La tajante postura de María Palacios, mujer de Alessandro Lecquio, ante la decisión de Ana Obregón

Con esta decisión, que se trataba de la última voluntad del joven, fallecido a causa de un cáncer el 13 de mayo de 2020, Alessandro Lecquio se ha convertido en abuelo. Una noticia que llega al mismo tiempo que se acrecientan los rumores de una mala relación entre Obregón y el televisivo. Además, el hecho de que se haya originado un debate nacional sobre la gestación subrogada ha hecho que otros miembros de su familia como su mujer María Palacios estén sufriendo la presión mediática.

Personas de su entorno aseguran a la revista 'Semana' que la esposa del aristócrata «está cabreadísima, muy disgustada» con el desarrollo de los acontecimientos y que «cree innecesaria esta sobreexposición mediática en un asunto tan delicado y familiar. Además, apuntan que Palacios «está viendo sufrir muchísimo a Alessandro Lequio con todo esto». Algo que ya adelantaron hace unos días cuando publicaron que el colaborador busca «cerrar heridas, no abrirlas de nuevo. Solo quiere que su hijo deje de ser actualidad».

Lo cierto es que Ana Obregón solo tiene ojos para su nieta, Ana Sandra Lecquio Obregón e intenta estar ajena a toda la polémica que ha suscitado su portada de la semana pasada. Además, en su reciente entrevista, desliza que el debate que ha surgido -ha llegado hasta al Congreso de los Diputados- es «absurdo porque esta técnica de reproducción asistida se lleva haciendo muchísimos años y es legal en muchos países del mundo».

Y destaca que en Florida es «algo muy normalizado y a todo el mundo le parece muy bien, Todos me han dado la enhorabuena sin más problema. Aquí la gente está abierta pero en España, madre mía, estamos en el siglo pasado». También ante los que critican su decisión explica que «nadie en el mundo puede poner en duda que cuando una madre entierra a un hijo tiene que cumplir su última voluntad. Solo una persona cruel de corazón. No voy a admitir ninguna opinión en en contra. Nada más que la de un padre o una madre que haya enterrado un hijo. Solo ellos son los que pueden opinar y me pueden entender».