Rafa Méndez: «Amo la soledad. No me asusta verme solo, no necesito compartir mi vida»
El bailarín y coreógrafo, jurado de 'Baila como puedas' en TVE, nos habla de su infancia y nos abre su corazón para hablar de su lado romántico y de su verdadero carácter
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Rafa Méndez
Cuando se sienta en la silla de jurado de 'Baila como puedas', Rafa Méndez se transforma por completo: «Yo soy muy tranquilo, pero cuando le dan al 'Play', sale mi yo más estricto. Esto es una competición. Tengo muy buen rollo, pero si veo ... un cuadro, lo digo. Soy muy exigente, pero también muy amoroso». Lleva muchos años a sus espaldas en esta profesión como para callarse. Le pedimos que eche la vista atrás para recordar las estrellas que más le han marcado en su carrera. Lo tiene claro: como bailarín, Raffaella Carrá («Llegar a Italia y verme rodeado del cuerpo de baile de Madonna fue muy fuerte. Y ella, con su profesionalidad y su pasión, era un amor»); como coreógrafo, Mónica Naranjo («Me pone mucho coreografiar sus temazos. Es una gran mujer, es una artistaza brutal»).
Rafa no se considera tanto un perfeccionista como un admirador de la perfección: «me gusta verla en los demás. En cuanto a mí, soy muy flexible». Pero sí se ve como un absoluto detallista: «es que soy muy empático, agradecido, cariñoso. Me gusta escuchar.» Se encuentra en un buen momento, aunque le ha costado mucho llegar hasta aquí: «he sido muy nervioso porque he sufrido mucha ansiedad, tanta que llegué a pensar que sería infeliz. Tuve que ir a terapia. Gracias a eso ahora soy una persona serena, aunque soy pasional. Pero me gusta dar tranquilidad a los demás». En ese proceso, se ha quitado de encima algunas obsesiones: «antes era maniático con el tema de la limpieza, era algo realmente patológico. Me he ido relajando y ahora soporto cierto desorden. Ha valido la pena». En su vida, ciertas rutinas son esenciales: «necesito mi deporte diario, mi baño en el mar, mi relajación. Creo que son necesarias para la estabilidad».
A Rafa le da paz el mar: «sobre todo, estar desnudo en la playa. Soy vegano naturalista». Y le sacan de quicio «las mentiras, el postureo, la gente falsa y clasista que se cree importante y ama lo material, la gente que no es clara. Me gusta la verdad». Por eso, Rafa sabe que a estas altura solo podría enamorarse que un hombre «normal, uno que no conociera a ninguna 'celebrity' y que me hablara de sus cosas de su día a día. Un fontanero, un agricultor con su finca…. Gente de verdad». Y se entregaría por completo, porque se reconoce «muy romántico. De gestos, de besar, de tocar, de dar cariño. Además, me encanta el sexo». Cuenta la leyenda que uno practica el sexo como baila: «es que los bailarines controlamos los tiempos, sabemos movernos, tenemos una sensibilidad especial. No es lo mismo aplastar a alguien que saber subirse».
El corazón de Rafa no está ocupado ahora mismo: «me encanta ocupar varios corazones a la vez. No soy de relaciones largas. A mí me gusta conocer, no sé si me gustaría estar en pareja. Prefiero viajar y no estar atado. Al final, lo que veo son muchas infidelidades y corazones rotos, eso no me gusta. La vida es una y no la quiero perder. Aunque ojalá encontrar un amor de esos que te deja encantado o, no sé, tal vez una relación abierta. Lo cierto es que yo amo la soledad. No me asusta verme solo. No tengo la necesidad de compartir mi vida».
Rafa Méndez en la infancia
El niño que se hizo canalla
Cuando era pequeño, su tía se encargaba de organizar sus cumpleaños en Tenerife: «ella tenía la manía de poner los números en las tarjetas, así que la foto es de de cuando cumplía ocho años. Subíamos a su casa a celebrarlo con mis primos. Yo era muy quinqui. Con lo que soy, y ya era entonces, sin embargo nunca sufrí 'bullying', pero lo sufría un amigo mío que tenía mucha pluma y estábamos siempre juntos. Yo era muy protector con él». Rafa se recuerda como «mal estudiante, muy fantasioso, muy deportista, con ganas de bailar. Hasta los doce años, que me hice muy canalla. Empecé a fumar porros, yo que ahora soy antidrogas, me fugaba de clase y tenía una moto, que conducía sin casco. Era un rebelde controlado. Pero también era muy cariñoso, con unos padres maravillosos, con ellos nunca tuve que esconder mi homosexualidad en casa. Yo veía la serie 'Fama' o 'Vip Noche', veía a los bailarines y soñaba con ser como ellos. Cuando tuve que elegir entre esgrima y baile, lo tuve claro». Rafa recuerda a su padre: «me aconsejaba que me fuera a América». Cuando el sueño de aquel niño se hizo realidad y cruzó el charco, lloró en el taxi que le llevaba por las calles de Nueva York: «ver el 'skyline' de la ciudad me emocionó porque era como estar dentro de todas las películas que había visto en mi infancia, era sentir que escuchaba la voz de mi padre diciéndome que tenía que venir».
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