La Venecia después de Bezos: continúa en la búsqueda de su identidad
Tras el ciclón de la boda del dueño de Amazon, el eco de Hollywood se apaga. Pero ni las protestas ni el lujo impactaron sobre los residentes en la ciudad de los canales, que siguen en su encrucijada entre ser un museo o recuperar su esencia ante el avance sin freno del turismo
Todo sobre la boda (no tan privada) de Jeff Bezos y Lauren Sanchez: un coro góspel, pantuflas de regalo y el mareo de Tommy Hilfiger

La llamaron, con exageración, 'la boda del siglo'. Pero una semana después de las fastuosas nupcias de Jeff Bezos y Lauren Sánchez, que acapararon titulares en todo el mundo, para los venecianos es ya un simple y lejano recuerdo. La imagen del lujo desmedido y el glamour de Hollywood ... se ha disipado, dejando paso a la cruda realidad de la ciudad de los canales. Venecia se enfrenta a un escrutinio más profundo: ¿qué impacto real tuvo este evento en la vida cotidiana de sus habitantes? Y lo que es más importante, ¿ha servido para algo más que una efímera exhibición de riqueza?
Todos los medios hablaron de tormenta de protestas en Venecia contra el fundador de Amazon. En realidad, la gran mayoría de los venecianos no sufrieron especiales molestias y se distanciaron de los manifestantes, según ha constatado ABC, conversando con diversos residentes, entre ellos el director del periódico 'Il Gazzettino', Roberto Papetti: «Yo creo que quedará el recuerdo de alguna polémica, seguramente, pero también permanecerá una imagen de Venecia que ha sabido acoger, sin particulares molestias para quien la habita, un evento que se puede considerar excesivo, demasiado dispendioso; cada uno puede clasificarlo como mejor le parezca».
Papetti insiste en que la ciudad no estuvo «ni blindada ni con acceso restringido» y que las medidas de seguridad estuvieron limitadas a los puntos clave de los festejos. Esta perspectiva contrasta con la imagen de una Venecia asediada que algunos medios pintaron. «En Venecia muere la idea de la igualdad entre los hombres», escribió 'Il Corriere della Sera', primer periódico del país, lamentando que se hubiera prohibido la circulación de los residentes por algunos lugares, como el Canal Grande. Muchos lectores respondieron al 'Corriere' para desmentir esa información, como hizo la periodista Letizia Magnani: «Trabajo en Venecia, a 100 metros del hotel de lujo donde se aloja Bezos. No se ha bloqueado nada, no se han impuesto restricciones de movimiento en la ciudad, no ha causado problemas. Cero. Hay muchos taxis, incluso góndolas. Puede que Bezos no caiga bien, pero todo lo demás son tonterías».

La percepción desde el corazón de la ciudad, encarnada por Matteo Secchi, presidente de la asociación Venessia, que lucha por preservar la identidad y el patrimonio de la ciudad de la laguna, ofrece a ABC un matiz crucial: «Para el veneciano, la boda de Bezos ha sido un destello fugaz. En la vida cotidiana, no hubo ningún impacto; no cambió nada. He leído que la ciudad estaba paralizada, pero no hubo ninguna molestia; tan solo una pequeña incomodidad en un punto periférico», sentencia Secchi. De hecho, para los residentes, el evento ya es cosa del pasado: «Los venecianos –añade– ya se han olvidado de Bezos, ¿a quién le importa?».
«Una minoría ruidosa»
Las protestas contra la presencia de Bezos en Venecia, definidas por Roberto Papetti como las de «una minoría ruidosa», tuvieron de todas formas una amplia resonancia mediática. El director de 'Il Gazzettino' reconoce que los activistas «aprovecharon la ocasión para obtener visibilidad», intuyendo que el evento ofrecería una «fortísima repercusión mediática». Aunque el número de manifestantes fue escaso: «Un centenar en la primera manifestación y 500 personas que llegaron de la región de Véneto y Emilia Romagna en el día clave».
Para el ciudadano de a pie, la boda de Bezos no fue un acontecimiento que los deslumbrara. «Al veneciano medio, sinceramente, este matrimonio no le ha impresionado, porque está acostumbrado a cosas de este tipo», apunta Secchi. La historia de la Serenísima, como se conocía a la República de Venecia durante sus mil años de historia, está plagada de grandes eventos y de la presencia de personajes ilustres, lo que hace que este tipo de fastos se integren en el tejido de la ciudad sin mayor asombro.
La gran pregunta que hoy se hacen los venecianos, lejos de haber sido respondida por el paso fugaz de uno de los hombres más ricos del mundo, sigue más abierta que nunca: ¿qué futuro le espera a la Serenísima? Aquí se plantea un debate crucial, subrayado con fuerza también por el responsable de 'Il Gazzettino'. Venecia es un «caso de libro de turismo excesivo», dice, con una «fortísima presión turística en un contexto muy, muy restringido». Si por un lado se combate el turismo exprés o de paso (conocido en Italia como 'mordi y fuggi'), una polémica que «tiene muchas justificaciones», según Papetti; por otro, si se «contesta también el turismo de elite, de elite absoluta», entonces «¿qué se quiere?».
La cuestión que lanza Papetti evidencia un dilema perenne: si el turismo de masas es insostenible, pero también el de lujo desata polémicas, ¿qué modelo debe adoptar Venecia para su supervivencia? Algunas estimaciones de la Universidad Ca' Foscari de Venecia, señalan que «el 20% de los visitantes pernoctan en la ciudad, el 80% son excursionistas de unas horas».
La masificación del turismo es una realidad que asusta. La transformación de Venecia en lo que algunos llaman un parque temático de Disneyland es una amenaza. El director de 'Il Gazzettino' define el término como «reductivo e infeliz», pero reconoce que el «riesgo de una presencia intolerable» por exceso de turistas es real. Su solución, compartida por muchos venecianos, es radical e ineludible: «Creo que inevitablemente con el tiempo caerán todas las resistencias a la hora de fijar un número limitado para Venecia, es decir, establecer un sistema de controles para que, al llegar a un número de personas que hayan entrado por los distintos puntos de acceso, la ciudad se cierre porque no hay otra alternativa».
«Inevitable el aforo limitado»
Esta idea de «aforo limitado» es vista como la única vía para la longevidad de Venecia, aunque su implementación sea compleja dada la multiplicidad de los puntos de acceso. Además, Papetti sostiene que «quien entre, no todo el año, sino en los periodos de mayor demanda, deberá pagar, porque gestionar Venecia cuesta muchísimo y esto no puede recaer sobre los venecianos».
Los residentes en Venecia están viéndose mermados: el centro histórico ha pasado de 100.000 personas en los 80 a menos de la mitad a día de hoy
La realidad es que los residentes están desapareciendo. El centro histórico se ha reducido de 100.000 personas en la década de 1980, a 48.342 a día de hoy, según Venessia. El «más grave error que han cometido los venecianos en los últimos 30, 40 años ha sido apostar solo por el turismo». La consecuencia directa de esta política es la proliferación de alojamientos turísticos en el centro histórico, a expensas de los residentes.
Seguramente, aunque los venecianos se han olvidado ya de Bezos, muchos agradecen hoy que haya casado en la Serenísima. «Ha dado imagen y prestigio a la ciudad, aunque Venecia no necesita realmente estas cosas, es decir, podemos vivir perfectamente sin Bezos. Pero beneficia a la ciudad, porque hemos perdido todo ese turismo rico y solo tenemos un turismo pobre», afirma Matteo Secchi.
Ahuyenta al turismo rico
El presidente de Venessia identifica un problema más: «El turismo rico no quiere estar con el turismo pobre». En una ciudad como Venecia, que «es pequeña, con las calles estrechas, cuando un turista rico camina por la calle, la comparte con el turista pobre». Esta convivencia forzada, según él, ahuyenta al turismo de alto poder adquisitivo, que busca exclusividad. Pero siempre será inevitable que los turistas, ya sean pobres o ricos, sigan teniendo a Venecia entre sus destinos preferidos.
En definitiva, en la semana posterior a la boda de Bezos en Venecia ha llegado la calma mediática. Más allá del brillo de las celebridades, lo que emerge es la profunda preocupación de sus habitantes por una identidad que se desvanece, una economía desequilibrada y un patrimonio que se deteriora bajo el peso incesante del turismo, tanto de lujo como de masas.
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