nueva vida
Así vive en libertad condicional Anna Sorokin, la estafadora de la alta sociedad de Nueya York
Tras pasar cuatro años en prisión, la mujer que se inventó a Anna Delvey intenta evitar la extradición para consagrarse como artista en Estados Unidos
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Iniciar sesiónConocida como Anna Delvey entre las celebrities a las que engañó durante años, ha salido de la cárcel, vive en Nueva York y empieza a moverse en círculos artísticos para darse una segunda oportunidad aprovechando la popularidad que, a pesar de los delitos cometidos, ... le ha procurado la serie de Netlix '¿Quién es Anna?', inspirada en su vida. Con el dinero que le procuró los derechos de esa ficción, 300.000 euros, pudo hacer frente a parte del pago de su defensa en un juicio que revolucionó la alta sociedad norteamericana, que se vio reflejada en un espejo que mostraba sus miserias superficiales y su punto débil, su narcisismo y facilidad para caer en la trampa de la apariencia de lujo y un glamur impostado.
Anna Sorokin, hija de un camionero, criada en un triste y perdido pueblo ruso, hizo realidad el sueño americano, al menos durante unos años, al hacerse pasar por heredera alemana de una fortuna que nunca llegaba a sus manos y, con ese cuento, construyó un personaje, Anna Delvey, seductor y fascinante, que se alojaba en hoteles de lujo, que no pagaba, y planeaba la construcción de una fundación cultural con su nombre, con la ayuda del arquitecto Gabriel Calatrava, hijo de Santiago, al que tampoco pagó.
Ahora, 'Page Six' saca a relucir los secretos de la nueva vida de Anna en un apartamento en el East Village de Nueva York que acaba de alquilar por el módico precio de 4.000 euros al mes. Es un quinto piso decorado de manera minimalista, con una cama, dos sillas, una mesa, algunas obras de arte y poco más. En una entrevista a 'The Washington Post', la estafadora ha mostrados su sorpresa, ahora debe pagar por los servicios como cualquier persona, de «lo caro que resulta vivir en Nueva York. Es una locura. Cada vez que tengo que ir a mi entrevista para la libertad condicional, el Uber me cuesta 150 euros». La idea de pisar el metro para desplazarse por la ciudad no es una opción para ella.
Según ella, «si hubiera querido vestir modelos exclusivos o irme al yate de algún conocido, podría haberlo hecho desde el pasado marzo. Todavía tengo acceso a toda Europa». Pero lo cierto es que sigue con problemas de visado y lo que desea es evitar la extradición a Alemania, donde teme ser enviada a su Rusia natal. Sabe que en Estados Unidos tiene la oportunidad de comenzar de nuevo: «No todas mis ideas era ilegales», ha confesado al 'Post': «Tengo ofertas interesantes de gente muy importante del mundo de las artes».
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La fascinación por la fama es un signo de nuestros tiempos, como bien sabe Anna. Está trabajando en un podcast y sigue apostando por las láminas que empezó a dibujar en el centro de detención, que se llegan a vender por 15.000 euros. Según Chris Martine, su representante, «hay lista de espera para comprar sus originales». Además de ganar dinero, Anna quiere involucrarse en causas sociales, en concreto, sobre el tema de la salud mental. Preguntaba sobre sus relaciones, reconoce que no se le ocurriría tener citas por ninguna aplicación y, aunque le gustaría formar una familia, «todavía no es buen momento. Tal vez mañana».
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