La visita del Emperador de Japón al Reino Unido refleja el buen estado de salud de Carlos III

El comienzo de la visita, el martes, estuvo marcada por un desfile impresionante en Horse Guards Parade. En un gesto simbólico de continuidad y estabilidad, el Príncipe Guillermo, de 42 años, asumió un papel protagonista al dar la bienvenida a los ilustres invitados en nombre de su padre. Vestido con un impecable traje de mañana negro y una corbata roja, Guillermo acompañó a los invitados a lo largo del día, demostrando su creciente influencia y responsabilidad dentro de la Familia Real.

A pesar de la notable presencia de figuras clave, la Familia Real británica no estuvo al completo. La Princesa Catalina, aún en tratamiento contra el cáncer, y la Princesa Ana, hospitalizada tras sufrir una conmoción cerebral al ser pateada por un caballo en su finca de Gatcombe Park, fueron las grandes ausentes. La salud de la Familia Real ha sido un tema recurrente este año, con la noticia de que tanto el Rey Carlos como la Princesa de Gales han estado lidiando con problemas de salud serios y ahora con la Princesa Real ingresada. A pesar de estos desafíos, la visita siguió adelante con todo el esplendor característico de estos eventos.

La jornada comenzó con una bienvenida formal en Horse Guards Parade, donde el Rey Carlos y la Reina Camila, acompañados por el Príncipe Guillermo, recibieron a sus huéspedes con una guardia de honor formada por el Primer Batallón de la Guardia Galesa. Los invitados fueron testigos de una exhibición de precisión militar, con la banda de la Guardia Galesa interpretando el himno nacional japonés. Desde allí, el grupo se dirigió en carruaje por The Mall, adornado con banderas británicas y japonesas, hasta el Palacio de Buckingham.

Allí se celebró el banquete de estado que reunió a figuras políticas clave, incluyendo al primer ministro Rishi Sunak y al líder de la oposición, Keir Starmer, en un momento crucial poco antes de las elecciones. El menú del banquete comenzó con langostinos escoceses sobre un nido de pepino con mousse de albahaca y un consomé frío de tomate, seguido de un filete de rodaballo, croquetas de patata y espinaca y de postre, una bomba de helado Melba con sorbete de melocotón.

Durante su discurso en el banquete, el Rey Carlos hizo una referencia inusual y entrañable a sus nietos, Jorge, Carlota y Louis, comparando su entusiasmo por coleccionar Pokémon con su propia afición por la pesca con mosca. Este guiño personal destacó como un momento de ternura en medio de la formalidad del evento, mostrando una faceta más humana del monarca. El Rey también bromeó sobre la cultura compartida entre Gran Bretaña y Japón, mencionando temas tan diversos como Hello Kitty y la predilección por el té.

La visita del Emperador Naruhito también incluyó momentos solemnes y significativos, como la colocación de una ofrenda floral en la tumba del Soldado Desconocido en la Abadía de Westminster, y una visita a la exhibición de artefactos reales relacionados con Japón en el Palacio de Buckingham. La relación histórica entre las dos familias reales, que se remonta a la época en que el joven príncipe Carlos aprendió a pescar con mosca con el entonces príncipe Naruhito en Balmoral, fue destacada durante el intercambio de regalos.

En un gesto de cortesía y amistad, el Emperador y la emperatriz regalaron al Rey Carlos una caja de laca Wajima, seleccionada en consideración a las víctimas del terremoto de la península de Noto de 2024, y a la Reina Camila un bolso de brocado Saga Nishiki. La caja de laca Wajima Nuri es una artesanía tradicional japonesa que utiliza la savia del árbol Urushi, y que da cuenta de la durabilidad y la belleza artesanal de Japón. Por su parte, el Rey Carlos y la Reina Camila obsequiaron a sus invitados con una fotografía autografiada en un marco de plata con el escudo de crisantemo de la Casa Imperial.

La música durante el banquete estuvo a cargo del Cuarteto Seion del Royal College of Music, y la arpista oficial del Rey, Alis Huws, ofreció una interpretación memorable. Las mesas, adornadas con jarrones de guisantes dulces, peonías y rosas de los jardines del Palacio de Buckingham y del Castillo de Windsor, junto con arces japoneses Palmatum Seiryu, crearon una atmósfera de elegancia y armonía cultural.

La velada culminó en un ambiente de camaradería y buenos deseos, mientras los dignatarios intercambiaban historias y brindaban por la amistad entre sus naciones. La visita sólo se vio ligeramente empañada por un pequeño retraso debido al tráfico que afectó la llegada de los japoneses.

A pesar de los problemas de salud recientes dentro de la Familia Real, el Rey Carlos III y la Reina Camila se mostraron enérgicos y hospitalarios, en una visita que además, desde el punto de vista diplomático, no supone ningún conflicto, ya que la relación entre las dos naciones, y las dos familias es cordial y cercana.