Poncio
7 /10- Precio medio
- 40€
- Dirección
- Plaza del Niño Jesús,3
- Teléfono
- 91 515 74 71 Llamar
- Web
- www.ponciowm.com
Buena cocina, precios razonables y una terraza especialmente tranquila. Estas son las virtudes de Poncio, restaurante con una propuesta aparentemente informal pero muy sólida. Nada extraño si se sabe que al frente está el madrileño Willy Moya. Licenciado en Ciencias Políticas antes de dedicarse a la cocina, diplomado en repostería por Le Cordon Bleu en París, recaló en Sevilla, donde estuvo tres lustros trabajando para renovar la cocina andaluza en destacados restaurantes como Poncio, Abades Triana o el hotel Alfonso XIII. Regresó a Madrid hace cuatro años para hacerse cargo, durante una breve etapa, de Lobo 8, en el Gran Hotel Inglés. Luego pasaría, también durante poco tiempo, por Popa, para, finalmente en octubre pasado, abrir su propia casa, a la que ha llamado igual que la que tuvo en Sevilla.
Un completo bagaje profesional que ahora aplica en este Poncio madrileño, a un paso del Retiro pero alejado de la parte más bulliciosa de esa zona. Cuenta además con una recogida y tranquila terraza cubierta, en una de las esquinas de los soportales de la plaza del Niño Jesús. La informalidad en las propuestas no impide que las mesas estén bien vestidas con sus correspondientes manteles. La carta de Poncio se plantea más como una sucesión de tapas que de platos más formales, aunque fuera de ella suelen ofrecerse guisos tradicionales bien elaborados y convenientemente aligerados para adaptarse a estos tiempos. Por ejemplo, los notables judiones con almejas que probé en mi última visita.
La influencia andaluza es evidente, pero no es la única, porque también se deja notar que Moya estuvo una temporada como asesor gastronómico en Estambul. De esa etapa turca surge un estupendo plato, también fuera de carta aunque merecería estar en ella: un kebab bulgur presentado con pan de pita, salsa de yogur y cebolla roja. Para empezar, buena banderilla de pulpo, atún ahumado, aceituna y velo de piparra (3 euros). En la carta la denominan gilda, pero creo que habría que reservar el nombre para la original, a estas mejor llamarlas banderillas.
Muy bien la vieira con col kimchi y lima (8, dos piezas), reflejo del trabajo que el cocinero está haciendo con los fermentados, y más floja la ensaladilla de pulpo (10), pasadísima de pimentón. El buen ‘steak tartar’ se presenta en un taco de alga nori (8, dos piezas) excesivamente pequeño, lo que dificulta comerlo. Aires andaluces en uno de los mejores platos, el espeto de corvina (13), servido sobre una fideuá de ibéricos con un suave alioli de albaca.
En cuanto a los postres (entre 4 y 8), se nota la formación pastelera del cocinero, capaz de hacer un ‘queen d’amand’ o un rico cremoso de chocolate al que, ya en la mesa, se le añade aceite de oliva de Valderrama envejecido en barricas de Jerez. Los jereces, por cierto, tienen destacada presencia en la muy cuidada carta de vinos.
Cierra domingos. Terraza.