Karàn Bistró (Pozoblanco)

Hubo a principio de siglo, en este valle de las bellotas, un ramalazo de innovación en el desaparecido restaurante La Bolera de Dani Martín en Belalcázar, excelente cocinero que decidió, para dolor de los gourmets, abandonar los fogones y dedicarse a cometidos de índole espiritual. Pero algo de su mecha quedó prendida en Carlos Fernández, chef de Kàran Bistró, que trabajó con él en 2006. Su restaurante de Pozoblanco se encuentra en una pequeña plaza más parroquial que pública y más castellana que andaluza, ocupando una antigua casa que se ha rehabilitado con exquisito gusto dejando a la vista los paramentos y estructuras originales.

Su cocina pone al día, con toques de creatividad personal y productos de la zona, platos académicos del acerbo internacional como el “carpaccio”, el “steak tartar” o el “parmentier”. De aperitivo se sirven unos canutillos de pasta crujiente rellenos de una elegante crema de mazamorra de altramuz, plato que por si sólo justifica la visita a esta casa. Está bien concebido la picanha de vacuno maduro, preparada en Carpaccio, donde el corte de la carne debería ser sustituido, a nuestro entender, por otro más amable. En cuanto al “tuétano y presa ibérica en steak tartar con helado de mostaza y tostas de pan cristalino”, hecho a la inglesa, es un magnífico plato al que habría que reducir un poco su fondo de yema de huevo. Es impecable y sabroso, por otro lado, su Parmentier con setas de temporada. Las raciones son más que generosas por lo que conviene compartirlas.

De postre un delicioso bizcocho de cacao con fino en rama y jengibre donde se conjugan a la perfección ingredientes aparentemente tan dispares. Como en esta casa cuidan el café bien tostado es recomendable probarlo junto a unas golosas bolitas de rosco antiguo con ralladura de lima que vienen de compaña. En definitiva, arremánguese, coja la carretera y a disfrutar, le recibirán con los brazos abiertos.