En un fragmento inédito de la docuserie 'En el nombre de Rocío', la Carrasco habla de su hermana, Gloria Camila: «Yo quiero a la niña que yo recuerdo. Yo quiero a la Gloria esa que me pegaba tirones del pelo y me volvía ... medio loca«. En relación con la guerra familiar, le da un consejo: »Yo si fuera ella, recapacitaría, rebobinaría, vería las cosas que he hecho y he dicho. A lo mejor así hasta llega a una conclusión certera. No es que me duela que me llame 'mala madre', es que me mata. Podría no habérselo tenido en cuenta, aunque me mató igualmente, porque cuando lo dijo en un primer momento era muy joven, viviendo la entrada de su padre en la cárcel. Pero cuando es una mujer y sigue con la misma cantinela, con la misma intención de herir, habiendo visto toda la historia que yo he vivido, solo me caben dos opciones, que no haya entendido nada o que lo haya entendido y no le importe en absoluto«.
Lo que Rocío insiste en que, más allá del dolor por su propia situación, hay algo más profundo: «Gloria Camila ha vivido el sufrimiento de su madre, ocasionado por una determinada persona. Y ella no ha tenido consideración con ese sufrimiento. Y esa persona ha estado viviendo en su casa. Del 'ser' en mi casa nunca se ha hablado bien por todo lo que estaba pasando. Eso era algo que se respiraba, por desgracia. Era cosas del día a día porque no dejaban de pasar situaciones.» Y si a esto le añadimos las dudas sobre la actitud de Ortega Cano con Rocío Jurado: «Debería ponerse en el papel de su madre».
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