Mónica Pont acusa a su madre y a su hermana de extorsión

A principios de año, tenía pensado coger las maletas y trasladarse a Los Ángeles a vivir donde iba atender un proyecto y hacer algunas pruebas para probar suerte en la gran pantalla. Los graves incendios que sufrió California trastocaron esos planes y Mónica decidió hacer un alto en España animada por su hijo Javier Sagrera, el gran amor de su vida. El joven de 20 años compite ahora mismo en Eurocup-3, aunque su sueño es llegar a pilotar un Fórmula 1. Aunque pasa la mayor parte del tiempo en Londres y viajando por las competiciones, tener a su madre en Madrid le permitirá pasar más tiempo juntos. Han estado años en los que solo podían verse dos veces al año durante diez días que aprovechaban al máximo.

Lo suyo se truncó cuando Pont perdió tras años de litigios la custodia de Javier, que entonces tenía ocho años porque según la sentencia era mejor para él que viviera en el Ampurdán con su padre, para que no sufriera un desarraigo de la zona donde había nacido, porque la madre residía entonces en Madrid. Lo de la actriz y su ex fue una batalla campal en la que el poder económico y social se impuso dejando una herida que, aunque hoy ven con distancia ha dejado una huella imborrable. Pont no se rindió nunca y aunque hubo momentos en los que dio por perdido a su hijo, nunca le abandonó. Y el tiempo le ha dado la razón y ahora intentan recuperar el tiempo perdido.

'No estás sola: La desgarradora historia de una madre a quien la injusticia de la justicia separó de su hijo' (Alienta) fue el libro que la actriz publicó para ayudar a otras muchas mujeres que desgraciadamente hayan tenido que sufrir lo mismo que le pasó a ella. En aquel momento utilizó los platós como terapia y como altavoz para denunciar la injusticia que le tocó vivir y para poder costear la batalla legal en la que se vio inmersa durante años. Un precio muy alto que tuvo que pagar no solo por tener que separarse de su hijo sino también a nivel laboral.

Por eso ahora que lleva apenas un mes en España ese duro pasado parece que quiere imponerse y no dejarla ser feliz y reconocida por su trabajo. Su perra Duna, a la que consideraba una hija murió hace unos días y Mónica no supera el luto ya que durante doce años ha sido su fiel compañera, su máximo apoyo y testigo de lo duro que es empezar de cero en un país que no es el tuyo. A eso se le une una campaña de extorsión que ha emprendido su familia, su hermana Eva, su padre y su madre que en los últimos días se han prodigado por los medios de comunicación intentando desprestigiarla como mujer y como hermana. Un recibimiento que la actriz no esperaba y que, según ella y su entorno más cercano, no merece. A los 12 años su padre la abandonó a ella, a su madre y a su hermana Eva. Al parecer había comenzado una relación paralela con la que es su actual mujer con la que había tenido un hijo sin ellas saberlo. Mónica nunca ha hablado de él públicamente, pero no ha escondido que las dejó colgadas sin casa y sin apoyo económico ni emocional. Se desentendió totalmente y tuvieron que salir adelante como pudieron. A Pont no le quedó más remedio que trabajar desde los 16 años y dejar los estudios. Su talento y tesón le abrieron puertas en la capital y gracias a la formación que recibió del propio Juan Carlos Coraza su rostro se hizo popular, como el de otros muchos actores que han pasado por su prestigiosa escuela.

No le han regalado nada ni la ha mantenido nunca ningún hombre. Sabe lo que es ser independiente cosa de lo que siempre dice está orgullosa. Si algo ha sido es generosa y se ha sacrificado para ayudar a los suyos aun no estando obligada e incluso en épocas suyas de vacas flacas. Le ha pasado dinero a su madre y ha ayudado a su hermana Eva, ha tirado de contactos para conseguirles trabajo a ambas y ahora se siente decepcionada. Lo primero que hizo nada más llegar a Madrid fue viajar en coche a Barcelona para ver a su madre en el hospital. Allí vivió alguna situación incómoda con su hermana que la extorsionó en persona y vía móvil con ir a la televisión a dejarla como una mala hija sino se hacía cargo del importe total de la residencia a la que quieren trasladar a su madre. Eva, se ampara en que no tiene recursos a pesar de que su hijo menor de edad ha heredado hace poco un dinero de su padre fallecido y reivindica sus cuidados a la madre frente a las ausencias de Mónica por estar trabajando en México. Eva tampoco está tan cerca ya que vive a dos horas de su madre y no la visitaba de forma tan frecuente como dice.

Pont ha decidido plantarse ante tanta extorsión y mentira y aunque le han ofrecido un cheque en blanco para sentarse en un programa de televisión no está dispuesta a que su familia no la deje disfrutar de su felicidad y de su trabajo. Ha llegado el momento de pensar en ella y en el futuro de su hijo y poder disfrutar de su nueva ilusión con el bodeguero Javier Moro. No se considera rencorosa, pero si ha decidido protegerse y aunque le hubiese gustado haber podido solucionar el tema de la residencia de su madre en privado, se ve obligada a bloquear la comunicación con su familia y ha puesto en manos de sus abogados el asunto. Será en un juzgado donde se demuestre como se ha ocupado todo este tiempo de los suyos. Ahora solo busca paz para poder subirse dentro de cuatro meses de nuevo a los escenarios con un proyecto teatral que ella misma protagonizará. Aunque estos días ha pensado varias veces en coger las maletas e irse a Los Ángeles, pero por su hijo y porque espera recibir el cariño del público español confía en una segunda oportunidad.