Víctor Clavijo: «Nunca sé cuándo están intentando ligar conmigo»
El actor, que estrena 'La espera', nos habla de su infancia, de su familia, y se abre para hablarnos de su carácter y de su pasión por la fotografía
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Iniciar sesiónCuando Víctor Clavijo llega al set de rodaje con una cámara, sus compañeros saben que no tienen escapatoria: «Creo que dicen 'Ya está el pesado' (ríe), pero como no me ven como un extraño puedo captar momentos especiales durante cualquier tiempo muerto». Basta con ... echar un vistazo a sus redes sociales para ver impresionantes retratos de actores y actrices españoles: «La fotografía me apasiona. Y lo bonito es que como no soy profesional, no tengo nada que demostrar, lo hago para disfrutar». Pero también disfruta con su trabajo, para el que es capaz de hacer todo tipo de sacrificios. Por ejemplo, ha perdido siete kilos con una estricta dieta y se ha dejado barba para el papel de Hilario en 'La espera', un 'western' de terror folk que le ha valido numerosos premios: «Es un guardés que ha sido cazador furtivo y que acepta un soborno por el bien de su familia, pero al final esa decisión es un calvario que le arrastra a un viaje a la locura».
Tras un matrimonio de 12 años con la actriz Montse Pla, de la que se ha separado recientemente, Víctor se encuentra viviendo una nueva etapa vital. Se reconoce como «un auténtico perfeccionista, es mi gran hándicap. Me fustigo, pero estoy aprendiendo a fluir. En lo personal, estoy lleno de defectos y los abrazo». También están aprendiendo «a ser más detallista, porque me concentro tanto cuando trabajo que olvido las necesidades de los demás. Soy consciente de ello, ahora estoy en proceso de recuperar amistades que había dejado enfriar. Es bonito mantener relación mantener relación con personas que quieres pero a las que no has podido prestar la atención que merecían».
Se confiesa un soñador: «¿Cómo vas a sobrevivir en este mundo si no lo eres?». Aunque, en cierto modo, es más bien un nostálgico: «Añoro épocas que no he vivido. Reconozco que he idealizado los años 40, que seguramente fueron un horror en muchas cosas, pero visualmente me parecen fascinantes. Ese Nueva York del Actor's Studio, esa ropa, ese blanco y negro del cine…». En ese aspecto, puede decirse que es un romántico: «Es que no lo soy de hechos, pero sí tengo un halo romántico. Es decir, no soy un romántico de cortejo, no baboso, pero sí evocador, con un sentido trágico».
Durante la pandemia, Víctor se hizo viral grabando vídeos en los que recitaba cualquier cosa, desde reguetón hasta frases de Mariano Rajoy, como si fueran poemas de Lorca. Su voz es un arma de seducción, aunque a él le cuesta reconocer que funciona: «Es que soy muy torpe para interpretar los mensajes, nunca sé cuando están intentando ligar conmigo. Lo que sí me han dicho es que, a partir de cierta edad, la voz es muy importante para conquistar a alguien. Pero una voz que no caiga en lo impostado, que no se guste escucharse. A mí también me seduce».
A Víctor le gustaría saber qué cosas le dan paz, más que nada para conseguirla: «Soy demasiado inquieto, soy incapaz de meditar. Sé que relaja la playa, un horizonte si me paro a verlo. Hacer una foto, porque me conecta con el presente. Es mi momento zen». Sin embargo, tiene muy claro lo que se saca de quicio: «Al margen de las guerras y las injusticias, que en eso todos debemos estamos de acuerdo, no soporto la falta de rigor en cualquier profesión. No me gusta dejar las cosas para mañana. No aguanto a esa gente que se relaja y tiene nada previsto, en eso soy muy alemán».
La foto: orgullo y vergüenza en rojo
Aunque no lo parezca, es la foto de su Primera Comunión. Como Bette Davis en 'Jezabel', Víctor era el único vestido de rojo y llamaba la atención: «Sentí una mezcla de vergüenza y orgullo de la diferencia. No es que me obligaran, pero fue una ocurrencia de mi madre, que era una católica poco dada a respetar la liturgia. Mi hermano fue de verde, yo de rojo. A mis compañeros no les extrañó, pensaron que era una excentricidad más, porque yo era muy payaso, muy gamberro y me encantaba disfrazarme».
Había algo de rebeldía en aquella decisión materna. Víctor siempre se sintió arropado por sus padres: «Yo les imitaba, porque ya me salía el ramalazo de actor, pero ellos no me castigaban, me daban alas. Me gustaba Charles Chaplin, pero mi ídolo era Guillermo, el travieso. En clase era buen estudiante, sin ser empollón. Era de risa fácil, con cierto carisma, siempre rodeado de amigos y ejerciendo de líder de la pandilla. Me encantaba la aventura, meterme en los túneles, jugar en los descampados y hacer bromas telefónicas en la radio, poniendo voces, que luego grabábamos. Éramos un poco salvajes. Hasta que, a los 13 años, me hice 'rocker' durante un año y me convertí en el chulito de la clase. Ligué mucho porque era el único».
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