Terelu Campos, devastada al hablar de su madre: «No soporto más verla sufrir»

Eso sí, la televisiva está tranquila porque sabe que ha estado muy bien cuidada. «Está mi hermana, está Gustavo y la casa de mi madre está totalmente organizada. Ojalá yo fuera millonaria para poder quedarme en casa con mi madre, pero tengo que trabajar», asegura en una entrevista en la revista 'Lecturas'. También confiesa que «esta enfermedad no solo se lleva por delante al enfermo, sino también a los que están a su lado». Terelu tiene claro cómo actuar ante este difícil momento que vive el clan Campos: «Adaptarse e intentar hacer lo que tienes que hacer para la persona más importante de tu vida. El dolor siempre está ahí».

La personalidad de la mayor de las Campos dista mucho de la de Carmen Borrego. Mientras que la segunda «por su manera de ser, necesita echar todo fuera», la madre de Alejandra Rubio explica que «soy más fría, más cerebral, y eso lo he llevado en mi profesión, por eso me he metido en muy pocos charcos. Si me quiero tirar al barro es porque lo decido yo». Y ante las críticas de los que señalan y critican que la tienen aislada, la colaboradora alega que «si mi madre no va una Semana Santa es obvio por qué no va. Y si no va a la playa, también». Además, ella es la que más lamenta esta situación: «Cuando me vi allí sin ella -en Semana Santa-, lloraba desconsoladamente y tuve la suerte de no estar en el mismo balcón de siempre, creo que no lo hubiera podido soportar».

Si Terelu tuviera que quedarse con un momento, sería en el que «llega a casa, nos sentamos la una al lado de la otra, yo le doy la mano, le acaricio el brazo, ella apoya su cabeza en mi hombro y se me queda dormida». También tiene claro que «preferiría el sufrimiento nuestro de que no nos conociera si eso implica que va a ser más feliz». Tanto ella como su consanguínea hacen todo lo que pueden para que la matriarca de las Campos esté lo mejor posible, pero «lo peor es saber que no está en tu mano, ni si quiera en manos de la medicina, el poder proporcionarle bienestar». Y aunque tiene miedo, «ya no soporto más verla sufrir». Todo esto ha hecho que llegue a la conclusión de que «enferma como ella no quiero estar ni un día y no me tiembla el pulso en decirlo».