolana Claudia Zamora.

Nominado también este año a los premios Gurmé, es un cambio de imagen y concepto para la cafetería Elisabeth que funcionó durante cuarenta años en Adamuz. Los últimos 25 hasta el 2019 que empezó la nueva vida del lugar los regentó la familia Valverde, que con la incorporación al negocio de sus hijos decidieron optar por una metamorfosis hacia la creatividad. Y Elisabeth, bar de toda la vida, pasó a ser un sitio donde se combina una oferta puramente tradicional con sugerencias imaginativas y contemporáneas. Un verdadero riesgo en un pueblo de poco más de 4.000 habitantes que sin embargo está saliendo bien.

Francisco Márquez «El Tala» y María Andrea Rodríguez fundaron hacer más de medio siglo, en concreto en 1969, este restaurante que ahora gestionan su hijo, José Luis Marquez (chef), y su esposa, Ruth Litón. El paso del testigo supuso también el de la cocina tradicional a una de vanguardia. Se mantiene la esencia de los platos que durante décadas hicieron las delicias de los comensales pero aplicando técnicas modernas. O sea, innovación que nunca olvida de donde se viene.

Rafael García había trabajado con cocineros del prestigio de Kisko García en Córdoba o Paco Morales en el hotel Ferrero de Valencia. También pasó El Gran Gatsby de Puerto Banús y por Can Jubany en Barcelona. Decidió abrir este negocio en el año 2015 en su pueblo natal. En La Cepa se trabaja una cocina vanguardista sin perder de vista el toque tradicional utilizando siempre productos locales. Su cocina se define como una cocina de contrastes que rescatan sabores de siempre. El lugar le presta una especial atención a los pescados y las carnes, con dos secciones llamadas de una forma con escasa sensibilidad vegana: ‘antes nadaban’ y ‘antes corrían’. Pobrecitos. Pero bien que nos los vamos a comer.

Si hemos hablado de proyectos arriesgados por el tamaño del pueblo, éste se lleva la palma en un municipio de poco más de mil habitantes. Nació en diciembre del 2017 con la idea de combinar tradición y modernidad. Se caracteriza por sus constantes cambios de carta, más de lo habitual, hasta el punto que no queda ni un plato de aquellos que compusieron la primera. Al frente están Juan Velasco, de Jaén, y Agustina López, su pareja, natural del lugar. Es ganador de un premio Gurmé. En los pescados y las carnes hay una apuesta por lo de siempre. Y en las sugerencias se pueden encontrar a los platos más acordes a la cocina vanguardista.

El establecimiento dio sus primeros pasos en 2014 con otros propietarios, pero en 2015 gira hacia el carácter que tiene ahora cuando se hacen con las riendas del local Elías Visiedo y su primo Antonio Zurita. El lugar se basa en la cocina internacional y vueltas de tuerca a las recetas de toda la vida. La introducción en la cocina creativa la hicieron por etapas, añadiendo platos aquí y allá o haciendo sugerencias, pues en Priego no existían sitios así.