La pelea entre los hermanos Martínez de Irujo, al detalle: cómo surgió y el fin de la «guerra» pública
Las disputas por el patrimonio y las críticas públicas parecían insalvables, pero el reencuentro de los hermanos menores de la duquesa de Alba ha cambiado el guion
Eugenia y Cayetano Martínez de Irujo firman la paz tras meses de tensiones y cruces de declaraciones
La Casa de Alba siempre ha sido sinónimo de tradición, títulos nobiliarios y una vida marcada por el interés mediático. Pero también ha sido escenario de disputas internas que durante años han enfrentado a sus herederos. Desde la muerte de la duquesa de Alba ... en 2014, la armonía entre sus hijos se resquebrajó hasta desembocar en una auténtica guerra familiar, con reproches públicos, desplantes en actos señalados y un distanciamiento que parecía irreparable. En el centro de la tormenta, Cayetano Martínez de Irujo, que no dudó en alzar la voz contra sus hermanos, especialmente Carlos, Jacobo y Eugenia. Hoy, más de una década después, el enfrentamiento más sonado de la aristocracia española parece haber encontrado un desenlace inesperado: la reconciliación.
La muerte de Cayetana Fitz-James Stuart marcó un antes y un después. Hasta entonces, la duquesa había sido el punto de unión de la familia. Con ella, los seis hermanos se reunían en Navidad, compartían veranos en común y mantenían unida una estructura familiar que, tras su fallecimiento, comenzó a quebrarse. Fue entonces cuando surgieron las diferencias en torno a la gestión del patrimonio y a la forma de interpretar el legado de la duquesa.
Cronología del conflicto familiar
El primero de los grandes choques tuvo como escenario el Palacio de Dueñas, en Sevilla. Allí residía Cayetano desde hacía años, pero tras la muerte de su madre se vio obligado a marcharse. El responsable de la decisión fue Carlos, duque de Alba y cabeza visible de la familia. Fue entonces cuando al duque de Arjona no le tembló la voz a la hora de criticar públicamente a su hermano: «Jamás hubiera abierto los palacios al público… me parece absolutamente lo contrario a lo que hubiera querido mi madre». Aquellas palabras marcaron el inicio de un enfrentamiento fraternal en el que Carlos optó siempre por la ironía o el silencio: «Mire usted, a mí no me hable de mi hermano. Pregúntenle a él. No me falten el respeto», llegó a responder, cortante, a un periodista.
El distanciamiento no quedó ahí. Con Jacobo Martínez de Irujo, la tensión se agravó tras la publicación del libro de memorias de Cayetano, en el que revelaba que su madre le había confiado la administración de las explotaciones agrícolas familiares. Jacobo se sintió traicionado y la relación se rompió de manera radical. Desde entonces, sus ausencias en misas conmemorativas y en actos familiares importantes dejaron claro que la herida seguía abierta.
Eugenia, la hermana pequeña, fue durante un tiempo su gran apoyo. Ambos compartieron confidencias y proyectos, pero el vínculo se quebró también. El motivo estuvo en un préstamo millonario. Cayetano necesitaba tres millones de euros para financiar la construcción de un embalse en su finca de Las Arroyuelas. La operación debía pasar por la sociedad que compartía con sus hermanos, pero estos se negaron a avalarla. Cayetano lo interpretó como una traición: «No sé por qué lo paralizan. No sé por qué me piden un aval por el mismo importe para la sociedad», explicó en una llamada a 'TardeAR'.
La respuesta de Eugenia fue contundente: «Se aprovecha de que los demás no hablamos». Más adelante, añadió: «Tiene tanto que callar. Todo lo que ha dicho es mentira. Nosotros no paralizamos nada. Le hemos facilitado el tema de la balsa y cuando nos dijo que estaba todo en orden y firmamos es cuando comenzaron los problemas. Estamos muy hartos, nos la ha jugado». Con esas palabras, la duquesa de Montoro se alineaba con sus hermanos y dejaba a Cayetano aislado.
El ambiente familiar se volvió tan hostil que ni siquiera la Navidad servía de excusa para limar asperezas. En Liria, Carlos optó por no invitar a Cayetano a la cena de Nochebuena, un gesto simbólico que evidenció que la fractura era real. El jinete llegó a declarar con dureza: «No son mi familia. Lo que quiero es olvidarles ya».
La reconciliación de Cayetano y Eugenia
Sin embargo, el tiempo ha puesto algo de distancia y las emociones han comenzado a suavizarse. Primero fue un tímido acercamiento en las pasadas Navidades. Y después, el gesto definitivo: el reencuentro de Cayetano y Eugenia este verano en Sotogrande, durante el Festival Flamenco Trocadero, organizado por la duquesa de Tarifa. Allí coincidieron con Narcís Rebollo, marido de Eugenia, y con Bárbara Mirjan, la prometida de Cayetano. También estuvieron las hijas de ambos, que disfrutaron juntas de la música de Antonio Carmona y Alba Molina.
Lejos de los reproches, los hermanos se mostraron relajados y cómplices. Posaron para la prensa sonrientes, abrazados y visiblemente contentos. Una imagen que contrastaba con las portadas de meses atrás y que sirvió para confirmar que habían decidido enterrar el hacha de guerra. Fuentes cercanas citadas por la revista '¡Hola!' aseguraban que para Cayetano era «muy importante que Eugenia estuviera en la boda» que se celebrará este sábado 4 de octubre en Sevilla. Y ella no solo ha aceptado, sino que estaría «volcadísima» en los preparativos, según la misma publicación.
La boda, que tendrá lugar en la iglesia del Cristo de los Gitanos y se celebrará después en la finca de Las Arroyuelas, será el gran termómetro de esta reconciliación. Será también el momento en el que la Casa de Alba, tras más de una década de tensiones y acusaciones cruzadas, muestre que todavía hay espacio para la unidad. Al menos, para Cayetano y Eugenia, que parecen haber puesto fin a la guerra fraternal más mediática de los últimos tiempos.
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