Representantes de las Casas Reales de toda Europa despiden a Víctor Manuel de Saboya

La familia Saboya ocupó los primeros bancos a la derecha de la nave central del Duomo: La viuda Marina Doria, su hijo Manuel Filiberto y su esposa Clotilde Courau, junto a sus dos hijas, la princesa Vittoria (20), destinada a heredar el título dentro de la Casa de Saboya, y su hermana Luisa. Al funeral oficiado por el obispo Paolo De Nicolò, gran prior de las órdenes dinásticas, asistieron unos 400 invitados: Eran miembros de familias reales, representantes de órdenes dinásticas, algunos miembros de la Guardia del Panteón de Roma e invitados privados de la familia. Destacó la presencia de la Reina Emérita Doña Sofía, que goza de especial simpatía en Italia, al igual que el Rey Emérito Don Juan Carlos, nacido en Roma; los jefes de Estado el Gran Duque Enrique de Luxemburgo y el Príncipe Alberto de Mónaco, muy amigo de Manuel Filiberto; los Príncipes Astrid y Lorenzo de Bélgica, el Príncipe Leka de Albania, Carlos y Camila de Borbón de las Dos Sicilias y el Príncipe Jean Christophe Bonaparte, descendiente de Napoléon, entre otros miembros de antiguas dinastías, además de algunos alcalde de la región de Piamonte. Significativa ha sido la ausencia del alcalde de Turín.

Especial mención merece la presencia del príncipe Aimone, hijo de Amedeo de Saboya-Aosta, que también fue pretendiente al inexistente trono de Italia. La presencia de Aimone, duque de Aosta, acompañado de su esposa, la princesa Olga de Grecia, es un símbolo de reconciliación entre ambas familias después de las conocidas peleas que mantuvieron Victor Manuel y Amedeo. Cabe destacar el intercambio del signo de la paz en el funeral entre Manuel Filiberto Filiberto y Aimone. «No, la monarquía nunca volverá a Italia. No dudé en jurar lealtad a la República», dijo ayer al Corriere della Sera el príncipe Aimone. «Miro hacia el futuro -añadió-, y con Manuel Filiberto, después de un proceso que nos dividió durante años, podríamos volver a acercarnos más». En parecidos términos se expresó en días pasados el príncipe Manuel Filiberto. No hubo ningún representante de la Casa Real inglesa, que envió a la familia Saboya una afectuosa carta de condolencia. Fuera de la catedral, tras unas vallas de seguridad, en un día lluvioso, unas decenas de curiosos y monárquicos nostálgicos siguieron a cierta distancia la ceremonia.

En su homilía, monseñor De Nicoló empleó palabras de consuelo para la familia y de piedad para Victor Manuel de Saboya, un personaje muy controvertido, pasando por alto las polémicas que se han sucedido en los últimos días por celebrar este funeral en Turín: «No estamos aquí para recordar la historia pasada y real de la Casa Saboya, habrá otros tiempos y lugares. Víctor Manuel volverá a abrazar a sus padres que no le dieron muchas muestras de cariño en su vida. Los herederos tienen la tarea de seguir estando cerca de los más pobres«.

Un mensaje del papa Francisco, firmado por el cardenal Parolin, secretario de Estado del Vaticano, fue leído al final de la ceremonia, expresando «el más sentido pésame a la familia»: «A Su Alteza Real Marina di Savoia, el Sumo Pontífice expresa sus condolencias por el fallecimiento de Su Alteza Real el Príncipe de Saboya y asegura la oración de sufragio por el alma del difunto». Concluía el mensaje del Papa «invocando el apoyo de la esperanza cristiana» y con la «bendición apostólica».

Al terminar el funeral, la Reina Emérita doña Sofía se acercó a saludar a Manuel Filiberto y Marina Doria. Fuera del Duomo, el hijo de Victor Manuel visiblemente emocionado hizo una breve declaración en homenaje al padre: «Ha sido una bella ceremonis.Nos consuela el hecho de que se fue sin sufrir, se quedó dormido viendo la televisión. Fue un padre maravilloso, maestro y amigo».

 De forma privada, con la presencia de los familiares más directos, Víctor Manuel sepultado en la Cripta Real, construida bajo la basílica de Superga de Turín Precisamente ahí está enterrado Amedeo de Saboya, fallecido en el 2021. Tras sus épicas peleas en vida, la muerte los ha unido en el tradicional lugar de sepultura de los miembros de la Casa Saboya.